Aibo es el perrito robot que Sony sacó en 1999. En los primeros 20 minutos
– dicen voceros de la compañía – se vendieron en Japón 3.000
unidades y la fábrica no dio abasto cuando los consumidores estadounidenses
se abalanzaron para llevarse uno a sus casas. El Aibo – cuyo nombre es, en realidad,
la sigla inglesa para “robot con inteligencia artificial”, se sigue
vendiendo como pan caliente. En Sony calculan que este año venderán
no menos de 50.000 unidades. Además, la empresa anunció públicamente
el QRIO, prototipo de un robot humanoide de “entretenimiento”, que camina,
canta, agita los brazos y hasta patea la pelota.
Pero los críticos coinciden en que por más simpáticos que
resulten, tanto el Aibo como el QRIO sólo sirven para divertir a la gente
y publicitar la marca que los fabrica. Aibo cuesta unos US$ 1.600 y el QRIO costaría
tanto como un BMW si llegara al mercado.
Más allá de estas máquinas futuristas, muy atractivas y muy
caras, cuando se trata de robots para el consumo utilitario, el producto que más
se vende es una humilde aspiradora.
El Roomba es un robot con forma de pizza que cuesta US$ 199. Tiene sensores
y un software de orientación que le permite limpiar una casa sin intervención
humana. Fabricado por iRobot, es el primero de una generación de
robots de servicio para el mercado masivo. Actualmente, la amplia mayoría
de las máquinas inteligentes que se fabrican son utilizadas en actividades
militares o industriales. Muchos de los que intervienen en su producción,
sin embargo, vaticinan que en poco tiempo más habrá robots cortando
pasto, lavando autos o ayudando a viejos y enfermos.
iRobot sale a competir con los fabricantes tradicionales de aspiradoras,
como Electrolux y Kärcher, que han desarrollado unidades robóticas
que cuestan hasta US$ 1.700.
Alec Hudnut, presidente de Evolution Robotics, estima que en 2004 se venderán
unos 500.000 robots de consumo masivo y que casi todos serán aspiradoras.
Pero los robots humanoides de avanzada como el QRIO de Sony y el Asimo de Honda
van a tardar muchos años, si no décadas, en ser adoptados por el
mercado masivo. Satoshi Amagai, jefe de la división robótica de
Sony, dice que los desarrolladores deben mejorar la tecnología de sensores
y de control de movimientos, además de desarrollar una inteligencia artificial
mucho más sólida. Todo eso, mientras bajan considerablemente los
costos.
Evolution Robotics pretende acelerar el proceso. La compañía estadounidense
se describe como el único fabricante independiente de software robótico
en todo el mundo. Su ambición es establecerse como el fabricante de software
estándar para robots, algo así como Microsoft en el mercado de la
computación personal.
El principal desafío en la construcción de robots humanoides será
desarrollar software específico para cada tarea que el robot tenga que
realizar. Por ejemplo, un robot mayordomo tendrá que poder ir a buscar
un vaso de agua. Eso quiere decir que debe ser programado para abrir armarios,
extender el brazo, tomar objetos con suavidad, bajarlos y depositarlos sobre una
superficie, abrir una canilla y decidir cuándo el vaso está lleno.
Esas tareas requerirían una enorme cantidad de sensores e inteligencia
artificial que no son ni baratos ni simples. “En todo caso, el problema se
puede resolver en laboratorio, pero bajarle el costo al proyecto es algo que llevará
años”, dice Hudnut.
Una probable característica de los robots de servicio del futuro será
que probablemente no van a tener piernas. Eso es algo muy complejo y caro que
no cumple ninguna función como no sea la de hacer que el robot se vea más
humano. Los allegados a la industria coinciden en pronosticar robots con ruedas
o con vías para deslizarse.
El robot humanoide tiene, además, otro obstáculo a superar: el recelo
de la gente. Kishore Rao, deTrident Capital, dice que los consumidores no van
a adoptar plenamente el concepto del robot humanoide hasta que no tengan la seguridad
de que no encierran un peligro. Películas como Terminator y otras
máquinas que buscan dominar la raza humana han hecho que la gente no se
entusiasme demasiado con la idea de tener un robot en casa.
