lunes, 25 de noviembre de 2024

Incierto futuro para los baby boomers

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La mayoría de los nacidos entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la de Corea tendrá problemas para jubilarse. Ni la economía estadounidense ni la mundial se los permitirán. Solo tienen una salida más o menos aceptable: seguir trabajando algo más allá de los 60/65 años. Avanzar sobre esa opción obligará a cambios significativos.

Investigaciones de McKinsey Global Institute (MGI) se&ntilde;alan que esa opci&oacute;n es la menos traum&aacute;tica y le evitar&aacute; a esa generaci&oacute;n retrocesos en niveles de vida y servicios sociales. Por supuesto, institucionalizar la jubilaci&oacute;n diferida exigir&aacute; cambios relevantes en pol&iacute;ticas p&uacute;blicas, pr&aacute;cticas del sector privado y actitudes de las personas, aun en escala familiar.<br />
Esos ajustes se tornan m&aacute;s urgentes debido a las turbulencias financieras (en Estados Unidos y otras econom&iacute;as centrales). Ello abarca la ca&iacute;da de los precios de viviendas y otros activos en poder de los &ldquo;baby boomers&rdquo; (BB), o sea el estamento nacido en la inmediata posguerra, que iban o van contray&eacute;ndose en millones de d&oacute;lares a medida como se acercaba la fecha de retiro para las mujeres (2006) o se acerca la de los hombres (2011). Como el lapso considerado en la definici&oacute;n llega a 1953, los a&ntilde;os extremos ser&aacute;n 2013 y 2018.<br />
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Pero existe un problema subyacente desde los a&ntilde;os 60. Durante decenios, la generaci&oacute;n 1946/53 fomentaba la producci&oacute;n ganando, gastando y consumiendo m&aacute;s que cualquier estamento demogr&aacute;fico en la historia estadounidense. Desde 2006, empero, se avecina a la jubilaci&oacute;n y declina su aporte laboral al producto bruto interno.<br />
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Este fen&oacute;meno redujo niveles de crecimiento real desde un promedio anual de 3,2% (1966/2005) a una proyecci&oacute;n de 2,4% para los 30 a&ntilde;os iniciados en ese punto. Adem&aacute;s, esa tasa de expansi&oacute;n es 25% inferior a la supuesta para el lapso 2006/35. <br />
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Las investigaciones de Eric Beinbocker y Ezrah Greenberg (MGI) subrayan otro problema: dos tercios de los BB m&aacute;s viejos se hallan financieramente mal preparados para el retiro y, en general, ni siquiera lo saben. La falta de recursos suficientes implica un retiro menos regalado o c&oacute;modo para millones de familias. Aparte, significa menos gastos y otros efectos recesivos en la econom&iacute;a.<br />
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Pero tantos trastornos tal vez no sean necesarios. Ambos expertos estiman que un aumento de solo dos a&ntilde;os en la edad media de jubilaci&oacute;n, entre 2010 a 2018, a&ntilde;adir&iacute;an casi US$ 13 billones al PBI real en los pr&oacute;ximos 25 a&ntilde;os. Aparte, recortar&aacute; a la mitad la cantidad de gente financieramente mal preparada.<br />
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En realidad, muchos en la categor&iacute;a BB desean seguir trabajando. Pero diversas barreras les impiden prologar su vida &uacute;til. Superarlas o eliminarlas requiere resignar el seguro m&eacute;dico, fomentar acuerdos entre empresas y futuros jubilados o sus sindicatos &ndash;flexibilizando arreglos laborales&ndash;, reformar los planes privados de pensi&oacute;n y suprimir otras trabas a la permanencia en el segmento activo. <br />
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Esas conclusiones derivan de combinar dos m&eacute;todos complementarios. Primero, MGI encuest&oacute; 5.100 hogares con miembros entre 50 y 70 a&ntilde;os, para comparar actitudes de nuevos o inminentes jubilados con las de los sup&eacute;rstites de la generaci&oacute;n precedente (1926/ 45) hacia el retiro, los ahorros, el consumo y el trabajo o la profesi&oacute;n. Segundo, Beinbocker y Greenberg construyeron un modelo que proyecta las finanzas familiares hasta 2035, para estudiar c&oacute;mo su evoluci&oacute;n afectar&aacute; el resto de la econom&iacute;a nacional.<br />
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<strong>Componentes discontinuos</strong><br />
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Los factores b&aacute;sicos son bien conocidos. Este estrato etario (79 millones) es el m&aacute;s rico en la historia del pa&iacute;s, supera en 50% al anterior y representaba, al nacer, una parte de poblaci&oacute;n superior a las de su sucesores. <br />
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Pero los motivos de su prosperidad son menos comprendidos. Los BB en conjunto ganaban m&aacute;s del doble que la generaci&oacute;n anterior a la misma edad (60-65 a&ntilde;os). Es decir, US$ 3,7 billones contra 1,6 bill&oacute;n. Las investigaciones indican que 80% de la diferencia se origina en tres componentes discontinuos.<br />
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En primer lugar, el tama&ntilde;o mismo del estrato, que elevaba tasas de producci&oacute;n y crecimiento. En segundo t&eacute;rmino, el ingreso masivo de mujeres, que presupon&iacute;a casamiento y primer hijo a mayor edad, con divorcios o solter&iacute;as m&aacute;s frecuentes. Finalmente, el estamento gozaba de mejor educaci&oacute;n, pues la demanda laboral se desplazaba de la industria a los servicios y, luego, a la tecnolog&iacute;a (o sea el conocimiento). <br />
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No obstante, estos factores son excepcionales y no suelen repetirse en materia de ingresos. Generaciones subsiguientes, pese a su volumen relevante, representan porciones inferiores en la poblaci&oacute;n total. Esto se debe a que el perfil de las familias se ha estabilizado. Lo mismo, creen los expertos, ocurre con el nivel educativo o t&eacute;cnico y la proporci&oacute;n femenina en la fuerza laboral.<br />
