La gente comenzó a preguntarse: si yo muero ¿puedo dejar mi biblioteca digital en herencia a mis hijos? Parece que no, porque lo que uno ha comprado es la licencia de uso. Lo mismo ocurre con las canciones.
La distinción es objeto de ataque en Estados unidos, tanto en los tribunales como en el mercado y podría desestabilizar los negocios de libros y música en Internet. En el centro de la controversia se encuentran Amazon y Apple, los dos grandes vendedores de productos electrónicos, ambas con proyectos similares.
En enero Amazon obtuvo una patente para instalar un mercado de canje de todo tipo de material digital. Ellos ganarían una comisión por cada transacción y los consumidores obtendrían precios más bajos.
Pero las editoriales y compañías de medios pusieron el grito en el cielo. Los que producen contenido podrían ver devaluado su trabajo, como ocurrió cuando Amazon comenzó a vender libros de segunda mano hace 13 años.
Esta semana la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos hizo saber que Apple solicitó una patente parecida para instalar su propio mercado digital. La solicitud describe un sistema para permitir a los usuarios vender o cambiar entre sí e-books, música, películas y software transfiriendo archivos en lugar de reproduciéndolos. Ese sistema permitiría que sólo un usuario tenga una copia.
Mientras tanto, un tribunal de Nueva York está a punto de decidir si una start-up que creó una forma para que la gente compre y venda canciones de iTunes está violando la ley. Si no la condena, los consumidores ya no necesitarían intercambiar o revender a través de Apple o Amazon y aparecerían como hongos los bazares electrónicos.
“Ya existe la tecnología que permite la reventa de productos digitales”, dice Bill rosenblatt, presidente de la consultora GiantSteps- “En el corto plazo es bueo para los consumidores, pero en el largo podría reducir gravemente el incentivo de los creadores a crear”.
Durante más de cien años la posibilidad de que consumidores, librerías de segunda mano y bibliotecas hicieran lo que querían con un libro físico estuvo asegurada por la ley. En 1908 hubo en el país del norte un caso paradigmático cuando una editorial publicó una novela con la advertencia de que nadie estaba autorizado a venderla por menos de US$1. Cuando Macy’s ofreció el libro a 89 centavos, la editorial le hizo juicio.
Ese hecho llevó a que la Suprema Corte limitara el control sobre el derecho de autor a la primera venta. Después de eso, el mercado era libre.
Ahora bien. Las ventas de material digital son consideradas licencias, que dan a los consumidores poca o ninguna posibilidad de prestar el objeto. La preocupación es que sin ninguna limitación los bienes digitales podrían ser reproducidos infinitamente mientras siguen en manos del propietario original.
Tanto los sistemas de Amazon como Apple se proponen resolver el problema. La patente de Amazon dice que un libro, película o canción se guarda en un “almacén de datos” personalizado del cliente. Cuando un artículo no se quiere más, el usuario lo podrá vender a intercambiar con otro usuario , una acción que automáticamente borraría el artículo del almacén del primer usuario.
Esa patente describe lo que sería una gigantesca casa de canjes. Los 152 millones de clientes activos de Amazon mantenrían una lista de objetos digitales de segunda mano deseados y otra con objetos digitales usados y disponibles para cambiar.