Los datos biométricos, la información más personal que poseemos, está siendo usada cada vez más por empresas privadas con propósitos comerciales
El término “biométrica” refiere a nuestros rasgos biológicos individuales, que incluyen rostro, huellas digitales, iris, voz, paso, expresiones faciales y ADN. La biométricas se está usando para identificar personas, casi siempre en el contexto de la seguridad personal.
En algunos países ya usan el reconocimiento facial los comercios, hospitales, aeropuertos, museos y casinos para seguridad y acceso. Algunos bancos comienzan a usar el reconocimiento de la voz para reemplazar las contraseñas tradicionales.
Pero a pesar de que la biométrica se recibe como una tecnología más segura que la contraseña, los riesgos de mal uso y hackeo son inmensos. Son datos imposibles de cambiar porque están codificados en nuestra biología.
Una vez que alguien los tiene, esos datos nos señalan de manera unívoca. Si alguien obtiene nuestra contraseña podemos cambiarla, pero no podemos reescribir nuestro ADN ni cambiar nuestros ojos.
Los especialistas en seguridad hace tiempo que señalan la falibilidad de los sistemas biométricos y han demostrado que se los puede engañar.
No hace mucho hubo un incidente en Gran Bretaña que puso esta realidad al descubierto. Más de un millón de huellas digitales y de reconocimiento facial se descubrieron en un sitio de acceso público perteneciente a Suprema, una compañía que es usada por bancos, gobiernos y la policía metropolitana de Gran Bretaña.
Suprema brinda una plataforma biométrica a un negocio de control de acceso llamado Nedap, que sirve a 5.700 organizaciones en 83 países. “Esa información, una vez robada o perdida, no se recupera. Un individuo podría verse afectado por el resto de su vida”, declaró VPNMentor, la compañía de investigaciones que descubrió el defecto en la base de datos.
Los riesgos de que se vuelvan a filtrar esos datos biométricos aumentan a medida que aumentan las organizaciones que adoptan la tecnología.