Aunque durante el 2001 todos los indicadores señalaban que ése sería uno de los peores años de nuestra historia, ninguna previsión, por más pesimista que fuera, podía anticipar lo que pasaría en la Argentina durante el mes de diciembre y los primeros días del nuevo año: retención de los depósitos de los ahorristas, caída sin precedentes de la actividad económica, levantamientos populares, saqueos, represión y muerte de manifestantes a manos de la policía, renuncia del gobierno nacional en medio de la peor crisis social y económica de que se tenga memoria, crisis institucional por la sucesión presidencial, pesificación de la economía, devaluación del peso y, por primera vez en diez años, inflación.
El estallido de la crisis desactualizó cualquier fotografía de la Argentina tomada antes del último trimestre del 2001. Y esta vez, la Ciudad de Buenos Aires no fue una excepción.
Llamada por algunos “la París de Latinoamérica” o “la Suiza argentina”, la Ciudad de Buenos Aires probó ser más resistente que el resto del país al clima recesivo que se vive desde la segunda mitad de 1998. Si se observa su perfil productivo hasta el año 2000 se observa que, en períodos de expansión, la ciudad tiene un mejor desempeño que el agregado nacional y en períodos de retracción se ve menos afectada que el resto del país.
Durante el período comprendido entre 1993 y 2000, el PBG porteño (producto bruto geográfico: el producto bruto que toma como unidad de observación a los establecimientos o locales en lugar de las empresas) creció 25,5%. En el 2000 llegó a alcanzar la cifra de $ 65.728 millones, impulsado principalmente por los sectores productores de servicios. En el mismo período, la economía porteña creció a una tasa anual de 3,3%, mientras que la nacional crecía a un ritmo de 2,3. Incluso, la ciudad llegó a crecer mientras el país se retraía.
En efecto, durante el 2000, el PBI argentino cayó 0,5%, mientras que el PBG de la Ciudad creció 1,4%. Entre 1993 y 2000, la participación de la economía porteña en el total nacional pasó de 22,15 a 23,73%.
Sin embargo, las sucesivas medidas implementadas desde la Nación durante el 2001 con el fin de hacer bajar el índice del riesgo país logro que devolvería la inversión, tales como la reducción del gasto público, el incremento de impuestos y el recorte de salarios y jubilaciones terminaron mellando su resistencia. “La recesión pegó tardíamente en la ciudad”, dice Miguel Angel Pesce, secretario de Hacienda y Finanzas, “porque el sector de servicios que aquí es el más importante, es menos flexible a los procesos de retracción, así como los sectores industriales de medicamentos y alimentación, que también tienen un peso considerable en la economía de la Ciudad”.
Cifras recesivas
Para el último trimestre del 2001 todos los indicadores ligados a la actividad económica exhibían cifras recesivas, liderados por la construcción que registró una caída inédita. Una llamativa excepción es el caso de algunos servicios públicos, principalmente la energía eléctrica, cuyo consumo se incrementó en 6,3% hasta el mes de octubre, en relación con el mismo período del año anterior. Otros servicios empezaron a insinuar una caída sobre el final de año, aunque menos pronunciada que en otras áreas.
También el empleo cayó: en enero, el índice de desocupación de la ciudad alcanzó unos inéditos 15 puntos, mientras que durante años anteriores se había mantenido en una sola cifra. “Buenos Aires tiene sobre sí una gran demanda de trabajo que no es propia sino que proviene del conurbano”, explica Aníbal Ibarra, el jefe de Gobierno de la Ciudad. “Enfrentamos la situación ofreciendo una fuerte contención social. Tratamos de asegurar los servicios básicos. Pero esto no es fácil cuando la recaudación cae 40%, como sucedió en diciembre. Hay que resaltar que la ciudad no recibe coparticipación. Vive de sus propios recursos. Por eso la caída de la recaudación es un golpe tremendo para nosotros”.
A diferencia de la fallida administración delarruista, los hombres del Frepaso que permanecerán en el gobierno de la Ciudad hasta el 2003, creen en una reactivación no por el lado de la oferta sino por el lado de la demanda. “Hay que favorecer el consumo” afirma Ibarra “darle a la gente las herramientas para consumir. Porque si uno achica los márgenes de disponibilidad de la gente, además de un alto riesgo de conflicto social, no hay posibilidades de que esto arranque. Por eso, dentro de las restricciones presupuestarias, la ciudad está tratando de mantener su obra pública. No sólo porque la necesita, sino porque es un factor de generación de empleo y reactivación. En este momento, a nivel macro, se están sosteniendo los reservorios, un plan de pavimentación y la extensión de la red de subterráneos. A escala más pequeña, estamos refaccionando hospitales y escuelas. Por otro lado, comenzamos un plan de subsidios a jefes de familia desocupados con hijos en edad escolar. Esto se hace con fondos que provienen de la Nación. Al principio nos habían excluido, pero luego llegamos a un acuerdo más o menos satisfactorio que nos va a permitir entregar $ 200 por mes a unas 30.000 familias”.
