Bristol-Myers Squibb: echan al CEO por cometer graves errores

Peter Dolan, hoy ex presidente ejecutivo de la farmoquímica Bristol-Myers Squibb, debió irse por haber manejado mal un convenio. Se trataba de evitar que Plavix –su medicamento más vendido- pasase a ser genérico.

13 septiembre, 2006

El específico es de uso cardiológico. Junto con Dolan se marchó Richard Willard, su asistente, pues un observador designado por la justicia había exigido sus dimisiones inmediatas. Se trata de ex juez federal Frederick Lacey, encargado de investigar irregularidades empresarias en lo relativo a la patente concedida a Bristol-Myers Squibb por Plavix.

James Cornelius, ex presidente y director ejecutivo interino de Guidant (fabricante de dispositivos terapéuticos) ha sido designado para substituir a Dolan en forma temporaria, mientras el directorio le busca reemplazante definitivo. El ex CEO permanecerá como asesor, para salvar las apariencias.

“La junta no tenía opción. La continuidad de Dolan era imposible, perjudicaba las acciones y no servía de nada”. Así señala un análisis de Miller Tabak & Co. (Nueva York), una consultoría especializada. Entretanto, los futuros dividendos quedan sujetos a eventuales litigios en torno de Plavix y su patente.

Los cinco años de gestión de Dolan se caracterizaron por una serie de errores. Por ejemplo, los fiscales debieron investigar acerca de pagos a mayoristas, entre 1999 y mediados de 2002, para alentarlos a comprar más especialidades de la marca de las que podían vender. Eso se conoce como “atascamiento de canales”.

La causa por maniobras para que Plavix no se convierta en genérico antes de tiempo llegó a un arreglo en 2005 con Christopher Christie, fiscal federal de Nuevo Jersey. Eso le confirió a Lacey facultades para obligar a la compañía a adoptar las medidas estimadas necesarias. Entre ellas, una multa de US$ 300 millones, el despido de Dolan y de su asesor.

El nudo del asunto era un trato, cerrado por Dolan con la canadiense Apotex, para demorar la salida a esa plaza de genéricos capaces de competir con Plavix. Este medicamento, empleado para prevenir infartos, le representaba a B-M/S ventas anuales por US$ 6.300 millones. El acuerdo fue rechazado por la justicia norteamericana en agosto, abriéndole camino a Apotex para ofrecer copias más baratas… cinco años antes de expirar la patente en Estados Unidos. Pero la cosa no termina ahí: los canadienses se niegan a revelar cláusulas secretas del convenio con B-M/S.

“En los últimos meses, el caso Plavix ha sido un desastre y ejemplifica la falta de conducción ejecutiva, déficit que la empresa arrastra desde hace dos o tres años”. Eso subraya un informe de Brandywine Asset Management, Filadelfia.

El específico es de uso cardiológico. Junto con Dolan se marchó Richard Willard, su asistente, pues un observador designado por la justicia había exigido sus dimisiones inmediatas. Se trata de ex juez federal Frederick Lacey, encargado de investigar irregularidades empresarias en lo relativo a la patente concedida a Bristol-Myers Squibb por Plavix.

James Cornelius, ex presidente y director ejecutivo interino de Guidant (fabricante de dispositivos terapéuticos) ha sido designado para substituir a Dolan en forma temporaria, mientras el directorio le busca reemplazante definitivo. El ex CEO permanecerá como asesor, para salvar las apariencias.

“La junta no tenía opción. La continuidad de Dolan era imposible, perjudicaba las acciones y no servía de nada”. Así señala un análisis de Miller Tabak & Co. (Nueva York), una consultoría especializada. Entretanto, los futuros dividendos quedan sujetos a eventuales litigios en torno de Plavix y su patente.

Los cinco años de gestión de Dolan se caracterizaron por una serie de errores. Por ejemplo, los fiscales debieron investigar acerca de pagos a mayoristas, entre 1999 y mediados de 2002, para alentarlos a comprar más especialidades de la marca de las que podían vender. Eso se conoce como “atascamiento de canales”.

La causa por maniobras para que Plavix no se convierta en genérico antes de tiempo llegó a un arreglo en 2005 con Christopher Christie, fiscal federal de Nuevo Jersey. Eso le confirió a Lacey facultades para obligar a la compañía a adoptar las medidas estimadas necesarias. Entre ellas, una multa de US$ 300 millones, el despido de Dolan y de su asesor.

El nudo del asunto era un trato, cerrado por Dolan con la canadiense Apotex, para demorar la salida a esa plaza de genéricos capaces de competir con Plavix. Este medicamento, empleado para prevenir infartos, le representaba a B-M/S ventas anuales por US$ 6.300 millones. El acuerdo fue rechazado por la justicia norteamericana en agosto, abriéndole camino a Apotex para ofrecer copias más baratas… cinco años antes de expirar la patente en Estados Unidos. Pero la cosa no termina ahí: los canadienses se niegan a revelar cláusulas secretas del convenio con B-M/S.

“En los últimos meses, el caso Plavix ha sido un desastre y ejemplifica la falta de conducción ejecutiva, déficit que la empresa arrastra desde hace dos o tres años”. Eso subraya un informe de Brandywine Asset Management, Filadelfia.

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