<p>Por Julián Bersano</p>
<p>Albert Einstein valoró la intuición como un elemento fundamental del avance científico.Solemos admirar a la gente intuitiva que es capaz de tomar decisiones rápidas sin un proceso de razonamiento visible. Pero lo cierto es que la intuición como mera justificación de la adopción de determinadas medidas es responsable de grandes éxitos y también de grandes fracasos.</p>
<p>Es una metodología que, en general, no es aconsejable utilizarla como reemplazo de un proceso de razonamiento tradicional.<br />
<br />
Inclusive en el deporte, los resultados son diferentes cuando las decisiones se toman basadas en el razonamiento. Nuestra selección nacional de fútbol quedó eliminada del mundial pasado cuando el técnico alemán decidió desactivar la intuición de su arquero en los penales y suplantarla por un simple estudio estadístico del lugar más posible adonde patearían nuestros jugadores. Hoy por hoy inclusive, nuestra selección se debate entre la mística contrapuesta al estudio pormenorizado de las capacidades propias y de los rivales.<br />
<br />
Si evaluamos el uso de la intuición en cada disciplina, nos damos cuenta de que los profesionales cada vez se alejan más de la intuición como justificante único de las decisiones que toman. En la empresa, por ejemplo, las áreas de marketing analizan detalladamente el comportamiento de los clientes, segmentan las campañas y miden los resultados, ahorrando recursos valiosos y obteniendo un impacto superior. En las áreas gerenciales, se construyen simuladores financieros que permiten evaluar “qué pasaría si” tomamos uno u otro camino estratégico. <br />
<br />
Sin entrar en detalles de otras profesiones, me pregunto qué enfoque les parece que preferirían si tuvieran que ir al médico por un problema propio o de un familiar: ¿un enfoque donde el médico basa sus conclusiones en su intuición o un enfoque cuyo protagonista es el razonamiento basado en síntomas, casos anteriores y bibliografía? Algunos de ustedes dirán que prefieren la intuición basada en experiencia personal pero el problema es que no todos los médicos son el Dr. House y no todos los profesionales tienen la misma capacidad o excelencia. En una muestra grande, hay muy pocas posibilidades de que el uso generalizado de la intuición sea beneficioso para todos los pacientes a lo largo de la historia. <br />
<br />
Y ¿qué ocurre cuando analizamos a organizaciones complejas con múltiples y extensas redes de participantes? ¿Qué ocurre cuando hablamos de la interacción entre un Gobierno con cientos de funcionarios y miles de ciudadanos? Aquí parecería que estamos condenados a tomar muchas decisiones basándonos solo en nuestra intuición. Y tal vez es así desde hace mucho tiempo, pero hemos llegado a un punto donde la tecnología ha madurado lo suficiente como para producir un cambio en la gestión de gobierno y la toma de decisiones a la hora de diseñar políticas públicas. <br />
Esta evolución nos permite realizar dos tareas simultáneas que crean un escenario muy positivo. Una de esas tareas es la recolección sistematizada de grandes volúmenes de datos, y la otra es la posibilidad de interpretar estos grandes volúmenes de datos rápidamente y a muy bajo costo.<br />
<br />
Con estas nuevas posibilidades deberíamos ir empujando la intuición hacia la frontera y sin desmerecer su rol en el avance científico, reservarla para momentos donde no existan datos y evidencia para analizar. De esta forma, nos iremos acostumbrando de a poco a utilizar estas tecnologías a la hora de elegir un rumbo con el potencial de afectar la vida de la ciudadanía, aumentando las posibilidades de éxito, acumulando información valiosa, documentándola y replicando situaciones beneficiosas en el futuro.</p>
<p><strong>Centrarse en el ciudadano</strong><br />
<br />
Las empresas que se deciden por el camino del razonamiento apoyado en información son llamadas “organizaciones centradas en el cliente” porque analizan y llegan a conocer profundamente a sus clientes y cada decisión que adoptan lo hacen basada en ese conocimiento. En el sector público, el concepto se traduce a “organizaciones centradas en el ciudadano”, gobiernos que al igual que las empresas, aprenden todo lo que pueden sobre las necesidades y problemas de sus ciudadanos con el fin de ser más expeditivos a la hora de brindar soluciones o construir valor en la comunidad.<br />
