Con el teletrabajo como “norma” en pandemia toman mayor impulso discusiones -ya existentes- en torno a la necesidad de establecer límites a la comunicación laboral cuando ya no hay entorno físico ni horario de salida que delimite la jornada de trabajo y la tecnología nos mantiene “a un click y a disposición” 24/7.
La primera discusión –advierte un informe de Trendcity- supone entender que teletrabajar en pandemia no es lo mismo que teletrabajar. La primera implica una situación de excepción donde el trabajo se tiene que combinar con la atención de una casa y una familia y sin la estructura ni planificación adecuadas, mientras que en la segunda están involucradas la decisión voluntaria y todo el sistema acorde a la decisión.
¿Se puede mandar WA a cualquier hora, cualquier día? ¿Hasta qué hora o desde que hora? ¿Estar en casa implica estar disponible siempre?
A todo esto se le suma síntomas de estos tiempos como la fatiga por Zoom y el hartazgo de pantallas. Esta nueva relación con la tecnología y el trabajo exige nuevas normas y legislaciones que aún no existen en nuestro país.
El “derecho a desconectarse” fue reconocido en Francia en 2016, cuando se promulgó una ley que lo incluyó como un tema de negociación obligatoria en las empresas.
En Argentina, ya hay presentado un proyecto de ley que busca proteger los horarios de ocio en el marco de diversos proyectos que tienen foco en las nuevas tendencias del mundo del trabajo y sus impactos en términos de derechos, relaciones laborales, tecnología, protección de datos y desconexión.