¿Las mujeres son discriminadas en el mercado laboral y eso explica la magra presencia femenina en cargos directivos en las empresas?; ¿esta inequidad con efectos sociales, políticos y culturales se está resolviendo?. Estas preguntas siguen vigentes, y sin resolver dado que, como en ese momento, hay respuestas provisorias y contradictorias.
Las investigaciones sobre liderazgo en Estados Unidos indicaban que la ejecutiva mujer cuando es evaluada por sus pares, subalternos y jefes obtiene mejores calificaciones que su colega varón en parámetros como, entre otros, calidad de trabajo, metas y trato con los empleados.
Esto le permitió, a finales del año 2000, a Business Week, sostener en un artículo titulado “En liderazgo, mandan las mujeres: Nuevos estudios descubren que las mujeres empresarias superan a sus colegas varones en casi todos los aspectos”.
Lo fascinante del dato es que ninguna de las investigaciones se proponía hacer comparaciones de género. Los investigadores buscaban detectar las cualidades que hacen de una persona un/a líder eficiente, para lo cual compilaban y analizaban cientos de evaluaciones rutinarias de desempeño. Así, tropezaron con un descubrimiento no buscado: las mujeres salían mejor paradas que los hombres en casi todas las habilidades medidas.
Durante 2002, en Estados Unidos las mujeres ocupaban uno de cada 13 puestos de poder en las 500 mayores empresas del país. En 1995 la proporción era de una cada 40 y sólo había una CEO en las 500 de Fortune. En 2004 eran siete. Hoy, a través de nuestra investigación “Mujeres en los directorios de las 1.000 empresas que más venden” se expone que solo %10,5 de los miembros directorios de estas empresas son mujeres.
Esto se da, a pesar de que hace 15 años que los expertos afirman que con el aumento de mujeres en posiciones de comando la cultura empresarial va a experimentar un cambio favorable. Será más solidaria y menos competitiva, más incluyente y menos elitista, más flexible en la manera de manejar el entorno laboral. Como resultado, el ambiente de trabajo será más productivo.
De igual manera, el sexismo se extiende hasta los salarios, ya en 2004 se observaba en Estados Unidos, que por cada dólar que percibía de ingreso un hombre, en promedio, una mujer que realizaba idéntica tarea recibía 75 centavos. Este es un reclamo vigente que en los últimos tiempos llegó a ser protagonista de Hollywood, dado que muchas artistas pidieron igualdad salarial en sus discursos durante las entregas de premios.
Hace seis décadas que este conflicto de dimensiones políticas, económicas, sociales y morales, sigue en debate, con avances y retrocesos en la legislación, en la justicia y en las prácticas laborales.
Prácticamente se ha extinguido la especie de los que preconizaban a favor de la disparidad. La realidad económica es irrefutable: cada vez hay más mujeres en el ámbito laboral, muchas de ellas son jefas de hogar y/o principal ingreso y, sin embargo, la brecha persiste.
Según la investigación anual que hace la Cranfield School of Management, de Gran Bretaña, las empresas que tienen más mujeres en sus directorios tienen mejor desempeño que las tienen escasas o ninguna representante del sexo femenino.
¿Y cuál es la situación en la Argentina? Son más de la mitad de la población y en muchas carreras universitarias ya son mayoría. Sin embargo, no es frecuente encontrar a una mujer en la conducción ejecutiva de una empresa.
En conclusión, las mujeres, en el mundo y en nuestro país, han recorrido un largo camino para lograr que sus méritos sean reconocidos. Falta mucho trecho por avanzar y aunque la representación femenina va creciendo lo hace muy lentamente.