Cuando estábamos a la espera de la gran crisis global

En abril de 2007 parecía urgente la reforma del sistema financiero global. Al menos para Mercado. En esa fecha publicó este informe que tiene hoy inusitada vigencia: “El mundo se olvidó de las crisis financieras y prefiere creer que gobiernos más prudentes con mejores políticas monetarias pueden garantizar veinte años de tranquilidad global.”

27 marzo, 2009

Muchos asi&aacute;ticos, enfervorizados por aquellos que intentan culpar al Fondo por la &uacute;ltima crisis financiera de la regi&oacute;n, se muestran hostiles a la instituci&oacute;n. En lugar de buscar mayor poder dentro de su seno, prefieren crear una alternativa regional que re&uacute;na las monta&ntilde;as de d&oacute;lares que sus econom&iacute;as acumularon en los &uacute;ltimos diez a&ntilde;os en sus excedentes comerciales con el resto del mundo.<br />
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Los que ven innecesaria la reforma</strong><br />
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Tal vez el mayor obst&aacute;culo con que tropieza la reforma sean aquellos que no ven la importancia o la urgencia de remozar el FMI. Cuatro a&ntilde;os de crecimiento mundial han llevado a muchos a pensar que el Fondo es un anacronismo, que ya nada va a salir mal. <br />
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En especial los mercados que tuvieron deuda soberana parecieran haber olvidado la sarta de espectaculares crisis de deuda que arras&oacute; al mundo en desarrollo hace muy pocos a&ntilde;os. M&eacute;xico en 1994, Surcorea, Indonesia y Tailandia en 1997, Rusia en 1998, y Brasil, la Argentina y Turqu&iacute;a a principios del nuevo siglo. En cada ocasi&oacute;n, la estabilidad financiera mundial estuvo a punto de colapsar, y cada vez el Fondo ayud&oacute; a instrumentar una respuesta global, casi siempre facilitando millones de d&oacute;lares en forma de pr&eacute;stamos puente sacados de sus propios recursos. <br />
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Por ejemplo, un cr&eacute;dito a Brasil en agosto de 2002, cuando el mundo temblaba con la llegada a la presidencia del izquierdista Luiz In&aacute;cio Lula da Silva. Con el acceso cerrado a los mercados de capitales, Brasil estaba al borde de la cesaci&oacute;n de pagos. El organismo aport&oacute; US$ 30.000 millones y as&iacute;, supuestamente, ayud&oacute; a impedir un desastre que habr&iacute;a sacudido a todos los mercados del mundo.<br />
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No todos los programas del mundo resultaron tan exitosos. El fracaso m&aacute;s notable fue la Argentina en 2001, cuando el Fondo tard&oacute; demasiado en cortar la ayuda, incluso cuando ya era evidente que el pa&iacute;s no aceptaba reformar sus finanzas como era necesario para evitar el <em>default</em>. <br />
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Entre esos dos casos opuestos est&aacute; la crisis asi&aacute;tica, donde la intervenci&oacute;n del Fondo contribuy&oacute; a evitar la cesaci&oacute;n de pagos pero no una profunda recesi&oacute;n. <br />
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La causa de la crisis fue en ese caso los intentos de los gobiernos de pegar r&iacute;gidamente sus monedas al d&oacute;lar, hasta cuando abrieron sus mercados a los enormes flujos de capitales especulativos. Esa fue una f&oacute;rmula perfecta para la cat&aacute;strofe que muchos otros economistas y yo hab&iacute;amos advertido varios a&ntilde;os antes. <br />
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Pero el Fondo era demasiado d&eacute;bil e inconsistente en sus esfuerzos por convencer a las autoridades nacionales en Asia de la urgente necesidad de adoptar pol&iacute;ticas m&aacute;s sostenibles.<br />
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Veinte a&ntilde;os de tranquilidad</strong><br />
