Peso de los intangibles en el PBI norteamericano

“Cuando se trata de medir cuánto genera la economía estadounidense y cómo se reparte, las estadísticas federales dejan bastante que desear”. Así opinan el analista Louis Uchitelle y otros sobre al producto bruto interno y sus componentes.

14 abril, 2006

Sin duda, el PBI es algo muy útil. Indica cuánto valor –o sea, ingreso nacional- crean cada año los bienes y servicios. También señala qué parte de todo eso va a utilidades, salarios, gastos, inversiones, etc. En este punto, sostiene el columnista del “New York Times”, surgen los problemas. Según los números, la parte del PBI asignada a ganancias del sector privado ha ido subiendo paulatinamente en los últimos años, a costa de los salarios (asimetría que también detecta Robert Rubin).La oficina mencionada, que difunde informes trimestrales sobre PBI, está al tanto del asunto. También dos relevantes analistas del SRF. En general, Holzer, Uchitelle y las fuentes oficiales encuentran que los actuales métodos para calcular el PBI subestiman los retornos asociados a investigación y desarrollo. Al mismo tiempo, las ganancias empresarias originadas en ese sector no se transladan al componente laboral (la paga).

Los casi US$ 300.000 millones anuales insumidos en I&D desvelan a estadígrafos federales. Hasta ahora, se computan como gastos, lo cual reduce las utilidades totales como parte del PBI. A partir de septiembre próximo, empero, la OAE publicará un “PBI experimental” junto con cada informe, donde I&D se tomará como inversión de capital, no ya como gasto liso y llano.

“Hay lógica en este ensayo”, señala Uchitelle poniendo como ejemplo la fabricación y venta de indumentaria. “Telas e hilados, materias primas, son gastos y deben restarse del precio de venta para estimar la ganancia. La máquina de coser automática usada para hacer el vestido, al contrario, pasa a ser una inversión de capital: una vez instalada, fabrica unidad tras unidad y genera una corriente de ventas. Por tanto, es una inversión de ganancias retenidas para generar más ingresos”.

Por lo mismo, los factores de I&D involucrados en el Prozac generan ingresos y ganancias durante años (mientras dura la patente exclusiva). A su vez, la inversión de capital será computada por la OAE como aporte a las utilidades en el recálculo del PBI. Naturalmente, la estadística experimental revelará hasta qué punto la mano de obra viene siendo subremunerada: al considerar I&D como utilidad, la paga al personal caerá un punto. Es un margen enorme, si se recuerda que el PBI de 2006 se proyecta en torno de US$ 12,5 billones.

Carol Corrado y Daniel Sichel, los dos analistas del SRF mencionados arriba, junto con Charles Hulten (universidad de Maryland), sostienen directamente que la estimación del PBI debe ser completamente modificada. En un trabajo reciente, “Capital intangible y crecimiento”, inclusive recomiendan extender el recálculo de I&D a otros componentes. Entre ellos, gastos en publicidad y marketing si se aplican a establecer una marca con el objeto de elevar ventas en forma constante o a adaptar tecnologías para control de existencias, como hace la cadena Wal-Mart.

Esa clase de intangibles orilla los US$ 250.000 millones anuales, contra apenas 11.000 millones en los años 70. Si se incorporan con I&D al PBI como utilidades, la participación laboral en el ingreso norteamericano se habrá contraído de 65% en los años 50 a menos de 60% en la actualidad. Ahora bien ¿por que tantos ingresos disimulados? A criterio de Hulten, el fenómeno “trasunta resistencias empresarias a compartir ganancias con los trabajadores, por dos motivos.

Uno: parte de las utilidades va a los más ricos (ese 1% cuyos ingresos han estado subiendo velozmente), vía dividendos. Otro: el sector laboral tiene insuficiente poder negociador en paritarias o ante el gobierno, tanto federal como estadual y municipal. Como puede notarse, una reforma en el cálculo del PBI estadounidense puede llevar a una revolución con efectos globales.

Este tipo de planteos se opone a ciertos trucos econométricos. Por ejemplo, los inventados en Harvard por Ricardo Hausman y Federico Sturzenegger, que echan manos a la física para explicar que la economía norteamericana contiene riquezas ocultas en una “masa obscura”. En su caso, el propósito es restar relevancia al enorme déficit en cuenta corriente de pagos externos. O sea, apuntalar el “optimismo fundamentalista” de Alan Greenspan.

