La producción orgánica busca su lugar

    Por Graciela Cañete

    El mercado internacional de productos orgánicos supera los US$ 30.000 millones y continúa en expansión. La demanda de alimentos producidos sin agroquímicos, preservando la fertilidad del suelo y respetando la biodiversidad se concentra en Estados Unidos y Europa, donde también se amplía la superficie dedicada a la agricultura y ganadería orgánica. “Los consumidores se interesan por la calidad y seguridad de los alimentos, una dieta sana, y productos libres de pesticidas y sustancias químicas”, explica Pedro Landa, director de la certificadora Organización Internacional Agropecuaria (OIA).
    En el mundo son más de 31 millones las hectáreas dedicadas a la producción, según datos de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM, por sus siglas en inglés), y las mayores extensiones se encuentran en Oceanía (39%), Europa (23%) y Latinoamérica (19%). Australia es el país con más tierra certificada como orgánica, 11,8 millones de hectáreas, seguido por la Argentina, con 2,6 millones, según informes de Senasa.
    “Nuestro país dispone de una amplia variedad de productos y tiene todas las condiciones para aumentar su oferta”, afirma Gonzalo Roca, presidente del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO). En 2006 la superficie cosechada aumentó 29% con respecto a 2005 y alcanzó las 56.289 hectáreas.
    Los cereales y oleaginosas ocuparon 63% de la superficie cosechada, y los principales cultivos fueron soja, trigo, maíz y avena. En Buenos Aires, Entre Ríos, Salta, San Luis, Río Negro y Córdoba se produce más de 90% de los cereales y oleaginosas orgánicos del país.
    Con 14.300 hectáreas, los cultivos industriales ocupan el segundo lugar en superficie cosechada. Se destacan la caña de azúcar, el olivo y la vid. La producción se concentra en Misiones, Mendoza, Salta, La Rioja y Córdoba.
    En frutas, predominan las peras, manzanas –que provienen de Río Negro, Mendoza y Neuquén– y los limones, de Tucumán. Entre las hortalizas y legumbres, la mayor producción es de porotos –Salta es la principal productora– y cebolla, que se cultiva en Buenos Aires, Mendoza y San Juan. El año pasado se redujeron las existencias bovinas y ovinas y la superficie dedicada a ganadería, a la vez que aumentó la producción de miel orgánica.

    Establecimientos
    Entre 2005 y 2006 la cantidad de establecimientos se redujo de 1.736 a 1.486. Entre las causas de la pérdida de explotaciones agropecuarias, los productores mencionan los altos precios de los commodities como la soja y el maíz y el menor rendimiento que obtienen por hectárea comparado con el que podrían obtener si sembraran, por ejemplo, soja transgénica.
    “En la pampa húmeda, gana terreno la agricultura convencional, por los altos precios de los commodities y su menor costo de producción. La agricultura orgánica requiere más mano de obra y conocimientos para combatir plagas y enfermedades sin emplear sustancias químicas. Lo que no se tiene en cuenta es el costo oculto de la agricultura convencional: la contaminación del suelo y el agua, los problemas de salud, entre otros”, sostiene Roca. Por otra parte, si bien los productos orgánicos tienen un precio entre 15 y 20% superior al de los convencionales, “en determinados casos esa diferencia está disminuyendo y los precios se acercan al de los productos convencionales. Pero hay que recordar que el mercado orgánico es estable, y en los últimos años crece”, indica el dirigente de MAPO.
    Luis Porzio, presidente de Viejo Roble, establecimiento en Córdoba con hectáreas dedicadas a la producción orgánica y a la convencional, explica que “la agricultura orgánica compite por el uso de la tierra con commodities producidos en forma convencional. Y mientras se mantengan elevados los precios de esos cultivos, es difícil que se pueda conseguir tierras para la producción orgánica”. Pero agrega que no sólo el precio resulta atractivo, ya que el rendimiento por hectárea sembrada con soja convencional, por ejemplo, es superior al que se obtiene con la orgánica. En la superficie dedicada a la producción orgánica de Viejo Roble se cultiva maíz pisingallo, soja y girasol que en su totalidad se exporta a Estados Unidos y Europa.