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Para los panglosianos (optimistas ut&oacute;picos) que parecen dominar ahora en los mercados de deuda soberana donde los m&aacute;rgenes son hoy m&aacute;s bajos que nunca, todo esto es historia antigua. Muchos de los grandes inversores han llegado a creer que los gobiernos de hoy, mucho m&aacute;s prudentes y con el apoyo de mejores pol&iacute;ticas monetarias, podr&aacute;n garantizarle al mundo por lo menos veinte a&ntilde;os de tranquilidad financiera. Tal vez est&eacute;n en lo cierto. Tal vez el mundo un d&iacute;a va a recordar las crisis de los 80 y 90 como simples problemas de crecimiento en el camino hacia el nirvana financiero. Tal vez hasta el incre&iacute;ble d&eacute;ficit de cuenta corriente de Estados Unidos &ndash;de m&aacute;s de US$ 800.000 millones al a&ntilde;o&ndash; resulte no ser un tema de importancia sino una simple redistribuci&oacute;n de los activos del mundo que pronto ser&aacute; eclipsada por los mercados de capitales globales en perpetua expansi&oacute;n.<br />
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Si &eacute;se fuera el caso, muchos de nosotros podr&iacute;amos estar perdiendo in&uacute;tilmente el sue&ntilde;o por temor a nuevas crisis financieras. Pero s&oacute;lo por si acaso, tal vez ser&iacute;a una buena idea seguir tratando de mejorar el FMI en lugar de destriparlo. Tal vez el tema m&aacute;s importante que deba resolver hoy el Fondo es c&oacute;mo ejercer mayor influencia sobre los grandes jugadores &ndash;como Estados Unidos y China&ndash; que toman y dan pr&eacute;stamos en tales cantidades que originan riesgos dif&iacute;ciles de mensurar. <br />
Es cierto que el Fondo ha cuestionado con elocuencia el r&iacute;gido r&eacute;gimen chino de tasa de cambio y el d&eacute;ficit de presupuesto en Estados Unidos. Pero lo que los ministros veedores deber&aacute;n decidir es si van a seguir asign&aacute;ndole ese gran papel de vigilante de esas econom&iacute;as, y tambi&eacute;n de las de Europa.<br />
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Una reforma muy necesaria, por cierto, es terminar con la prerrogativa europea de elegir al director gerente del Fondo. La pr&aacute;ctica es un anacronismo. El pr&oacute;ximo director gerente deber&iacute;a ser el candidato mejor calificado, cualquiera sea su nacionalidad. <br />
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En un mundo donde los mercados de capitales son ahora diez veces m&aacute;s grandes que la econom&iacute;a de Estados Unidos, hace falta una instituci&oacute;n financiera multilateral con total poder para mitigar el riesgo de futuras crisis financieras, aunque no sea posible evitarlas completamente. M

<strong>Problemas comerciales y econ&oacute;micos</strong><br /><br />Por lo pronto, la &uacute;ltima ronda de negociaciones de la Organizaci&oacute;n Mundial del Comercio fue catastr&oacute;fica. Europa, Jap&oacute;n y Estados Unidos no aceptaron desarticular los poderosos grupos que presionan por mantener los subsidios al campo. La consecuencia, tr&aacute;gica, es que algunos de los pa&iacute;ses m&aacute;s pobres del mundo no pueden exportar sus productos agr&iacute;colas, una de las pocas &aacute;reas donde podr&iacute;an competir con pesos pesados como China o India. Pero la propuesta de Rato &ndash;corregir los desequilibrios globales&ndash; puede ser un m&eacute;todo pensado para que todos ganen. Las mismas pol&iacute;ticas para corregir los desequilibrios comerciales contribuir&iacute;an a solucionar problemas econ&oacute;micos nacionales. <br /><br />Por ejemplo, China necesita una tasa de cambio m&aacute;s fuerte para detener la mani&aacute;tica inversi&oacute;n en el sector exportador; as&iacute; reducir&iacute;a el riesgo de un colapso estilo d&eacute;cada del 90. En Estados Unidos, elevar el impuesto a la gasolina u otros combustibles f&oacute;siles no s&oacute;lo mejorar&iacute;a las finanzas del Gobierno sino que adem&aacute;s ser&iacute;a una buena manera de comenzar a hacer algo para detener el calentamiento global. <br /><br />En Jap&oacute;n, los tecn&oacute;cratas del Banco Central podr&iacute;an manejar mucho mejor su econom&iacute;a si abandonaran las t&eacute;cnicas intervencionistas para controlar la tasa de cambio y adoptaran los m&eacute;todos m&aacute;s modernos que usan la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo.