Anacrónico y dañado federalismo fiscal

La Argentina es como un paciente del Dr. Gregory House, médico de la serie de Fox que se enfrenta cada semana con personas que sufren múltiples síntomas, que siempre esconden una causa profunda que el médico debe descubrir. Por Miguel Braun (*)

21 marzo, 2009

<p>Sino, f&iacute;jese: &iquest;Qu&eacute; tienen en com&uacute;n los siguientes s&iacute;ntomas?<br />&bull; El reciente conflicto del Gobierno con el campo, donde una decisi&oacute;n tributaria moviliz&oacute; a un sector econ&oacute;mico fundamental para las econom&iacute;as de varias provincias, y lleg&oacute; a dividir al bloque oficialista en el Congreso seg&uacute;n la procedencia de los legisladores. <br />&bull; La existencia de abismales desigualdades educativas que impiden brindar una educaci&oacute;n de calidad a todos los ni&ntilde;os. Por ejemplo, la provincia de Buenos Aires, donde vive cerca de la mitad de los ni&ntilde;os pobres del pa&iacute;s, gasta 35% de su presupuesto en Educaci&oacute;n y, sin embargo, el gasto por alumno y los sueldos docentes son m&aacute;s bajos que en las provincias del sur. <br />&bull; La elevada evasi&oacute;n tributaria, calculada entre 20 y 30% por la AFIP, que genera una desigualdad notable entre los que operan en el sector formal y aquellos que no lo hacen. <br />&bull; La existencia de impuestos excesivamente ineficientes, como el que grava las transacciones financieras. En un pa&iacute;s con bajo desarrollo financiero, gravar las transacciones de dicho sector desincentiva su uso, lo cual reduce el cr&eacute;dito disponible, a la vez que alimenta la informalidad. Adem&aacute;s, el impuesto castiga desproporcionadamente a las cadenas productivas con muchos eslabones. <br />En este art&iacute;culo mostrar&eacute; que son s&iacute;ntomas de un problema com&uacute;n: nuestro anacr&oacute;nico y da&ntilde;ado federalismo fiscal. <br />&iquest;C&oacute;mo funciona?<br />Primero es necesario entender c&oacute;mo funciona nuestro sistema federal. El Gobierno nacional recauda cerca de 80% de los impuestos totales, pero como el gasto &ndash;por ejemplo, en Salud y Educaci&oacute;n&ndash; est&aacute; descentralizado, le transfiere recursos por diversos mecanismos a las provincias. La Ley de Coparticipaci&oacute;n es el principal instrumento por el cual se distribuyen los recursos a las provincias. No es el &uacute;nico, ya que el Gobierno nacional tambi&eacute;n env&iacute;a fondos a las provincias a trav&eacute;s de fondos espec&iacute;ficos definidos por ley, y a trav&eacute;s de gastos discrecionales, como los famosos Aportes del Tesoro Nacional (ATN). <br />El actual sistema de coparticipaci&oacute;n se rige por la Ley N&deg; 23.548, promulgada en enero de 1988, que fue modificada por leyes posteriores y es afectada por cada una de las leyes que regulan los impuestos nacionales. <br />La distribuci&oacute;n de recursos de la Naci&oacute;n a las provincias es inevitable. La Argentina es un pa&iacute;s federal, en el cual las provincias son entidades pol&iacute;ticas pre-existentes a la Naci&oacute;n. Por lo tanto, los impuestos que se recaudan pertenecen en principio a las provincias. El art&iacute;culo 75 de la Constituci&oacute;n Nacional sostiene que el Senado de la Naci&oacute;n puede imponer contribuciones indirectas como facultad concurrente con las provincias e impuestos directos si las circunstancias se lo exigen. Adem&aacute;s se establece que todas las contribuciones, salvo su proporci&oacute;n de asignaci&oacute;n espec&iacute;fica, son coparticipables.<br />Sin embargo, las provincias fueron delegando en la Naci&oacute;n la responsabilidad de recaudar varios impuestos como el IVA (Impuesto al Valor Agregado) y el Impuesto a las Ganancias. Y, a su vez, tienen responsabilidades de gasto p&uacute;blico fundamentales, como por ejemplo el financiamiento de las escuelas y los hospitales. Con la recaudaci&oacute;n centralizada y el gasto descentralizado, es inevitable que exista un sistema de transferencias. En la &uacute;ltima d&eacute;cada, las provincias han gastado en general m&aacute;s de 40% del total, mientras recaudan apenas 20% de los impuestos. <br /></p>