<br />
Si nos enfocamos en el gobierno, la próxima pregunta que surge es, ¿con qué procesos se construye un gobierno centrado en el ciudadano?, o ¿con qué metodología y en qué libro la encuentro?: ¿es <em>e-gobierno</em>?, ¿es gobierno digital?, ¿es agenda electrónica?<br />
<br />
La respuesta es “no”. Todas estas etiquetas o formas de llamar a la tecnología aplicada a los gobiernos han quedado obsoletas. Al igual que ya no hablamos de <em>e-empresa</em> o empresa digital, tampoco podemos seguir hablando de <em>e-gobierno</em>. Porque al igual que la empresa, la existencia de un Gobierno como órgano administrativo complejo debería presuponer el uso múltiple de tecnologías. Lejos de ser una utopía, innumerables iniciativas tecnológicas se impulsan ahora en nuestro país en rubros que van desde una simple página web hasta un complejo sistema de compras por subasta invertida. Y sin que nadie lo note y gracias a nuevas convenciones o a la presión antimonopólica de Estados Unidos o la Unión Europea, estas nuevas tecnologías son cada vez más interoperables (1). Solo con un pequeño esfuerzo podemos conectarnos a estos nuevos sistemas y destilar los datos hasta concentrar la información necesaria para apalancarnos en este conocimiento y producir un impacto mucho mayor a la hora de decidir sobre cualquier tema.<br />
<br />
Este nuevo contexto presenta dificultades y oportunidades, y para aprovechar estas últimas, es recomendable alejarse de toda la bibliografía segmentada e iniciar un enfoque propio basado en el sentido común. Es muy difícil aprovechar nuevas tecnologías si esperamos a que los autores las bauticen y se pongan de acuerdo. Por otro lado, utilizando el sentido común nos damos cuenta de que lo único que necesitamos para tomar mejores decisiones es tener información, interpretarla a tiempo y luego evaluar los resultados. Y, para esto, podemos construir un <em>cocktail</em> informático y metodológico cuyos ingredientes son muy conocidos y relativamente fáciles de comprender para todo el mundo.</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1099_6_2.jpg" /><br />
Julián Bersano</p>
<p><strong>El nombre de la tecnología </strong><br />
<br />
Antes de pasar a los ingredientes, vamos a ponerle nombre a este <em>cocktail</em>. El nombre más utilizado es el de “tablero de control”. Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, usaríamos este tablero de control para tomar decisiones razonadas basadas en la observación directa de información. <br />
<br />
Para construir este tablero, nos hacen falta tres ingredientes: una <em>base de datos</em>, una <em>pantalla de visualización</em> y los <em>procesos</em> necesarios para capturar los datos y transformarlos en información valiosa.<br />
<br />
Las bases de datos existen desde hace más de cuatro décadas y han sufrido dos saltos cualitativos importantes. El primero fue cuando se transformaron en relacionales (2) y el segundo es la revolución constante del espacio almacenado. El almacenamiento ha crecido tanto que una persona normal podría utilizar una computadora personal para almacenar todas las palabras que escuchará en su vida y aún le sobraría espacio (1 terabyte). Y esta escala es pequeña cuando la comparamos con la cantidad de datos que procesa Google en solo 72 minutos en sus servidores: 1 petabyte (1.000 terabytes) (fuente wired.com). Imaginemos ahora el volumen de información que puede generar una provincia o una ciudad a través de sus múltiples bocas de captación de información durante un período de tiempo: reclamos, denuncias, información financiera, proyectos, obras, encuestas, actividades y otros. Esta revolución del almacenamiento y las interfases es la que nos permite acumular por primera vez enormes volúmenes de datos accesibles.<br />
<br />
Pero a medida que vamos acumulando datos aparece el problema de su interpretación. Aquí es donde nos apoyamos en las nuevas tecnologías de visualización de datos mediante gráficos indicadores como, por ejemplo, un <em>velocímetro</em>. Algo tan simple como un velocímetro puede ser la punta del iceberg, puede tener detrás un algoritmo que calcule todos los reclamos ciudadanos por rubro automáticamente y simplemente nos indique que, por ejemplo, en temas de recolección de residuos, la gente está muy desconforme.</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1099_6_3.jpg" /></p>