<br /><br />En Europa, la recaudaci&oacute;n impositiva deber&iacute;a comenzar a subir aun sin recurrir a mayores impuestos, as&iacute; no se estrangular&iacute;a la naciente recuperaci&oacute;n del continente. Arabia Saudita, con sus abundantes ingresos petroleros, podr&iacute;a aprovechar la oportunidad para reforzar la imagen del pa&iacute;s como ancla de la estabilidad financiera del globo.<br /><br />El a&ntilde;o pasado, Estados Unidos tom&oacute; US$ 800.000 millones en pr&eacute;stamos para financiar su d&eacute;ficit comercial. Por incre&iacute;ble que parezca, Estados Unidos absorbe actualmente casi dos tercios de todos los ahorros netos del mundo, una situaci&oacute;n sin precedentes en la historia.<br /><br /><strong>&iquest;Aterrizaje suave?</strong><br /><br />Si bien esta org&iacute;a podr&iacute;a tener un final tranquilo como cree el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, muchos de los l&iacute;deres financieros del mundo temen un desenlace m&aacute;s violento que podr&iacute;a provocar una fuerte depreciaci&oacute;n del d&oacute;lar y posiblemente cosas mucho peores. Por cierto, si los pol&iacute;ticos no hacen algo, no es dif&iacute;cil imaginar una profunda recesi&oacute;n global o incluso una devastadora crisis financiera. Aunque es probable que Bernanke tenga raz&oacute;n cuando habla de un aterrizaje suave como el desenlace m&aacute;s probable, el sentido com&uacute;n sugerir&iacute;a aceptar algunas medidas profil&aacute;cticas, aunque esto signifique que Estados Unidos, China y otros grandes responsables de los desequilibrios globales deban digerir una amarga medicina. Lamentablemente, lograr que los pol&iacute;ticos en los grandes pa&iacute;ses piensen en otra cosa que no sea sus propios imperativos nacionales es una tarea harto dif&iacute;cil.<br /><br />Pero si el actual endeudamiento &eacute;pico de Estados Unidos finalmente termina en desastre, y si los l&iacute;deres del mundo no ayudan al FMI a hacer su trabajo como corresponde, la historia no los perdonar&aacute;. Los culpar&aacute; de no ver una cat&aacute;strofe que ten&iacute;an frente a sus propias narices. <br /><br /><strong>&iquest;Es necesario el FMI?</strong><br /><br />El mundo financiero se ha puesto de cabeza. La tradici&oacute;n era que el Fondo ayudaba a los gobiernos de mercados emergentes usando dinero que reun&iacute;a principalmente entre las naciones occidentales. Pero ahora al Fondo se le pide que juegue un papel mucho m&aacute;s amplio en el mantenimiento de la estabilidad financiera en un mundo donde prestamistas y acreedores intercambiaron sus roles. <br /><br />Estados Unidos ha tomado pr&eacute;stamos que equivalen a dos tercios del ahorro neto global y pa&iacute;ses de la Eurozona como Italia, Grecia y Portugal hacen denodados esfuerzos por controlar sus finanzas. Por su parte, los mercados emergentes se sientan sobre monta&ntilde;as de reservas de divisas. Con este panorama, es muy probable que la pr&oacute;xima crisis financiera global tenga como epicentro alguno de los pa&iacute;ses &ldquo;ricos&rdquo; de Occidente.