Por otra parte, la situaci&oacute;n econ&oacute;mica de las provincias argentinas es muy desigual. Por ejemplo, el ingreso per c&aacute;pita de la Ciudad Aut&oacute;noma de Buenos Aires es m&aacute;s de ocho veces mayor que en Formosa. Esta desigualdad exige que, si queremos que cada argentino tenga las mismas oportunidades &ndash;por ejemplo, en t&eacute;rminos de acceso a educaci&oacute;n y salud de calidad&ndash;, necesariamente tendremos que cobrar m&aacute;s impuestos en las provincias m&aacute;s ricas, e invertir recursos en las provincias m&aacute;s pobres. <br /><em>&iquest;C&oacute;mo se reparten los fondos?<br /></em><br />Para definir cu&aacute;ntos fondos se le manda a cada provincia, se hacen tres operaciones:<br />1- Primero, se define cu&aacute;les impuestos est&aacute;n en la &ldquo;masa coparticipable&rdquo;, es decir, cu&aacute;les impuestos se reparten, y cu&aacute;les no. Por ejemplo, las retenciones a las exportaciones no se reparten, mientras que el IVA, s&iacute;. A esta masa coparticipable se le restan algunos fondos espec&iacute;ficos, y queda lo que se conoce como &ldquo;coparticipaci&oacute;n neta&rdquo;.<br />2- Segundo, se define con qu&eacute; porcentaje de la coparticipaci&oacute;n neta se queda la Naci&oacute;n, y con cu&aacute;nto las provincias. Esto se conoce como &ldquo;distribuci&oacute;n primaria&rdquo;. En el acuerdo actual, 41,64% de la masa coparticipable neta le corresponde a la Naci&oacute;n, mientras que 57,36% restante se asigna a las provincias.<br />3- Tercero, el total destinado a las provincias se asigna a cada una de ellas mediante los coeficientes fijados en la Ley 23.548. Por ejemplo, a la provincia de Buenos Aires le corresponde 21,72%, mientras que a San Luis le corresponde 2,26%. Este reparto se conoce como &ldquo;distribuci&oacute;n secundaria&rdquo;.<br />Sin embargo, a trav&eacute;s de los a&ntilde;os se han introducido una serie de modificaciones que han hecho del sistema uno sumamente complejo, al punto que los especialistas lo conocen como &ldquo;el laberinto de la coparticipaci&oacute;n&rdquo;. <br /><br /><em>&iquest;Qu&eacute; resultados tiene el dise&ntilde;o actual?<br /><br /></em>No resuelve las desigualdades: uno de los objetivos constitucionales del sistema de coparticipaci&oacute;n es reducir las desigualdades que existen entre las provincias argentinas. Sin embargo, si tenemos en cuenta todos los impuestos que paga un ciudadano promedio y todos los beneficios que recibe del Estado, encontramos que persisten fuertes desigualdades dif&iacute;ciles de justificar. El gr&aacute;fico 1 muestra las desigualdades en el beneficio fiscal neto (beneficios menos aportes) entre provincias de similar desarrollo econ&oacute;mico y densidad de poblaci&oacute;n.<br />Por ejemplo, La Rioja y Catamarca tienen similar ingreso per c&aacute;pita y densidad poblacional y, sin embargo, un ciudadano de la primera recibe en neto $900 anuales m&aacute;s que un habitante de la segunda. La raz&oacute;n es que el reparto de fondos responde m&aacute;s a negociaciones pol&iacute;ticas y accidentes hist&oacute;ricos que a criterios de reparto que busquen la igualdad de oportunidades. Seg&uacute;n varios protagonistas de la reforma, los coeficientes de distribuci&oacute;n secundaria de la actual ley surgieron de un c&aacute;lculo transitorio de los fondos que de hecho recib&iacute;an las provincias a mediados de la d&eacute;cada de los ochenta. Pero en los &uacute;ltimos 20 a&ntilde;os, la situaci&oacute;n econ&oacute;mica y social de las provincias ha variado significativamente, por ejemplo por la mayor explotaci&oacute;n de recursos naturales en algunas, y sin embargo los coeficientes no han cambiado. <br />La rigidez y arbitrariedad del sistema explican en parte el desigual acceso a la educaci&oacute;n. Con 41% de la poblaci&oacute;n, la provincia de Buenos Aires recibe apenas 22% de la distribuci&oacute;n secundaria. Con menos fondos per c&aacute;pita, la provincia no alcanza a brindar una educaci&oacute;n de calidad aunque hace un esfuerzo notable en t&eacute;rminos del porcentaje de presupuesto destinado a educaci&oacute;n. <br />