<p><strong>Ejemplo 1.</strong> Velocímetro de percepción ciudadana sobre la recolección de residuos. Un gráfico simple de entender, motorizado por grandes volúmenes de datos y un algoritmo que puede ser complejo. <br />
El velocímetro es un ejemplo básico de los gráficos de interpretación. También existen gráficos multidimensionales que nos permiten hacer cosas otrora impensables como una evolución de cuatro dimensiones de datos. <br />
<strong>Ejemplo 2.</strong> Gráfico denominado <em>“motion chart” </em>del sitio www.gapminder.org. Con este tipo de gráficos usamos dos dimensiones en los ejes y se agregan dos dimensiones para color y diámetro. Por último, podemos agregar la dimensión de tiempo y al presionar “<em>play</em>”, observar una animación de los datos y su evolución.</p>
<p><img alt="" src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1099_6_4.jpg" /><br />
<br />
Sumado a esto, existen también gráficos interactivos que nos permiten navegar visualmente e ir haciendo minería de datos en tiempo real y también tecnologías tales como la georreferenciación, cuyo concepto es tan simple como representar puntos en un mapa pero sus implicancias y el valor agregado de determinados estudios utilizándola pueden cambiar radicalmente la forma de pensar de un tomador de decisiones. <br />
<br />
Volviendo al <em>cocktail</em> final, nos falta aún el ingrediente que nos permite poblar o agregar datos a nuestra base. Hablando de estos procesos, encontramos que a diferencia del pasado, es cada vez más fácil encontrar repositorios valiosos de datos que simplemente podemos conectar al de nuestro tablero. En el ejemplo del gobierno, podemos integrar a nuestra herramienta información de recursos humanos, ejecución presupuestaria, recaudación, reclamos, encuestas y otros. Los avances de interoperabilidad de las herramientas son asombrosos y utilizando estándares tales como el XML (3) podemos integrar información de cualquier fuente en pocos minutos.<br />
<br />
Pero es importante mencionar que aunque no tuviéramos la posibilidad de conectarnos con múltiples fuentes de información desde el principio, igualmente podemos construir un tablero. Esto se puede lograr con un alcance acotado, procesos manuales de carga y un compromiso de crecimiento futuro. Y como se ha visto en varios proyectos que han nacido de esta forma, no hay que subestimar nunca lo valioso de contar con pequeñas muestras válidas en contraposición a la falta total de información.</p>
<p><strong>El futuro de los procesos de toma de decisión</strong><br />
<br />
Es evidente que el paso del tiempo va a demostrar que las decisiones trascendentes en una organización casi siempre se van a tomar con la asistencia de herramientas de este tipo. E inclusive ciertas decisiones menores pasarán a ser ejecutadas automáticamente por procesos internos de una aplicación informática, todo lo cual vendrá acompañado de extensos debates respecto del rol de supervisión último del ser humano.<br />
<br />
Pero independientemente de esto, es crucial que un país como el nuestro comience a adoptar tecnologías que aseguren decisiones más eficientes y equitativas, con información que permita a los sucesores conocer y entender las decisiones tomadas con anterioridad para que, de una vez por todas, adoptemos la sana costumbre de construir sobre algún cimiento sin destruir sistemáticamente todo lo realizado por quien nos precedió en un cargo o función.</p>
<p>1- Interoperabilidad: es la capacidad de los sistemas de compartir información entre sí.<br />
2- Relacionales (bases de datos): bases de datos que permiten relacionar y jerarquizar la información que contienen, ordenando su propio contenido y habilitando un trabajo más veloz sobre ellas.<br />
3- XML: es un estándar de almacenamiento de documentos, fácilmente reconocible por la mayoría de las aplicaciones informáticas. Ejemplo: un documento guardado en formato XML puede ser leído por todos los procesadores de texto.</p>
<p>(*) Julián Bersano es director de Tecnología de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).</p>