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Implicaciones para el crecimiento</strong><br />
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El envejecimiento no solo frena el aumento de ingresos, tambi&eacute;n el de personas activas. Como resultado, bajan las tasas de participaci&oacute;n laboral, factor clave al determinar tendencias del PBI, pues la producci&oacute;n general es en buena medida funci&oacute;n de la mano de obra y el capital disponibles en una econom&iacute;a. Asimismo, lo es el rendimiento de ambos componentes. <br />
Cuando la generaci&oacute;n posterior a 1946 empez&oacute; a integrar &ndash;20 a&ntilde;os despu&eacute;s&ndash; la fuerza laboral, su participaci&oacute;n fue subiendo de 59% en 1965 hasta tocar un techo de 67% en el quinquenio 1996/2000. Este avance contribuy&oacute; notablemente al promedio anual de 3,2% logrado por el PBI estadounidense, con altibajos, entre 1965 y 2006. <br />
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Aun si la productividad del trabajo y el capital mantuviesen las actuales tendencias, la declinante participaci&oacute;n laboral contraer&aacute; el crecimiento del PBI real de 2,6% anual en 2007-16 a 2,4% en 2017/26 y a 2,2% en 2027/35. Semejante desaceleraci&oacute;n significar&aacute; un cambio estructural en la econom&iacute;a y la acercar&aacute; al ritmo t&iacute;pico de la Uni&oacute;n Europea. Varios analistas conservadores y Alan Greenspan &ndash;por ejemplo&ndash; se apoyan en esa perspectiva para recomendar una paulatina rebaja de pensiones y servicios sociales. <br />
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El hecho de que los &ldquo;baby boomers&rdquo; hayan gastado m&aacute;s y ahorrado menos durante sus vidas activas (rasgo generalizado en EE.UU. desde los a&ntilde;os 60) agrava los problemas demogr&aacute;ficos de la econom&iacute;a general. Esto se debe a que, normalmente, las familias acumulan ingresos o activos s&oacute;lo durante la fase ascendente de su trayectoria laboral. Pasado el pico &ndash;quiz&aacute;s a los 40 a&ntilde;os&ndash;, comienzan a gastar a cuenta de sus futuras pensiones.<br />
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Pero, en el caso de los BB, su tasa de ahorro colectiva no culmin&oacute; en sus a&ntilde;os de ingresos o expectativas ascendentes. En rigor, este pico inexistente explica gran parte del colapso del ahorro personal entre un m&aacute;ximo algo superior a 10% (mediados de los a&ntilde;os 80) y el magro 2% actual. Resulta ilustrativo observar los nexos entre la &ldquo;revoluci&oacute;n conservadora&rdquo; bajo Ronald Reagan y esa renuencia a ahorrar m&aacute;s por parte de la clase media.<br />
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Este notable cambio en h&aacute;bitos personales obedec&iacute;a a varias causas. Auges burs&aacute;tiles y burbujas inmobiliarias, frecuentes en 2001/7, indujeron en la gente una sensaci&oacute;n de riqueza. Por tanto, los futuros jubilados carec&iacute;an de incentivos para ahorrar con vistas al retiro. La creciente oferta de cr&eacute;dito y los exiguos intereses imperantes facilitaban extraordinariamente el endeudamiento de las familias.<br />
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Sin duda, el comportamiento de los BB hacia el ahorro era por completo inverso al de la generaci&oacute;n 1926/45, que sufrieron el crac de 1929/32, las privaciones de la depresi&oacute;n 1933/7 y la Segunda Guerra Mundial. Aun antes de esta crisis sist&eacute;mica, la raz&oacute;n entre deuda y activos netos de los nacidos en 1946/53 era 50% superior a la mostrada por la generaci&oacute;n previa a la misma edad. Obviamente, el desinfle inmobiliario sigue multiplicando las deudas de los BB. <br />
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<strong>Tomados de improviso</strong><br />
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La exigua tasa de ahorro y las crecientes obligaciones de la generaci&oacute;n en retirada ha tomado de improviso, a unos dos tercios de los afectados. Llegan, a su propia crisis, mal preparados y a menudo sin darse cuenta, concluye el estudio MGI, tras evaluar los niveles de ingresos y activos posteriores a la jubilaci&oacute;n. Eso suponiendo que mantengan 80% de los gastos efectuados durante el mejor momento de su vida activa.<br />
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Este cuadro se basa en activos financieros netos, o sea plazos fijos, acciones y bonos, menos deudas v&iacute;a tarjetas, cr&eacute;dito automotor y otros pasivo no hipotecarios. El saldo revela que ahora 69% de los eventuales retirados no estar&aacute; en condiciones de sus niveles de vida previos al retiro. <br />
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Incluir activos inmobiliarios, cuyo valor viene bajando desde 2006 y est&aacute; bajo los guarismos proyectados al hacer esta investigaci&oacute;n de campo reduce apenas 62% la masa de los no preparados para jubilarse. Este d&eacute;ficit social afecta a las clases media y media baja, para no hablar de los pobres (43 millones en EE.UU.). Menos de la mitad de BB con ingresos de US$ 60.000 a 90.000 anuales llegan al retiro en condiciones de preservar su estilo de vida.<br />
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Muchos ignoran qu&eacute; los espera tras cruzar el Rubic&oacute;n. Seg&uacute;n encuestas de MGI, un 50% de futuros jubilados conf&iacute;a en su futuro econ&oacute;mico y financiero. Pero las estimaciones de los investigadores indican que, en ese mismo grupo, menos de la mitad est&aacute; preparada.

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