Incentiva la evasi&oacute;n: Vimos ya que la Naci&oacute;n recauda impuestos en las provincias, y luego los reparte siguiendo los coeficientes de la distribuci&oacute;n secundaria. Esto genera incentivos a evadir impuestos. El ciudadano de una provincia t&iacute;pica sabe que lo que &eacute;l paga de IVA va a un pozo com&uacute;n que luego se reparte entre 24 provincias. De hecho, casi no le importa cu&aacute;nto se recauda en su provincia, ya que lo que le llega est&aacute; determinado por coeficientes fijos. Por lo tanto, es poca la relaci&oacute;n entre lo que aporta el contribuyente y los bienes p&uacute;blicos que recibe. Distinto es el caso de una tasa municipal, que el ciudadano sabe se gastar&aacute; en bienes p&uacute;blicos locales. Este an&aacute;lisis permite entender por qu&eacute; ha habido numerosos casos, documentados en la prensa, en los cuales intendentes se juntan con comerciantes locales para resistir el ingreso de inspectores de la DGI, y comprender en parte por qu&eacute; existe tanta evasi&oacute;n en la Argentina. <br />Incentiva la creaci&oacute;n de impuestos distorsivos: el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) fue creado por el Gobierno de la Alianza en 2001 como medida fiscalista frente a la crisis inminente. En 2002, aparecieron las retenciones a las exportaciones. Los Gobiernos centrales en situaci&oacute;n de necesidad fiscal encuentran m&aacute;s beneficioso crear impuestos nuevos que no se coparticipan antes que aumentar la recaudaci&oacute;n de impuestos tradicionales, que deber&aacute;n repartir con las provincias. Es as&iacute; que un impuesto ineficiente como el ITF persiste hasta el d&iacute;a de hoy. La crisis con el campo fue producto de un caso extremo de este fen&oacute;meno, en el que el Gobierno nacional busc&oacute; apropiarse de una ganancia transitoria que hubiera quedado en gran parte en manos de las provincias. <br />Castiga la pol&iacute;tica social: Como las transferencias a las provincias se hacen en forma autom&aacute;tica, cuanto mayor es el crecimiento, m&aacute;s se recauda, m&aacute;s dinero se env&iacute;a y, en general, m&aacute;s se gasta. Esto es un problema para la pol&iacute;tica social, porque una buena pol&iacute;tica social requiere gastar m&aacute;s en momentos de recesi&oacute;n, proveyendo seguros de desempleo y asistencia a los m&aacute;s afectados por la crisis. El sistema actual dificulta esto, ya que un porcentaje alto del gasto social es ejecutado por las provincias, que como vimos, se encuentran con m&aacute;s recursos en los a&ntilde;os de bonanza, y salvo que hayan ahorrado &ndash;cosa que no suele suceder&ndash; se ven obligadas a ajustar el gasto justo en el momento que m&aacute;s se necesita. El gr&aacute;fico 2 muestra que el gasto social (nacional y provincial) aumenta en a&ntilde;os de crecimiento y disminuye en a&ntilde;os de recesi&oacute;n, al contrario de lo deseable.<br />

