China pone en entredicho el liderazgo financiero de EE.UU.

El inglés Martín Wolf, el norteamericano John Miller y el italiano Sergio Romano temen para este fin de semana un choque entre el yüan y el dólar en la asamblea semestral FMI-Banco Mundial. Dos de ellos creen que se acentuará el declive de Estados Unidos.

7 octubre, 2010

<p>&ldquo;No se ven otras opciones que una guerra cambiaria protagonizada por Beijing y Washingtom, con la Eurozona como mera espectadora&rdquo;, sostiene Wolf en el Financial Times. A su juicio, hay cuatro interrogantes claves: &iquest;manipula China su moneda? Si lo hace &iquest;importa? &iquest;qu&eacute; podr&iacute;a ped&iacute;rsele? y, finalmente, &iquest;pueden otros pa&iacute;ses modificar esa pol&iacute;tica sin causar m&aacute;s que da&ntilde;os colaterales?&rdquo;.<br />
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La primera respuesta es f&aacute;cil: &ldquo;colocar la mitad del producto bruto interno en reservas (US$ 1,2 billones) constituye una flagrante manipulaci&oacute;n&rdquo;. Adem&aacute;s &ndash;surge aqu&iacute; la ortodoxia anglosajona-, esterilizando efectos monetarios, coincide Miller, &ldquo;el gobierno chino transgrede los mecanismos de ajuste t&iacute;pico en un sistema de paridad fija&rdquo;, que ambos analistas remiten a David Hume, fil&oacute;sofo escoc&eacute;s (1711/76). Romano, en cambio, menta al economista David Ricardo (1772/1823).<br />
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Viene la segunda pregunta: &iquest;importa? Una respuesta es que se trata de proteccionismo, pues un y&uuml;an bajo implica subsidiar exportaciones y sustituir importaciones, cl&aacute;sico instrumento keynesiano aplicado en la posguerra por algunas econom&iacute;as centrales y buena parte del entonces &ldquo;tercer mundo&rdquo;. Pero, en ese ciclo macroecon&oacute;mico tipo &Ntilde;ikol&aacute;i Kondr&aacute;tyev o Josef Schumpeter &ndash;hoy citado s&oacute;lo en los informes de Naciones Unidas-, la potencia dominante (EE.UU.) practicaba el proteccionismo triguero de la ley 480, una de cuyas v&iacute;ctimas fue Argentina. En el actual ciclo, el predominio pas&oacute; a China.<br />
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Esto significa, en la &oacute;ptica anglosajona de Wolf, &ldquo;distorsionar el intercambio porque Beijing es el m&aacute;ximo exportador mundial&rdquo;. Nadie parece recordar que los ping&uuml;es subsidios agr&iacute;colas de la Uni&oacute;n Europea, EE.UU. y Jap&oacute;n vienen haciendo lo mismo desde hace d&eacute;cadas. Ir&oacute;nicamente, el franc&eacute;s Pascal Lamy, su autor intelectual, preside la Organizaci&oacute;n Mundial de Comercio, campeona de una entelequia llamada libre intercambio. <br />
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Sigue la tercera inc&oacute;gnita, &iquest;qu&eacute; podr&iacute;a ped&iacute;rsele razonablemente a China? &ldquo;Un ajuste nominal -afirma Miller- no ser&iacute;a necesario ni suficiente para que tornase el equilibrio econ&oacute;mico mundial. Por uno de dos motivos: la inflaci&oacute;n modificar&iacute;a los precios relativos o ser&iacute;a necesario aumentar el gasto interno chino en relaci&oacute;n con la producci&oacute;n&rdquo;. Coincidiendo, Wolf va m&aacute;s lejos y recomienda ese ajuste como punto inicial de &ldquo;medidas deseables&rdquo;, o sea monetaristas. <br />
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Se llega entonces al problema final: c&oacute;mo coaccionar a China para que cambie radicalmente de pol&iacute;ticas. La idea es tan impracticable que Miller se inclina por &ldquo;negociar con el resto del grupo de los 20, que se re&uacute;ne en Se&uacute;l durante noviembre&rdquo;. En realidad, pocos lo creen factible y Wolf apela a extremos; por ejemplo, &ldquo;una devaluaci&oacute;n colectiva del d&oacute;lar concertada contra Beijing&rdquo;, como la que aboga esta misma semana Frederick Bergsten en The Economist.<br />
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Por encima de tantas disquisiciones a menudo poco sensatas, un fantasma estilo Charles Dickens rondar&aacute; los encuentros del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (Washington, este fin de semana) y el grupo de los 20 (Se&uacute;l, noviembre). No es econ&oacute;mico ni financiero, sino geopol&iacute;tico: &ldquo;Occidente debe admitir la declinaci&oacute;n de EE.UU. evitando que la crisis evada el &aacute;mbito cambiario y se haga sist&eacute;mica&rdquo;, se&ntilde;alan Dominique Mo&iuml;si &ndash;allegado a su tocayo Strauss-Kahn- y Alain Touraine. A su juicio, &ldquo;vivimos uno de los peores escenarios. El capitalismo parece incapaz de autorregularse, el sindicalismo es d&eacute;bil, no hay derechas s&oacute;lidas &ndash;mientras los ultras prosperan en las democracias centrales- y las izquierdas aspiran s&oacute;lo a engordar sin contratiempos&rdquo;. <br />
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