El gobierno en su laberinto

    Por Gabriel Caamaño Gómez y Evelin Dorsch (*)

    Dedicaremos cada una de las secciones de este anuario a analizar profundamente el estado de situación y las perspectivas del contexto internacional y, en particular, de cada uno de los aspectos del escenario económico local para tratar de comprender: ¿cómo llegamos hasta acá? y ¿qué debemos esperar?
    El balance de riesgos aún es complejo e incierto: la primera economía del mundo, que está llevando adelante un ajuste fiscal sin precedentes, comenzará a replegar la enorme inyección de liquidez, que ha venido implementando para sostener la recuperación desde la crisis, con un profundo impacto en los flujos de capitales y el desempeño de los mercados financieros de todo el mundo.
    China sostiene un proceso de rebalanceo que termina afectando el dinamismo de su economía. Europa está encarando el saneamiento de su sistema financiero y la debilidad de su crecimiento aún no permite que ceda el peso de la deuda. Japón siente el agotamiento del impulso inicial de la abenomics. Brasil desilusiona por el desempeño de sus indicadores y el lento avance en el proceso de reformas estructurales y el mercado le empieza a pasar factura.
    En fin, el contexto externo en 2014, será menos amigable para los emergentes que en los últimos años porque la disponibilidad y el costo del financiamiento externo irá en aumento. Además, la reducción de la liquidez también terminará impactando en los mercados internacionales de los commodities en forma negativa sobre los precios.
    Si bien la Argentina ha decidido no financiarse en el mercado internacional de capitales, aún a pesar del bajo nivel de tasas de interés de los últimos años, el aumento del costo del financiamiento encarece esta alternativa cuando el financiamiento del déficit vía emisión monetaria está colapsando.
    Pero el principal riesgo para nuestro país radica en la evolución del precio de las materias primas en los mercados internacionales (aunque se espera una cosecha récord en términos históricos) y la evolución de la economía brasileña (el principal socio comercial de nuestro país y principal destino de nuestras manufacturas de origen industrial). El atraso cambiario y las medidas de racionamiento completan el panorama.
    La situación local presenta una economía que se enfrenta a una crisis por balanza de pagos, producto del sostenido deterioro de las cuentas fiscales financiado mediante una expansión monetaria creciente, que terminó convalidando un proceso inflacionario en franca aceleración.
    Lo dicho, más la política de racionamiento cambiario no hicieron más que acelerar el proceso de deterioro de las expectativas devaluatorias y la reacción a la cobertura de los agentes económicos, retroalimentando el proceso de huida del peso.
    Este es el panorama cuyo deterioro disparó una serie de medidas tendiente a limitar el retroceso del saldo de la balanza comercial y la salida de capitales que aceleró la caída de las reservas, aún a pesar de la depreciación del peso y el aumento de la brecha entre cotización formal e informal del dólar.