<br /><br />Si Asia representa ahora casi 40% del ingreso mundial y una proporci&oacute;n mayor de sus excedentes, no se entiende que en el seno del FMI los derechos de voto y los puestos de liderazgo sigan estando dominados por Estados Unidos y Europa. En la reuni&oacute;n en Singapur del a&ntilde;o pasado, Rodrigo Rato present&oacute; una moci&oacute;n relativamente modesta de dar un poco m&aacute;s de poder de votaci&oacute;n a China, Surcorea, Turqu&iacute;a y M&eacute;xico. Pero eso es simplemente para comenzar a pensar en un gran cambio que reconozca las fenomenales transformaciones que se han operado en las finanzas del mundo desde que naci&oacute; el FMI al terminar la Segunda Guerra Mundial. Si es cierto que la instituci&oacute;n pretende reflejar la relativa influencia econ&oacute;mica de los pa&iacute;ses, es insostenible que China, con 15% del ingreso global, tenga s&oacute;lo 2,9% de los votos de Fondo. <br /><br />Pero cualquier intento por alterar la distribuci&oacute;n del poder en el manejo de las finanzas globales se topa con una feroz resistencia. Hay que admitir que Estados Unidos se planta del lado del cambio, tal vez esperando que, con mayor poder, Asia se va a sentir obligada a adoptar una postura menos nacionalista en su pol&iacute;tica econ&oacute;mica.<br /><br />Pero Europa se resiste con u&ntilde;as y dientes, especialmente naciones peque&ntilde;as y ricas como B&eacute;lgica, Pa&iacute;ses Bajos y los n&oacute;rdicos. Cada uno de ellos tiene m&aacute;s votos que China en el Fondo y los defienden para mantener su relevancia en el mundo.<br />Lo curioso es que Asia, que deber&iacute;a dar mucha importancia al tema de conseguir m&aacute;s poder dentro del Fondo, se muestra profundamente ambivalente.

&ldquo;Cayeron en el olvido los grandes planes que propon&iacute;an un cambio radical en la organizaci&oacute;n financiera y tambi&eacute;n los m&aacute;s modestos, que s&oacute;lo apuntaban a perfeccionar el FMI y el Banco Mundial.&rdquo; <br /><br />Fue un susto que dur&oacute; una semana, a principios de marzo (de hace dos a&ntilde;os). El derrumbe burs&aacute;til ocurrido en todo el mundo hizo temer que est&aacute;bamos frente a la cat&aacute;strofe global tantas veces pronosticada. Por esta vez, zafamos. Cuando las cosas se tranquilizaron, aparecieron las explicaciones de los ajustes correctivos y otras de la misma &iacute;ndole. Pero el fantasma de una crisis sist&eacute;mica mundial no ha desaparecido.<br /><br />Por eso es m&aacute;s oportuno que nunca este texto. Kenneth Rogoff, fue consejero econ&oacute;mico y director del Departamento de Investigaci&oacute;n del FMI entre 2001 y 2003. Volvi&oacute; a su c&aacute;tedra en la Universidad de Harvard, y se ha convertido en un prol&iacute;fico y pol&eacute;mico ensayista. Aqu&iacute; expone &ndash;en versi&oacute;n condensada&ndash; los peligros de creer que ya no existe riesgo de una futura crisis financiera que sacuda al planeta.<br /><br />&ldquo;Hace apenas unos a&ntilde;os los principales economistas del mundo se desviv&iacute;an por dise&ntilde;ar planes grandiosos para cambiar la arquitectura financiera del mundo. Hablaban de nuevas instituciones financieras, de una ley internacional de quiebra soberana, de un organismo internacional para asegurar los dep&oacute;sitos y hasta de un banco central global. <br /><br />Otros planes algo m&aacute;s modestos (el m&iacute;o entre ellos) reclamaban simplemente la reestructuraci&oacute;n total de las dos grandes instituciones financieras multinacionales existentes, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.<br /><br />Sin embargo, en los dos &uacute;ltimos a&ntilde;os todo eso desapareci&oacute;. La comunidad internacional parece pl&aacute;cidamente convencida de que la estabilidad macroecon&oacute;mica combinada con innovaci&oacute;n financiera a escala nacional ha obviado la necesidad de hacer modificaciones al sistema. No importa que la tenencia de activos haya trepado a US$ 60.000 billones (casi 120% del producto bruto del globo). No hay nada que no puedan resolver los mercados.