Principales indicadores
Durante el 2001 los índices de actividad económica de la ciudad cayeron sostenidamente, sólo para derrumbarse en el último trimestre. El elevado marco de incertidumbre provocado por la flaqueza del gobierno nacional y la retracción del consumo interno incrementada por medidas que algunos sectores del gobierno de De la Rúa imaginaban como reactivantes tales como reducir salarios para pagar intereses de la deuda diseñaron un escenario recesivo del que la economía de la ciudad no pudo escapar.
El indicador de los servicios públicos experimentó una caída histórica de 12,9% en diciembre del 2001, en relación con el año anterior. Ese descenso determinó que el 2001 cerrara con una caída anual de 1%, la primera que se registra desde que hay mediciones. En la ciudad, las caídas más destacadas se verificaron en el transporte de pasajeros. En la primera mitad del año, la caída en el transporte promedió 6,5%, en relación con el mismo período del año anterior. Pero, hacia el final del año, el derrumbe fue mayúsculo. En los trenes, la cantidad de boletos vendidos cayó 25,5% con respecto a los pasajeros de diciembre del 2000. Los colectivos movilizaron, en diciembre, 19% menos de pasajeros que en el mismo mes del 2000. Los subterráneos tampoco lograron capear la crisis y registraron una caída de 15,8% en la cantidad de pasajeros en el mismo período.
La construcción mantuvo la tendencia negativa que se observaba durante el 2000. En el tercer trimestre del 2001 la superficie autorizada para la construcción alcanzó los 195.778 m2, lo que implica una variación negativa de 59,7% respecto del mismo período en el año anterior que fue de 365.417 m2. Sin embargo, en el trimestre anterior, el indicador señalaba un crecimiento de 2,9%, con respecto al segundo trimestre del 2000. Esto se debe a que el sector no registra el mismo comportamiento para la construcción de unidades residenciales que para la construcción de unidades productivas o de servicios. En este último rubro, hubo un inédito crecimiento de 176% en el segundo trimestre del 2001. Este crecimiento no se mantuvo en los trimestres sucesivos, cuando el indicador cayó 42%, pero contribuyó para levantar el índice anual que, sin este acontecimiento particular, habría registrado una caída mucho mayor.
Las cifras del comercio minorista reflejan una caída del consumo en todos los niveles sociales, que se expresa en bajas de las ventas tanto en los supermercados como en los shopping. La caída fue de 3,5 y 14,5% respectivamente durante los primeros diez meses del 2001, para llegar, tras el estallido de la crisis, a una baja del orden de 6,4 y 40% respectivamente en enero del 2002. Hay que tener en cuenta que estas cifras incluyen precios remarcados, por lo que la caída en las ventas se ve hasta un punto compensada por el mayor monto recaudado.
Por otro lado, también se señaló un ligero incremento en el consumo en comercios de proximidad, lo que sugiere que el consumo se focaliza en artículos de primera necesidad. Claro que también estos comercios fueron profundamente castigados por la crisis. Según Federico Sánchez, director general de Industria y Comercio Exterior de la ciudad, “durante el 2001 cerraron más de 60.000 comercios y en los primeros meses del 2002 la cifra ya alcanza los 25.000. “La crisis”, agrega Sánchez, “ataca muy fuertemente al comercio porque es una crisis de demanda. El problema es que en la ciudad tenemos instrumentos micro, que nos permiten sólo hacer políticas de oferta. Los instrumentos que hacen falta para hacer políticas de demanda los tiene la Nación”.
De cara al futuro: el tejido productivo
La convertibilidad y la apertura de la economía de los ´90 hizo que buena parte de las empresas del país tuvieran que competir con productores del extranjero que estaban en mejores condiciones de equipamiento, de acceso al crédito o que, por diferentes motivos, tenían costos muy inferiores. El resultado fue que muchas de esas empresas se reconvirtieron, fueron absorbidas por otras más grandes o simplemente desaparecieron. El efecto de la convertibilidad sobre el tejido productivo del país y de la ciudad fue que lo hizo más delgado, menos complejo.
La empresas de la ciudad más castigadas por los años de convertibilidad fueron las textiles, de indumentaria, calzado y manufacturas de cuero. Si bien ninguno de estos rubros desapareció, hubo una alta mortalidad de empresas. “Hoy en día sólo existe un tercio de los fabricantes de calzado que existían en la década de los ´70”, explica Eduardo Hecker, secretario de Desarrollo Económico del Gobierno de la Ciudad. “Si bien las explicaciones para la desaparición de las empresas son muchas y una de las más comunes es que no eran eficientes”, continúa Hecker, “lo cierto es que durante los años ´90 no se llevaron a cabo políticas activas como para que tengan una oportunidad. El escenario macroeconómico generó un desaliento muy grande en todo el sistema productivo y también en la ciudad. 95% de las empresas porteñas son Pymes, uno de los sectores más castigados por los diez años de convertibilidad”.
