viernes, 22 de noviembre de 2024

Hacia una sociedad del conocimiento

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José María Louzao Andrade, actual presidente de Cessi, evalúa positivamente el camino recorrido por las TIC argentinas. Continuar avanzando requiere de profundizar la articulación entre academia, empresa, Gobierno y sociedad. Asegura que es necesaria la definición de temas fundamentales, consensuados a escala latinoamericana, y que la privacidad de los datos es una cuestión de soberanía.

Por Carina Martínez*

A José María Louzao Andrade no le faltan nombres… ni cargos. Es presidente y director de la firma G&L Group, presidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (Cessi), vicepresidente de Fundación Sadosky y National Contact Point para Pyme, de la Oficina de Enlace Argentina-UE del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Cualquiera de nosotros no dudaría en acertar su profesión: ingeniero, o licenciado en Sistema… Pero no. Es abogado. Y desde su rol en cada una de estas entidades, trabaja con notable entusiasmo no solo en posicionar al país en un mundo globalizado y digital, sino también en avanzar hacia una sociedad del conocimiento más inclusiva, que permita la reducción de la nada despreciable brecha digital.

La Argentina de ayer y de hoy
–¿Qué tendencias se avizoran en el sector de las TIC?

–Hasta hace unos años, en las TIC la parte de comunicaciones (C) era muy grande y más chicas las de TI. En TI, a su vez, la porción más grande era la de hardware (T) y más chica la de software (I). Desde hace uno o dos años, pasó a ser mucho más importante la I que la T. O sea, no solo se consume más software que hardware, sino que la mayoría de los nuevos procesos están basados en la información y su análisis inteligente. Lo que se ve ahora es la “ciencia de los datos”, que implica una nueva forma de entrar al futuro.

–¿En qué lugar se posiciona la Argentina en este proceso?
–En esto no estamos lejos de nadie, porque todo el mundo se encuentra en el mismo escalón. Además, en la Argentina hay muy buena base de recursos humanos; gente que es innovadora, disruptiva, creativa. 
Creo que se viene un sector totalmente diferente, con conocimiento transversal de cada industria. En donde más facturamos hoy es en el segmento financiero y en telecomunicaciones, porque es donde nuestras empresas tienen el conocimiento funcional de cómo funcionan estos sectores. Pero ya se está avanzando sobre otras industrias, como pueden ser la energética, los agronegocios…

–La salud… 
–En salud se está haciendo mucho. Por un lado, hay un fuerte componente de microelectrónica, que tiene que ver con sensores. Por ejemplo, no sería muy difícil hacer una historia clínica unificada de cada uno de los habitantes del país. 
Pero más allá del tema de las aplicaciones de gestión de la salud, hay otra parte vinculada a aplicaciones de prevención. Y creo que ese es el salto cualitativo. Hoy, lo que posibilita la microelectrónica y su casamiento con el software es trabajar con sensores que determinen valores, de glucosa, de presión, etc. Esto permite hacer un análisis inteligente y que la persona concurra al médico no cuando lo necesita sino como rutina. Así, se puede bajar el gasto de salud del Estado y también del sector privado, a la vez que se mejoran las condiciones de vida de la población.

–¿El país avanza en este sentido?
–Sí, se está avanzando. Creo que falta un entendimiento con otros sectores. Hay intereses sindicales, corporativos empresarios privados, de todo tipo…

–¿Cómo se hace para superar estas limitaciones?
–En cuanto a los temas fundamentales, existe una agenda digital intramuros que tiene que ver con la administración pública, con el Estado al servicio del ciudadano. En esto se avanzó mucho. Es buenísimo, por ejemplo, que se puedan hacer los trámites por Internet, pero hay que tener en cuenta que esto es limitado, porque deja afuera a 7 millones de personas que no saben usar una computadora.
Hoy las comunicaciones en ese nivel y para ese segmento deberían ser vía celular. Casi todos tienen un celular y saben mandar y recibir un mensaje de texto; así se podrían comunicar campañas de vacunación, un censo, cuestiones escolares. 
Para afuera, la agenda digital tiene que contemplar salud, transporte, energía… que son los grandes temas. El corazón de esa agenda digital debe ser la industria nacional. Acá incluyo las industrias nacionales, más algunas corporaciones que se han instalado aquí porque estratégicamente decidieron estar en el país y no porque les conviene el tipo de cambio o encuentran más recursos, porque a estas no les van a interesar este tipo de cuestiones. 
Es mucho más fácil desde el corazón de la industria nacional articular con sectores gremiales, con los distintos intereses, y plantear, desde un sector como el nuestro, que esto tiene que ser una política de Estado, no de Gobierno. Porque la historia clínica unificada, por ejemplo le sirve al Pro, al radicalismo, al kirchnerismo…

Vínculos estratégicos y privacidad
–¿Cómo evalúa este vínculo necesario entre Gobierno y empresa; entre ciencia y producción?