    Gabriel Caamaño Gómez
    Foto: Gabriel Reig

    Nada tuvo el efecto buscado
    Pero ni el cepo cambiario, ni el esquema de balanza compensada por sector, ni las barreras administrativas sobre las importaciones sujetas a la autorización discrecional caso por caso, ni el recargo a los consumos en el exterior, ni el blanqueo, ni los acuerdos con los exportadores para que adelanten la liquidación de divisas tuvieron en el efecto buscado. Las reservas disminuyeron 30% el año pasado y las importaciones crecieron a un ritmo que duplicó el de las exportaciones.
    Es decir, más allá del contexto internacional y el impacto sobre la evolución de la economía local, que este año se mantendrá en línea de flotación aún más débil que el año pasado, el rasgo más preocupante es el deterioro del resultado fiscal después de una década en la que el gasto creció ininterrumpidamente por encima de los ingresos (genuinos y totales) profundizando el sesgo expansivo que se diluyó en la aceleración del proceso inflacionario.
    Muestra de ello es que la tasa de mensual de inflación del año pasado terminó duplicando la variación con la que había arrancado, reflejando la dominancia fiscal de la política monetaria. Solo cabe recordar que la Argentina hace 7 años que viene registrando una tasa de inflación por encima de 15% y en los últimos cuatro la tasa se ubicó siempre por encima de 25%.
    El estancamiento del nivel de actividad, la aceleración de la inflación y el atraso cambiario terminó afectando la rentabilidad del sector privado y la cadena de pagos. A esto se suma que las tasas de interés vienen en aumento y la disponibilidad de crédito al sector privado se orienta a las líneas de financiamiento de consumo de más corto plazo.
    Y como nada es gratis, no solo aumentó el nivel de conflictividad en torno al salario (que en términos reales se deterioró por primera vez en una década), sino que terminó estancándose la generación de empleo privado que venía siendo compensado por el empleo público en los últimos años. Pero eso también se agotó y ahora el empleo comienza a ceder. La tasa de desocupación se mantuvo porque disminuyó la participación, mientras se revirtió la tendencia descendente del empleo informal.
    Lo dicho implica que el nivel de fragilidad del equilibrio macroeconómico local se traduce en inestabilidad y volatilidad en un proceso que se realimenta y acelera. El contexto externo mantiene riesgos latentes para nuestra economía (holdouts, precios de las materias primas, Brasil, entre otros) que tienen la capacidad de agravar el desgaste sostenido en proceso, hacia un ajuste disruptivo. Sin embargo, no esperamos cambios significativos en el esquema de política económica local. Más bien, se van a ir encadenando, cada vez con un efecto menos perceptible y fugaz, una serie de parches que intentarán estirar hasta 2015.


    Evelin Dorsch
    Foto: Gabriel Reig

    Todo en ocho capítulos
    Para describir acabadamente el panorama económico relevante en el arranque de 2014 distribuiremos el análisis en ocho secciones: la primera está dedicada al contexto internacional describiendo la evolución reciente y las perspectivas de los principales motores del crecimiento mundial.
    En la segunda sección nos dedicaremos al análisis del las cuentas fiscales y la tercera, aunque como ya dijimos muy ligada a la anterior, a la política monetaria, incluyendo las perspectivas inflacionarias y su impacto sobre el tipo de cambio real.
    La cuarta sección está dedicada al sector externo, mientras que en la quinta sección presentaremos la dinámica del nivel de actividad local, haciendo foco en la industria, la construcción, el agro y los servicios.
    La sexta sección la dedicamos al panorama financiero y en la séptima analizamos la situación del mercado de trabajo. Por último, en la octava sección presentamos un panorama completo y consistente para el año en curso que reúne las conclusiones y perspectivas de las secciones anteriores con mayor profundidad.
    En todas las secciones, a excepción de la primera y la última presentamos columnas de opinión de valiosos colegas que enriquecieron significativamente nuestra perspectiva, con la diversidad de sus aportes calificados. Agradecemos profundamente a Nicolás Bridger, Osvaldo Cado, Diego Corallini, José Rozados, Ernesto O’Connor, Dante Sica, Eric Ritondale, Patricio Millán y Agustín Salvia, por su aporte enriquecedor basado en la experiencia que cada uno ha desarrollado posicionándose como referente obligado de la materia consultada.
    Para concluir esta introducción, subrayamos el inmenso desafío, en materia de política económica, que implica el panorama que presentamos. En la última década la Argentina enfrentó un contexto único, por el nivel históricamente elevado y el período extenso de su registro, tanto de la liquidez mundial como de los altos precios de los commodities. Pero como veremos, lo dicho no se ha traducido en la consolidación de un proceso de crecimiento sostenido, sino más bien todo lo contrario. Cerramos la década que comenzó con el proceso de recuperación de la crisis más severa de nuestra historia, enfrentando un profundo desequilibrio de la balanza de pagos. Revertir sus condiciones iniciales, mientras el contexto externo se torna menos amigable será aún más difícil de ahora en más.

    (*) Gabriel Caamaño Gómez y Evelin Dorsch, economistas, son socios de Consultora Ledesma.

    1- Proceso de estancamiento de la actividad económica en un contexto de alta y persistente inflación.