McCain píensa ya en noviembre. ¿Podrá contra los demócratas?

Retirado Michael Huckabee, el senador queda como candidato a la presidencia. Sin internas que superar, tiene dos problemas. Uno es batir a Hillary u Obama. Otro, el legado político y económico de George W.Bush, quizás el peor de la historia.

6 marzo, 2008

También debe ir contra la historia reciente, si pretende asegurarles a los republicanos un tercer mandato seguido. Sólo ocurrió una vez, cuando en 1988 George W.H.Bush sucedió a Ronald Reagan, un personaje demedidamente popular. El caso de Franklin D.Roosevelt era anterior a la enmienda constitucional que limitó a dos los mandatos del mismo presidente. Las victorias del martes en Ohio, Tejas, Vermont y Rhode island coronaron el regreso del ostracismo político.

Detestado por los ultraconservadores cristianos y judios, McCain tampoco buscó el apoyo de Bush. Era lógico, porque el deterioro del actual mandatario es tan hondo dentro como fuera del país. Por el contrario, el senador por Arizona es un adalid para los liberales de su partido y muchos demócratas que no se sienten cómodos con Hillary Rodham Clinton ni Barack Obama.

Quiéralo o no, a partir de ahora debe moverse como candidato y su campaña dispone de ocho meses. Sus eventuales oponentes posiblemente sigan sumidos en primarias hasta mayo o junio. Entretanto, McCain se mostrará al público –y al mundo- como potencial presidente.

Por supuesto, el profundo deterioro del gobierno saliente es una carga dura de sobrellevar. Por otra parte, los graves errores del dúo Bush-Richard Cheney en política exterior contribuyeron –junto con una gestión económica paupérrima- a la impopularidad hacia dentro. Ni hablar si, tras los fracasos en Irak o Afganistán, Washington se mete en el conflicto entre Colombia –virtual títere-, Venezuela y Ecuador.

También debe ir contra la historia reciente, si pretende asegurarles a los republicanos un tercer mandato seguido. Sólo ocurrió una vez, cuando en 1988 George W.H.Bush sucedió a Ronald Reagan, un personaje demedidamente popular. El caso de Franklin D.Roosevelt era anterior a la enmienda constitucional que limitó a dos los mandatos del mismo presidente. Las victorias del martes en Ohio, Tejas, Vermont y Rhode island coronaron el regreso del ostracismo político.

Detestado por los ultraconservadores cristianos y judios, McCain tampoco buscó el apoyo de Bush. Era lógico, porque el deterioro del actual mandatario es tan hondo dentro como fuera del país. Por el contrario, el senador por Arizona es un adalid para los liberales de su partido y muchos demócratas que no se sienten cómodos con Hillary Rodham Clinton ni Barack Obama.

Quiéralo o no, a partir de ahora debe moverse como candidato y su campaña dispone de ocho meses. Sus eventuales oponentes posiblemente sigan sumidos en primarias hasta mayo o junio. Entretanto, McCain se mostrará al público –y al mundo- como potencial presidente.

Por supuesto, el profundo deterioro del gobierno saliente es una carga dura de sobrellevar. Por otra parte, los graves errores del dúo Bush-Richard Cheney en política exterior contribuyeron –junto con una gestión económica paupérrima- a la impopularidad hacia dentro. Ni hablar si, tras los fracasos en Irak o Afganistán, Washington se mete en el conflicto entre Colombia –virtual títere-, Venezuela y Ecuador.

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