–Creo que hoy nadie imagina una Argentina sin un Ministerio de Ciencia y Tecnología y un Ministerio de Industria. Porque un país con una población de 40 millones de habitantes no puede vivir exclusivamente de commodities y del agro; lo que genera empleo es la industria. 
Lo que se avanzó en Ciencia y Tecnología fue increíble; creo que tenemos un ministro de lujo, y especialmente avanzamos en algo fundamental: el cambio en la mentalidad del científico, que dejó de hacer ciencia básica para hacer ciencia aplicada. 
Cuando se comienza a tener centros tecnológicos, gente de la academia que no ve al empresario como un enemigo y empresarios que no ven al académico como un hippie, que solo le interesa escribir una nota para salir en el exterior, y ambas partes, junto con el Gobierno, se dan cuenta de que esto tiene que ser una política que vaya en beneficio del ciudadano, se avanza muchísimo.
Es muy bueno el plan 2020 que se elaboró con el Ministerio de Industria y es también muy bueno, y además estratégico, el plan 2020 de Ciencia y Tecnología. Y si bien son actividades que tienen que ver con el Poder Ejecutivo, deberían estar avaladas por el conjunto de partidos políticos y llegar a la sociedad. A mí me da mucha pena lo poco se habla en los medios periodísticos sobre ciencia y tecnología.

–Hoy es un tema candente el de la privacidad de los datos. ¿Cómo repercute esto en el desarrollo del sector?
–Todo lo que tiene que ver con extraterritorialidad no está en el centro del debate y sería fundamental que lo estuviera. Si nuestros datos están alojados en el extranjero, ante una simple aprobación de un Estado (extranjero) pueden conocerse. Los datos no deben servir para perseguir al ciudadano sino para protegerlo. Debemos hacer un acuerdo en América latina y ver cómo los cuidamos. 
Hay riesgos de la globalización que se combaten solamente con el conocimiento y con un sentido de soberanía.


José María Louzao Andrade
Foto: Gabriel Reig

–Entonces, implica un potencial de crecimiento para el sector local.
–Claro, ya no se puede manejar la seguridad con software extranjero. Hay que ir hacia una política de sustitución de importaciones en temas estratégicos que sea seria. Esto implica que participe el sector privado, los centros tecnológicos y el Estado (no solo los Gobiernos), y si es posible con control parlamentario, la presencia de todos los partidos… Y evaluar qué modelo de país, de gestión de datos y de modelo tecnológico queremos.

–En I+D, un gran tema es el financiamiento. ¿Cómo lo manejan las empresas del sector?
–El sector invierte más de 6% del total de sus gastos (nosotros lo tomamos como una inversión pero se relaciona con el total de gastos) en I+D. Fonsoft, que es un crédito del Gobierno, es una herramienta fundamental. También hay algunos créditos del Bicentenario que fueron para el sector y programas del Sepyme muy buenos. Pero el financiamiento es público en 10%, 3% bancario y el resto, la gran mayoría, es reinversión de utilidades.

–Esta es una barrera importante…
–Sí, porque lleva a modelos que, desde mi punto de vista, no son tan recomendables. Debería existir una serie de incentivos, un adecuado marco de financiamiento y subsidio, y creo que hay que llevarlo a cabo a escala latinoamericana. Definir los grandes temas e implementarlos. Por ejemplo, si se hace un buen sistema de transporte, se vende en Buenos Aires, en San Pablo, en Caracas y en DF, porque todas son un desastre.

–¿Qué soluciones son las que más se exportan? ¿A qué países?
–Principalmente, software a medida, que tiene que ver con la inteligencia y el valor agregado. Mucho vinculado con temas de marketing, redes sociales, publicidad, creatividad. Y también soluciones inteligentes, relacionadas con el software embebido, que es el que va, por ejemplo, dentro de una cosechadora, y que permite verificar el nivel de humedad del suelo, cuántas cosechas se pueden tener, etc. La tecnología modifica y da un nivel de diferenciación cuando es aplicada, en cualquier actividad productiva.
Antes se exportaba 20% a Europa y 7% a España; hoy toda Europa no llega a 6% y España es el 1%. En cambio, creció mucho la exportación a Latinoamérica. EE.UU. representa entre 50 y 55%, desde hace 10 años. La diferencia es que en 2003 exportábamos US$ 170 millones y ahora casi US$ 1.000 millones. 
También hay que pensar mucho en el sur-sur. El tema de commodities de energía y demás va a generar que determinadas zonas de África se vuelvan interesantes; y ya existe bastante demanda desde los Emiratos Árabes. Otras posibilidades son Australia y Nueva Zelandia.