“Desde el Gobierno de la Ciudad intentamos aplicar políticas microeconómicas para estimular a las Pymes, políticas vinculadas a la ganancia de competitividad, de productividad y a la creación de nuevas empresas locales. El problema no es sólo que se han perdido muchas empresas, sino que su tasa de natalidad es muy baja”, concluye Hecker.
El gobierno implementó algunos programas para incrementar la productividad como créditos a tasa subsidiada que permitió otorgar préstamos a través del Banco Ciudad, con un interés de 7% anual. También se generó un programa de préstamos de hasta $ 6.000 a tasa cero para microemprendimientos. “Muchas microempresas, sobre todo vinculadas con el diseño, surgieron de este programa”.
Hecker afirma que una forma de ganar competitividad es a través de una estrategia de diferenciación basada en el diseño: “La especificidad de los productos de la ciudad tiene que ser la diferenciación: series cortas, mucha innovación, mucha incorporación del diseño. Nuestra línea de trabajo con las empresas fue propiciar procesos de modernización productiva”.
A partir de finales del 2000, la ciudad inició una serie de políticas activas para fomentar la productividad. Entre ellas estuvo el lanzamiento de Proampro (programa de apoyo a la modernización productiva) que entregaba subsidios de hasta $ 50.000, con la obligación de la empresa de invertir una cifra similar en su proyecto. Además se lanzó Prueve (programa universitario de estímulo a las vocaciones empresariales) destinado a la generación de nuevas empresas en la ciudad, incentivando a los estudiantes y jóvenes graduados para que conviertan sus ideas en proyectos.
También se gestaron las llamadas incubadoras tecnológicas o Incuba, un programa que abarca a alumnos y egresados de escuelas técnicas, universidades tecnológicas y todas aquellas relacionadas con el desarrollo de software con el fin de crear nuevas empresas de bases tecnológicas. Finalmente, se abrió el Centro Metropolitano de Diseño, ubicado en el antiguo Mercado del Pescado, en el barrio de Barracas, que nuclea a diseñadores y busca promover la creación de puestos de trabajo en las industrias y servicios vinculados al diseño, que suman más de 20.000 establecimientos y dan empleo a más de 100.000 trabajadores en la ciudad. “En medio de esta crisis donde parece que nada se mueve, tuvimos contacto de muchas empresas que buscan asesoramiento en diseño a través de Centro”, explica Hecker.
El nuevo escenario económico también abre la puerta para hacer crecer el tejido productivo de la ciudad a través de la sustitución de importaciones. La ciudad desarrolló, desde el año pasado, un programa llamado Desarrollo de Proveedores, para que las Pymes puedan actuar como proveedoras de empresas grandes y así reemplazar con productos locales algunos de sus insumos importados. Fernando Sánchez explica: “El programa consistía en hacer un análisis de la Pyme, proponerle un programa de mejoras para que alcance los requerimientos de calidad, entregas, etc., de la grande y que ésta la acepte como proveedora. A partir de ahí había un instrumento financiero para cerrar el paquete, porque esas acciones tenían un costo. Lo cierto es que las empresas beneficiadas fueron pocas porque desde la renuncia de Machinea todo fue cuesta abajo. Sin embargo, ahora se abre una nueva oportunidad para aplicarlo, siempre y cuando se logre reconstruir el crédito”.
Las alternativas que dispara el nuevo escenario económico para la ciudad no son pocas. Tampoco las dificultades son menores ya que la ausencia de crédito y la crisis del sistema financiero hacen virtualmente imposible la creación de nuevas empresas. Sin embargo, todos confían en que eventualmente el crédito, ya sea a través de los bancos tal como los conocemos o de otras instituciones todavía por nacer, tendrá que volver.
Mientras tanto, en el Gobierno de la Ciudad coinciden que el camino para reactivar es a través de un shock de demanda. Según Matías Kulfas, director del Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Metropolitano (Cedem), “la Argentina tiene que cambiar la distribución del ingreso en favor de los sectores más perjudicados por la falta de equidad consolidada en los ´90. Pero no sólo por un problema de justicia social, sino por supervivencia”.
“No hay manera de que la economía crezca sin mercado interno. Y no puede haber mercado interno con esta distribución del ingreso. Lo que quedó del empresariado pedía a gritos un cambio como éste de las reglas del juego, ya que venían tolerando competencia desleal del exterior, retraso cambiario. Ahora es el momento para que el sector empresarial aporte al proceso de desarrollo, tal vez trayendo el dinero que han sacado del circuito productivo. Ahí se verá si los cambios que estamos viendo serán beneficiosos para todos, o si las reglas se torcerán una vez más y los únicos beneficiados serán los mismos de siempre.”
¿Qué es Prueve?
Prueve es el Programa de Estímulo La edición 2001 del programa cerró Los interesados en participar en nuevas Teléfono 4323-9829/38. Más |