    Mercados en el exterior
    Con un escaso consumo en el mercado interno, más de 90% de la producción se vende al exterior. La Unión Europea, Estados Unidos y Suiza son los principales destinos de las exportaciones argentinas, que en 2006 alcanzaron las 95.000 toneladas, 42% más que el año anterior. El bloque europeo recibió 63.900 toneladas de productos de origen vegetal, y las mayores compras correspondieron a frutas, en especial peras, manzanas y ciruelas; y cereales y oleaginosas, como soja, lino y trigo. La UE es también el principal importador de azúcar, vinos y pulpas de fruta, entre otros productos industrializados. El año pasado las ventas de productos de origen vegetal al bloque crecieron 64% respecto de 2005.
    En carne vacuna, se enviaron unas 600 toneladas y el mayor comprador fue Inglaterra. Una de las empresas exportadoras es Ecopampa, que reúne a más de 40 productores de distintas provincias. “Hay quienes tienen campos en zonas marginales y se dedican a la ganadería orgánica por el diferencial de precio que obtienen. Pero también están los convencidos de la necesidad de un sistema de producción orgánica, y ellos mismos son consumidores de esos alimentos”, indica Ricardo Goldaracena, presidente de la firma. “En el tratamiento de los animales se permiten sólo algunos medicamentos y se exige que la alimentación sea orgánica, entre otros requisitos”, explica. La empresa exporta más de 500 toneladas.
    En 2006 las exportaciones de miel orgánica crecieron 94% y alcanzaron las 889 toneladas, de las cuales 830 llegaron a la UE. Los principales compradores son Alemania e Inglaterra. Enrique Rimondino, creador de Miel de Monte, en Chaco, comenzó a producirla a principios de los 90 y exporta desde hace siete años. Su mayor comprador es Inglaterra, pero además llega a Francia, España y Holanda. “La miel proviene de una zona boscosa y natural, por lo cual se distingue por su color y sabor. La reciben distribuidores que la fraccionan para comercializarla en supermercados y también la venden a elaboradores de alimentos orgánicos que la utilizan para hacer galletitas, confituras”, señala Rimondino.
    Uno de los requisitos para un apiario orgánico es la distancia que debe mantener de áreas de cultivos tradicionales, explica José Anselmi, gerente del departamento agropecuario de Obras y Sistemas. “Por eso –dice– la apicultura se aleja de la pampa húmeda y se desplaza a zonas marginales”. La totalidad de la miel que la empresa produce en San Luis se exporta y su principal cliente es Alemania. El productor, indica Anselmi, recibe cerca de $6 por kilo de miel orgánica, mientras que por kilo de miel convencional se pagan unos $4.