Sin duda, el PBI es algo muy útil. Indica cuánto valor –o sea, ingreso nacional- crean cada año los bienes y servicios. También señala qué parte de todo eso va a utilidades, salarios, gastos, inversiones, etc. En este punto, sostiene el columnista del “New York Times”, surgen los problemas. Según los números, la parte del PBI asignada a ganancias del sector privado ha ido subiendo paulatinamente en los últimos años, a costa de los salarios (asimetría que también detecta Robert Rubin).La oficina mencionada, que difunde informes trimestrales sobre PBI, está al tanto del asunto. También dos relevantes analistas del SRF. En general, Holzer, Uchitelle y las fuentes oficiales encuentran que los actuales métodos para calcular el PBI subestiman los retornos asociados a investigación y desarrollo. Al mismo tiempo, las ganancias empresarias originadas en ese sector no se transladan al componente laboral (la paga).

Los casi US$ 300.000 millones anuales insumidos en I&D desvelan a estadígrafos federales. Hasta ahora, se computan como gastos, lo cual reduce las utilidades totales como parte del PBI. A partir de septiembre próximo, empero, la OAE publicará un “PBI experimental” junto con cada informe, donde I&D se tomará como inversión de capital, no ya como gasto liso y llano.

“Hay lógica en este ensayo”, señala Uchitelle poniendo como ejemplo la fabricación y venta de indumentaria. “Telas e hilados, materias primas, son gastos y deben restarse del precio de venta para estimar la ganancia. La máquina de coser automática usada para hacer el vestido, al contrario, pasa a ser una inversión de capital: una vez instalada, fabrica unidad tras unidad y genera una corriente de ventas. Por tanto, es una inversión de ganancias retenidas para generar más ingresos”.

Por lo mismo, los factores de I&D involucrados en el Prozac generan ingresos y ganancias durante años (mientras dura la patente exclusiva). A su vez, la inversión de capital será computada por la OAE como aporte a las utilidades en el recálculo del PBI. Naturalmente, la estadística experimental revelará hasta qué punto la mano de obra viene siendo subremunerada: al considerar I&D como utilidad, la paga al personal caerá un punto. Es un margen enorme, si se recuerda que el PBI de 2006 se proyecta en torno de US$ 12,5 billones.

Carol Corrado y Daniel Sichel, los dos analistas del SRF mencionados arriba, junto con Charles Hulten (universidad de Maryland), sostienen directamente que la estimación del PBI debe ser completamente modificada. En un trabajo reciente, “Capital intangible y crecimiento”, inclusive recomiendan extender el recálculo de I&D a otros componentes. Entre ellos, gastos en publicidad y marketing si se aplican a establecer una marca con el objeto de elevar ventas en forma constante o a adaptar tecnologías para control de existencias, como hace la cadena Wal-Mart.

Esa clase de intangibles orilla los US$ 250.000 millones anuales, contra apenas 11.000 millones en los años 70. Si se incorporan con I&D al PBI como utilidades, la participación laboral en el ingreso norteamericano se habrá contraído de 65% en los años 50 a menos de 60% en la actualidad. Ahora bien ¿por que tantos ingresos disimulados? A criterio de Hulten, el fenómeno “trasunta resistencias empresarias a compartir ganancias con los trabajadores, por dos motivos.

Uno: parte de las utilidades va a los más ricos (ese 1% cuyos ingresos han estado subiendo velozmente), vía dividendos. Otro: el sector laboral tiene insuficiente poder negociador en paritarias o ante el gobierno, tanto federal como estadual y municipal. Como puede notarse, una reforma en el cálculo del PBI estadounidense puede llevar a una revolución con efectos globales.

Este tipo de planteos se opone a ciertos trucos econométricos. Por ejemplo, los inventados en Harvard por Ricardo Hausman y Federico Sturzenegger, que echan manos a la física para explicar que la economía norteamericana contiene riquezas ocultas en una “masa obscura”. En su caso, el propósito es restar relevancia al enorme déficit en cuenta corriente de pagos externos. O sea, apuntalar el “optimismo fundamentalista” de Alan Greenspan.

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