Promueve el endeudamiento excesivo: Como vimos en el punto anterior, tanto la Naci&oacute;n como las provincias tienden a gastar m&aacute;s cuando hay recursos. A esto se suma que cuando hay recursos, suele ser m&aacute;s f&aacute;cil endeudarse (si no lo cree, trate de ir a pedir un pr&eacute;stamo al banco cuando est&aacute; desempleado). El sistema actual genera incentivos para que las provincias y la Naci&oacute;n se endeuden de m&aacute;s. Han existido muchos casos en los cuales la Naci&oacute;n realiz&oacute; un salvataje a una o m&aacute;s provincias, usando los fondos aportados por los ciudadanos de todas las jurisdicciones. Este comportamiento hace que para cualquier provincia individual sea m&aacute;s barato endeudarse, porque si no llegara a poder pagar, existe la posibilidad de que la salven. <br />Reduce la transparencia: Un principio b&aacute;sico de la democracia es que los ciudadanos tienen derecho a saber en qu&eacute; se usan los recursos que pagan en impuestos. Sin embargo, la complejidad del sistema actual hace dif&iacute;cil que un ciudadano entienda ad&oacute;nde van sus pagos. Esto limita la transparencia y reduce la confianza en el Estado. <br /><br /><em>&iquest;C&oacute;mo podr&iacute;a mejorar el sistema?<br /><br /></em>Los problemas identificados en el punto anterior marcan el camino a seguir para mejorar el funcionamiento del federalismo fiscal en la Argentina. A continuaci&oacute;n, presento algunos principios que deber&iacute;a contemplar una reforma al sistema de coparticipaci&oacute;n. <br />&bull; Garantizar un piso m&iacute;nimo de bienes p&uacute;blicos por habitante. Para promover la igualdad de oportunidades, cada provincia deber&iacute;a recibir un nivel de recursos por habitante que le permita brindar a cada ciudadano un nivel de bienes p&uacute;blicos b&aacute;sicos. Una vez definido ese nivel, las provincias que no pudieran recaudar por s&iacute; solas los recursos necesarios para cubrirlo, deber&iacute;an recibir las transferencias necesarias. Un ejemplo de este sistema en la pr&aacute;ctica es el caso de Canad&aacute;, en el cual se calcula la recaudaci&oacute;n potencial de cada provincia, y se le entrega a cada una la diferencia entre los recursos m&iacute;nimos necesarios y la recaudaci&oacute;n potencial. Una vez garantizado este piso m&iacute;nimo, cualquier transferencia adicional deber&iacute;a hacerse teniendo en cuenta criterios objetivos. Por ejemplo, las provincias m&aacute;s pobres o con menor densidad de poblaci&oacute;n probablemente deber&iacute;an recibir m&aacute;s recursos per c&aacute;pita.<br />&bull; Fortalecer la Ley de Responsabilidad Fiscal: Para evitar el endeudamiento excesivo, la Naci&oacute;n y las provincias deber&iacute;an fortalecer y asegurar el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Ley 25.917). A su vez, se deber&iacute;a limitar la capacidad del Gobierno nacional de realizar salvatajes financieros arbitrarios. Por &uacute;ltimo, deber&iacute;an reglamentarse sanciones efectivas para los funcionarios que incumplan y endeuden de m&aacute;s a sus jurisdicciones. <br />&bull; Simplificar el sistema de reparto: Para aumentar la transparencia, deber&iacute;a simplificarse el reparto de recursos entre la Naci&oacute;n y las provincias. La multiplicidad de fondos existentes, detracciones de la masa coparticipable y dem&aacute;s elementos innecesarios del laberinto deber&iacute;an eliminarse, y ser reemplazados por f&oacute;rmulas sencillas que no alteren significativamente la situaci&oacute;n actual. <br />

&bull; Reducir la tendencia al exceso de gasto en la bonanza: Para esto, se podr&iacute;a implementar de manera institucionalizada y transparente el fondo antic&iacute;clico, que acumular&iacute;a fondos en a&ntilde;os de crecimiento, que se gastar&iacute;an durante las recesiones.<br />
&bull; Provincializar algunos impuestos: Existen varios impuestos que probablemente podr&iacute;an ser cobrados con mayor facilidad por los Gobiernos provinciales. Por ejemplo, el Impuesto a los Bienes Personales. Si se transfiriera el cobro de algunos tributos a las provincias, se podr&iacute;an reducir los incentivos a la evasi&oacute;n mencionados antes, y aumentar la transparencia, ya que los ciudadanos sabr&iacute;an que esos impuestos ser&iacute;an destinados a proveer bienes p&uacute;blicos en su provincia. Cabe aclarar que como las provincias m&aacute;s ricas se ver&iacute;an m&aacute;s beneficiadas con esta medida, ser&iacute;a necesario aumentar de alg&uacute;n modo las transferencias a las otras jurisdicciones. <br />
Modificar nuestro sistema federal es sumamente complejo en la pr&aacute;ctica porque ninguna provincia quiere perder participaci&oacute;n en el reparto de fondos, a la vez que ning&uacute;n Gobierno nacional estar&aacute; dispuesto a perder poder cediendo recursos, y para lograr una reforma es necesaria la aprobaci&oacute;n por parte de todas las provincias y la Naci&oacute;n. Sin embargo, si se planea una reforma para el largo plazo, que no afecte a los gobernantes actuales, y que modifique el reparto de los recursos adicionales que aparezcan en la medida que la econom&iacute;a crezca, ser&iacute;a posible llevarla adelante, siempre que exista liderazgo y vocaci&oacute;n de cambio por parte del Gobierno nacional. <br />
Es fundamental encarar esta reforma, ya que muchos de los problemas de nuestro pa&iacute;s tienen su origen en nuestro injusto e ineficiente sistema federal. <br />
<br />
<em>(*) Miguel Braun es director ejecutivo de CIPPEC (Centro de Implementaci&oacute;n de Pol&iacute;ticas P&uacute;blicas para la Equidad y el Crecimiento).<br />
</em>

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades