<strong>–¿Percibe que ha habido un cambio en la opinión pública respecto de la biotecnología y sus efectos?</strong><br />
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–Toda nueva tecnología es acompañada de miedos. Después de 20 años de usar biotecnología nos damos cuenta de que no estamos perjudicando al ser humano sino, al contrario, ayudando a abastecer una población que está creciendo y que está hambrienta. <br />
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Hoy la actividad del agro comparada con cien años atrás es totalmente diferente. Hace no tanto se hablaba de la pérdida de nutrientes en el piso por la actividad agropecuaria. Hoy es al revés. Gracias a las buenas prácticas agropecuarias, tenemos situaciones en las cuales los suelos ganan nutrientes. Tenemos un sector competitivo, respetuoso del medio ambiente, creo que hay leyes que amparan realmente un desarrollo sustentable en la Argentina. <br />
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<strong>–¿Se está aprovechando la ventaja competitiva en el agro para exportar know-how desde la Argentina?</strong><br />
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–Tengo visitas frecuentes de contingentes franceses, alemanes, estadounidenses para ver cómo se practica el agro acá en la Argentina; hay mucha transferencia de know-how. Hay que decirlo claramente y con mucho orgullo: la Argentina es un referente en materia de agroindustria. <br />
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Estamos a años, por no decir, décadas de la situación europea. Por ejemplo, un agricultor medio hoy en el sur de Europa tiene una hectárea y media, mientras acá tiene 500 a 2.000 hectáreas, es altamente competitivo y aplica mucha tecnología; el agricultor es un innovador que está buscando constantemente nuevos desarrollos, hay una carrera por el rinde en el campo. <br />
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<strong>–¿Cómo está funcionando una asociación tan cercana con uno de los principales competidores, como es Monsanto?</strong><br />
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–Hace varios años que estamos investigando en el campo de la biotecnología. Hoy tenemos una cooperación con la empresa Monsanto. Si bien estamos hablando de un desarrollo a futuro que nos llevará unos años, estamos desarrollando la segunda generación de biotecnología que va a venir a este mercado, que es fundamental para realmente lograr ese salto de producción que necesitamos para abastecer de alimentos al mundo. <br />
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Estamos hablando de saltos de más de 30% del rendimiento en cultivos intensivos como soja y maíz. Va a ser un <em>breakthrough</em>. Para tener un punto de comparación: hoy en la agricultura a escala mundial, tenemos un avance tecnológico que nos permite aumentar 1 a 2% el rendimiento por hectárea promedio año a año.<br />
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Perfil</strong><br />
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Edad: 34 años<br />
Puesto: presidente de BASF Argentina S.A., BASF Poliuretanos S.A. y <em>Managing </em>Director del Business Center South América – South.<br />
Años en la empresa: 17.<br />
Educación: Universidad de Hagen.<br />
Lugar de nacimiento: Ciudad de Buenos Aires, barrio de Colegiales.<br />
Estado civil/Familia: casado, dos hijos.