<br /><br />&iquest;Podr&aacute;n los mercados manejar una repentina recesi&oacute;n en India o China? &iquest;Qu&eacute; pasar&iacute;a si una bomba at&oacute;mica arrojada sobre una ciudad de Estados Unidos provocara una estampida de los activos depositados en ese pa&iacute;s? &iquest;O si de pronto los inversores internacionales se cansaran de seguir financiando el d&eacute;ficit de cuenta corriente estadounidense? &iquest;O si se desatara una pandemia de gripe aviar?<br /><br />La cooperaci&oacute;n de los bancos centrales del mundo ha mejorado mucho en los &uacute;ltimos a&ntilde;os, especialmente la que se da en el seno del Banco de Pagos Internacionales de Basilea. Pero los bancos centrales tienen instrumentos muy limitados para contener una suba de la volatilidad, especialmente cuando &eacute;sta es inducida por problemas geopol&iacute;ticos. <br /><br />Es cierto que tampoco se sabe si alguno de aquellos grandes planes preparar&iacute;a mejor a la econom&iacute;a mundial para superar cat&aacute;strofes. El gran plan casi siempre es demasiado simplista, sobre todo cuando s&oacute;lo existe en el papel.<br /><strong><br />Coordinaci&oacute;n e innovaci&oacute;n</strong><br /><br />En t&eacute;rminos generales, al mundo le va mejor cuando opta por m&eacute;todos m&aacute;s org&aacute;nicos que coordinan la competencia entre instituciones nacionales, legales y de regulaci&oacute;n. Si se confiere demasiado poder a una sola instituci&oacute;n de regulaci&oacute;n global, se corre un serio peligro de sofocar la innovaci&oacute;n. <br /><br />Pero que los planes grandiosos sean a veces demasiado simplistas no quiere decir que debamos pasar por alto los problemas que se propon&iacute;an remediar. Los capitales internacionales una vez m&aacute;s est&aacute;n fluyendo hacia los mercados emergentes. &iquest;Qu&eacute; va a pasar la pr&oacute;xima vez que se produzca una crisis de deuda soberana? &iquest;Ser&aacute;n suficientes las t&iacute;midas modificaciones introducidas, por ejemplo, en los contratos de deuda?<br /><br />El problema actual es que los organismos multilaterales de cr&eacute;dito son cada d&iacute;a m&aacute;s irrelevantes en un mundo donde la creciente deuda privada eclipsa el financiamiento oficial.<br /><br />El FMI est&aacute; reconsiderando su papel y su funci&oacute;n. En principio, debe decidir c&oacute;mo va a financiar sus actividades de vigilancia y asistencia t&eacute;cnica en un per&iacute;odo en que sus ingresos por pr&eacute;stamos se han reducido.<br /><br />Aunque la comparaci&oacute;n parezca algo injusta, la actividad del Fondo en los &uacute;ltimos a&ntilde;os trae a la memoria un viejo chiste que sol&iacute;a hacerse sobre las Naciones Unidas: &ldquo;Cuando hay una disputa entre dos naciones peque&ntilde;as, interviene la ONU y la disputa desaparece. Cuando hay una disputa entre una naci&oacute;n peque&ntilde;a y una grande, interviene la ONU y la naci&oacute;n peque&ntilde;a desaparece. Cuando hay una disputa entre dos grandes naciones, desaparece la ONU&rdquo;.<br /><br />Afortunadamente el FMI todav&iacute;a no se esconde, aunque a algunos de los grandes jugadores no les guste lo que dice. El director gerente de la entidad, el espa&ntilde;ol Rodrigo Rato, insiste en que China, Estados Unidos, Jap&oacute;n, Europa y los principales exportadores de petr&oacute;leo (hoy la mayor fuente de capital nuevo) adopten todos medidas concretas para aliviar el riesgo de una crisis. Tales medidas podr&iacute;an incluir m&aacute;s flexibilidad de la tasa de cambio en China y tal vez el compromiso de Estados Unidos de restringir su gasto fiscal. Los exportadores de petr&oacute;leo podr&iacute;an prometer aumentar el consumo, lo cual elevar&iacute;a sus importaciones. Jap&oacute;n podr&iacute;a prometer no recurrir m&aacute;s a la intervenci&oacute;n para impedir que se aprecie su moneda.

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