    Aceites y vinos
    Estados Unidos es el segundo destino en importancia para los productos argentinos, y el año pasado se exportaron 20.000 toneladas, 11% más que en 2005. Los principales envíos correspondieron a cereales y oleaginosas –en especial arroz y soja–, frutas y productos industrializados, entre los que se destacaron el mosto de uva, los jugos concentrados de manzana, limón y pera, y el aceite de oliva y girasol. En 2006 Estados Unidos recibió 72% del aceite de oliva exportado por la Argentina, que en ese mercado compite con Italia, que junto con España son los principales exportadores de aceite de oliva en el mundo.
    Olivares San Nicolás, en Cruz del Eje, Córdoba, exporta toda su producción de aceite de oliva extra virgen orgánico, unas 240 toneladas, a importadores de Estados Unidos que colocan el producto en tiendas especializadas y supermercados. El país es también el principal comprador de las 600 toneladas de aceitunas que exporta la finca. “Los productos orgánicos se dirigen a un nicho que está creciendo y busca calidad”, señala Jorge Pierrestegui, presidente de la empresa. A la vez, menciona algunas dificultades que encuentran los productores: “El mercado interno no siempre reconoce el precio diferencial de lo orgánico, y tal vez un productor no tiene el volumen ni los recursos financieros suficientes para comercializar en el exterior”.
    También los vinos orgánicos llegan a Estados Unidos, aunque en menor cantidad que a Europa. Entre 30 y 40% de la producción de Viñas de Alto Salvador, en San Martín, Mendoza, se vende en el exterior, y su principal destino es Estados Unidos, seguido por Brasil, México, Suiza y Japón. Pedro Lorenti, presidente de la bodega, recuerda que al comprar la finca, 15 años atrás, decidieron pasar de la producción convencional a la orgánica porque estaban “convencidos de la importancia del cuidado de la naturaleza”. “No utilizamos fertilizantes químicos, plaguicidas, herbicidas o cualquier otra sustancia contaminante. Y en la elaboración del vino no empleamos levaduras artificiales”, comenta. En BioFach 2007, feria de orgánicos que se realiza en Nuremberg, Alemania, el varietal Tempranillo 2005 de Viñas de Alto Salvador obtuvo una medalla de plata.
    “La demanda de productos orgánicos crece en Europa y Estados Unidos, y su presencia en grandes supermercados facilita el acceso a los consumidores, además de impulsar la demanda”, señala Landa. Para vender en el exterior, agrega, “los productores argentinos deberían definir a qué mercados quieren llegar, cuáles son los requisitos de calidad y volumen, los canales de comercialización, aranceles, entre otros. Y una solución para quienes no tienen la suficiente cantidad que les permita exportar es agruparse con otros productores”.

    Mercado interno
    En un mercado local reducido, uno de los productos con mayor consumo son las hortalizas. Tallo Verde, en Open Door, ofrece más de 40 variedades de hortalizas, hierbas aromáticas frescas, legumbres y frutas. “Los que consumen alimentos orgánicos perciben la diferencia en sabores, colores, aromas. Producimos orgánico porque creemos en la necesidad de cuidar el medio ambiente. Es un nicho que crece en otros países y también se desarrollará en la Argentina”, considera Carlos Marro, director de la empresa. 85% de las ventas de Tallo Verde se realiza por Internet. “Los vegetales seleccionados por los clientes se cosechan en el momento, armamos las cajas y las distribuimos a domicilio”, señala Marro. Comenzaron a vender en Pilar y fueron extendiéndose a zona Norte del Conurbano Bonaerense y algunos barrios de Capital Federal.
    Cuyen es una de las empresas que vende en el mercado interno y el exterior: 20% de su producción de dulces orgánicos llega a Japón, Inglaterra y Brasil. Las plantaciones de frutillas, moras y sauco, entre otros, se encuentran en El Hoyo, Chubut, y allí también se elaboran dulces y frutas al natural. “En la producción se emplea azúcar orgánico, excepto para una línea de dulces en los que se utiliza mosto de uva orgánico”, explica Sonia Pascual, una de las creadoras de la firma. En el país también producen para Disco, que comercializa con su marca Bells.
    Para té, yerba mate y aromáticas también hay demanda en el país y el exterior. Droguería y Herboristería Argentina destinó unas 15 hectáreas de sus campos en Pehuajó a la producción de manzanilla orgánica. La empresa ya exporta manzanilla convencional y su principal comprador es Alemania, seguido de Francia, España e Italia. “Se utiliza para infusiones, elaboración de cosméticos y medicamentos”, explica Danilo Menant, gerente de Comercio Exterior de la empresa. También reciben de Misiones té y yerba mate orgánicos que venden en saquitos en el país y América latina.
    Para el presidente de MAPO “crecer en el mercado interno es una asignatura pendiente, y en la medida que aumente el consumo en el país la producción orgánica se podrá consolidar. Estamos trabajando para que los productos lleguen de un modo más directo a los consumidores evitando las intermediaciones que encarecen el producto, y uno de los proyectos es crear un espacio en el que se puedan ofrecer todos los productos”. M