Por Danila Terragno<br />
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El mes pasado algunos productores pampeanos decidieron cortar por lo sano y levantar el lastimoso maíz para destinarlo a hacer fardos. Asumieron la pérdida. Culpa de la sequía. Con el desarrollo en el que trabajan BASF y Monsanto desde el año pasado, otro sería el desenlace. Mediante innovaciones en biotecnología, las multinacionales socias estiman que están al borde de inaugurar una nueva etapa para el agro. Las plantas serán mucho más resistentes, pudiendo crecer normalmente durante las sequías, y mejorando los rindes hasta 30% en climas normales. Diego López Casanello, actual presidente de BASF en el Cono Sur estuvo en la cocina del acuerdo, en la casa matriz de BASF en Alemania, como asistente del director a cargo de la negociación. <br />
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Tal vez haya sido por aquella experiencia y porque los dos últimos años lideró la unidad de Agro en Europa del sur (España, Portugal, Italia y Grecia), que su perfil comenzó a aparecer como interesante para Sudamérica, donde el sector agropecuario está –en palabras del propio Casanello– “años, por no decir décadas, por delante del agro europeo”. Además, en momentos donde BASF busca ampliar su programa de diversidad global, un argentino en la Argentina terminaba de hacer cerrar la ecuación. Casanello es, de hecho, el primer presidente no alemán a cargo de BASF en el país en sus 59 años de historia local.<br />
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Como su predecesor, el alemán Daniel Angeli, Casanello no sólo preside BASF sino que lidera la unidad de negocios de Agro. Esta nominación no es caprichosa sino evidencia que las fichas están puestas en el sector en el que año tras año se invierten millones de pesos en investigación y desarrollo. <br />
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<strong>–Antes de llegar a la Argentina, estuvo a cargo de la unidad de Agro en el Mediterráneo. ¿Cómo se compara el desarrollo del sector aquí y allá?</strong><br />
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–La Argentina en el sector de agro está en el Primer Mundo. La actividad agropecuaria en Europa está subvencionada y por eso no es eficiente. El agricultor acá es un emprendedor que conoce muy bien su profesión. Hoy en la Argentina hay empresarios de altísimo nivel y con una proyección a futuro muy importante. Por eso es en el agro donde nos tenemos que enfocar si queremos realmente jugar un rol a escala mundial como país. <br />
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<strong>–¿Hay algún proyecto en BASF de generar un polo de innovación local en el sector del agro?</strong><br />
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–Estamos invirtiendo en la Argentina en I&D (investigación y desarrollo). Pensamos invertir en los próximos seis años aproximadamente $100 millones en desarrollo de nuevas tecnologías en agro. <br />
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De hecho, han salido de la Argentina y de Brasil tecnologías que hoy estamos comercializando a escala mundial, como por ejemplo Agcelence, una tecnología para aumentar el rendimiento en cultivos como la soja y el trigo. <br />
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Desarrollos que han salido de la región se proyectan a escala internacional de manera muy importante. Estamos bien posicionados en la industria gracias a las fuertes inversiones que venimos haciendo en forma constante en los últimos 10 años. Mantenemos ese alto nivel de inversión porque creemos que el agro va a seguir creciendo en el país.
<strong>–Es un momento difícil para asumir cualquier responsabilidad en cualquier región del mundo. El año pasado para esta misma época la acción de BASF cotizaba al doble que ahora. Y un poco antes se vivía la euforia del largo boom económico por el que transitó el mundo. ¿Qué herramientas de gestión van a utilizar para afrontar esta etapa recesiva? </strong><br /><br />–Es cierto que la situación está difícil sin importar dónde se esté. Pero hoy en día tenemos una gran ventaja en la Argentina, que es la experiencia pasada. No es una novedad. En muchos países de Europa todavía hay una inercia de bienestar que hace difícil enfocar un equipo hacia las acciones necesarias para afrontar una situación como la que estamos viviendo. <br /><br />Yo noto el contraste con mi equipo de BASF Argentina que hace un switch; la gente acá huele la nueva situación y se comporta acorde. El sentido de realidad permite afrontar los hechos como se presentan, y adelantarse con las decisiones. Pero es muy importante mantener la visión futura a largo plazo. Es por eso, por ejemplo, que no vamos a retirar las inversiones que hacemos en el agro sólo porque el sector va a pasar por una situación turbulenta en los próximos meses. <br /><br /><strong>–El mes pasado, Jürgen Hambrecht [presidente de BASF mundial], declaró en un diario alemán que, para solucionar los problemas de la crisis financiera, el Estado debe bajar impuestos e invertir en infraestructura, energía y educación. Criticó los esfuerzos por reactivar el mercado desde el consumo y dijo “Un consumidor normal no se va a comprar una tostadora porque en lugar de E 39 cueste 34”. ¿Usted le diría lo mismo al Gobierno argentino?</strong><br /><br />–La recomendación que él dio se refería sin duda al Gobierno alemán. Como nuestra planta principal se encuentra en Alemania, ahí también es donde pagamos la mayor parte de nuestros impuestos. Cada país tiene que encontrar su receta de acuerdo a la realidad que está viviendo. No me atrevería a trasladar las recomendaciones de Hambrecht al Gobierno alemán, al Gobierno argentino.