La indispensable articulación universidad-empresa
–Gran parte de los estudiantes de carreras afines al sector abandona los estudios al comenzar a trabajar. ¿Qué se puede hacer al respecto? 

–El sector creció muchísimo; de 19.000 empleados a 80.000. No hay egresados por esa cantidad, sino que creció porque volvieron más de 20.000 personas que estaban en el exterior y ahora están trabajando aquí. 
Creo que la solución son los centros de desarrollo en cada una de las universidades, esencialmente en las del Conurbano Bonaerense, que son las que más alumnos están teniendo en los últimos años. Tiene que haber un planteo de ambos lados. A veces, desde las universidades, se tiene una mirada sobre el alumnado del conurbano de absoluto desconocimiento. 70% de los padres de estos alumnos no tiene más que estudios primarios, entonces, probablemente, en segundo año de su carrera sean quienes mantienen a esa familia. Por lo tanto, hay que darles las condiciones para que se reciban mientras trabajan, y no mirar solo desde el lugar de la excelencia académica, diciendo “quiero que esté 12 horas en la facultad”. Además, hay que modificar los planes de estudio, porque la tecnología cambia muy rápidamente. 
Deberían existir tecnicaturas, o diplomados de dos o tres años, para la parte de abajo de la pirámide. Diferente es el caso de quienes estudian en Exactas o Ingeniería de la UBA…

–Pero el índice de egresados en estas facultades también es bajo.
–Pero por otro tema. Un porcentaje altísimo terminó la carrera pero no es egresado porque no hace la tesis. Porque le ponen un profesor que a los dos meses se va por una beca.
Nosotros proponemos que hagan la tesis con profesionales de la cámara, que la hagan de acuerdo a necesidades de las empresas nacionales, que se les pague y se los tutoree. 
Es muy simplista decir “se los chupa el sector privado”; es pensar que vivimos en un país ideal, donde el chico puede estar ocho o nueve años sin trabajar. 
Además, los mejores egresados de Exactas de la UBA son los que trabajaron durante su carrera; la universidad no puede ser un gueto.

Los aportes de Cessi

–¿Qué estrategia está implementando la Cessi?
Primero intentamos evangelizar. La cámara funciona de manera muy horizontal, con una serie de comisiones que atacan lo que entendemos es estratégico para el sector.
Hay una comisión de educación que apoya proyectos y trabaja con los distintos niveles: primario, para que los chicos empiecen con interfaces gráficas, que son el lenguaje del futuro; secundario, con Fundación Sadosky, para incentivar estas carreras; con las tecnicaturas y carrera de grados, para llevar empresas a las universidades para que generen sus centros de desarrollo, asegurar la terminalidad y tener una pirámide lógica. Mediante Empleartec, con el Ministerio de Trabajo, estamos articulando 30.000 cursos para los próximos tres años, para preparar gente para la base de la pirámide del sector.
En innovación, intentamos ver hacia dónde va el mundo y qué es aplicable en el país. 
La comisión de inclusión está trabajando con todo tipo de discapacidades, para incluirlos en el sector. En esto trabajamos con distintas ONG.
Otra comisión es la de mercados, con dos fases. Una es la transversalidad con otras industrias y ver cómo el sector ayuda a la competitividad de la economía, y otra es la de internacionalización, mediante la cual abrimos cinco oficinas en el exterior. Se forman consorcios entre las empresas, que asumen los gastos de esa oficina y esta les da soporte administrativo, impositivo, etc. 
La comisión de impuestos trabaja con la aplicación de la Ley de software, con los diferentes criterios que tienen los gobernantes para aplicar ingresos brutos.

–¿Cómo es la composición de la cámara en cuanto al tamaño de las empresas?
Existe un equilibrio, con una proporción similar de Pyme, empresas nacionales medianas y grandes, corporaciones y empresas del interior. Así, se escuchan todas las voces y se consensúan las políticas.
Las comisiones tienen un rol muy activo, e intentamos articular con todos y tener diálogo con el Gobierno nacional, con los Gobiernos provinciales, de todo signo político. Tenemos nuestros conceptos de hacia dónde queremos ir, y damos los debates que corresponda dar. Nos paramos como sector estratégico de la economía, intentando hacer ver que, si queremos tener en 2020 un país mucho más justo, deberemos avanzar hacia una sociedad de conocimiento.

 

*Carina Martínez es Secretaria General de Redacción. Con este artículo ganó la distinción Prensa de este año otorgado por la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de la República Argentina (CESSI).

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