Este tema será protagónico próximamente en una película
adaptada del libro “Yo, Robot” de Isaac Asimov, que trata sobre un autómata
con forma humana implicado en un asesinato. La película deja la incómoda
sensación de que los robots no son confiables.
Satoshi Amagai, jefe de la división robótica de Sony, dice que los
fabricantes deben trabajar para superar esas ideas insistiendo en que los robots
son confiables, no van a desplazar gente de los empleos y no serán ni difíciles
de usar ni peligrosos.
Aibo es el perrito robot que Sony sacó en 1999. En los primeros 20 minutos
– dicen voceros de la compañía – se vendieron en Japón 3.000
unidades y la fábrica no dio abasto cuando los consumidores estadounidenses
se abalanzaron para llevarse uno a sus casas. El Aibo – cuyo nombre es, en realidad,
la sigla inglesa para “robot con inteligencia artificial”, se sigue
vendiendo como pan caliente. En Sony calculan que este año venderán
no menos de 50.000 unidades. Además, la empresa anunció públicamente
el QRIO, prototipo de un robot humanoide de “entretenimiento”, que camina,
canta, agita los brazos y hasta patea la pelota.
Pero los críticos coinciden en que por más simpáticos que
resulten, tanto el Aibo como el QRIO sólo sirven para divertir a la gente
y publicitar la marca que los fabrica. Aibo cuesta unos US$ 1.600 y el QRIO costaría
tanto como un BMW si llegara al mercado.
Más allá de estas máquinas futuristas, muy atractivas y muy
caras, cuando se trata de robots para el consumo utilitario, el producto que más
se vende es una humilde aspiradora.
El Roomba es un robot con forma de pizza que cuesta US$ 199. Tiene sensores
y un software de orientación que le permite limpiar una casa sin intervención
humana. Fabricado por iRobot, es el primero de una generación de
robots de servicio para el mercado masivo. Actualmente, la amplia mayoría
de las máquinas inteligentes que se fabrican son utilizadas en actividades
militares o industriales. Muchos de los que intervienen en su producción,
sin embargo, vaticinan que en poco tiempo más habrá robots cortando
pasto, lavando autos o ayudando a viejos y enfermos.
iRobot sale a competir con los fabricantes tradicionales de aspiradoras,
como Electrolux y Kärcher, que han desarrollado unidades robóticas
que cuestan hasta US$ 1.700.
Alec Hudnut, presidente de Evolution Robotics, estima que en 2004 se venderán
unos 500.000 robots de consumo masivo y que casi todos serán aspiradoras.
Pero los robots humanoides de avanzada como el QRIO de Sony y el Asimo de Honda
van a tardar muchos años, si no décadas, en ser adoptados por el
mercado masivo. Satoshi Amagai, jefe de la división robótica de
Sony, dice que los desarrolladores deben mejorar la tecnología de sensores
y de control de movimientos, además de desarrollar una inteligencia artificial
mucho más sólida. Todo eso, mientras bajan considerablemente los
costos.
Evolution Robotics pretende acelerar el proceso. La compañía estadounidense
se describe como el único fabricante independiente de software robótico
en todo el mundo. Su ambición es establecerse como el fabricante de software
estándar para robots, algo así como Microsoft en el mercado de la
computación personal.
El principal desafío en la construcción de robots humanoides será
desarrollar software específico para cada tarea que el robot tenga que
realizar. Por ejemplo, un robot mayordomo tendrá que poder ir a buscar
un vaso de agua. Eso quiere decir que debe ser programado para abrir armarios,
extender el brazo, tomar objetos con suavidad, bajarlos y depositarlos sobre una
superficie, abrir una canilla y decidir cuándo el vaso está lleno.
Esas tareas requerirían una enorme cantidad de sensores e inteligencia
artificial que no son ni baratos ni simples. “En todo caso, el problema se
puede resolver en laboratorio, pero bajarle el costo al proyecto es algo que llevará
años”, dice Hudnut.
Una probable característica de los robots de servicio del futuro será
que probablemente no van a tener piernas. Eso es algo muy complejo y caro que
no cumple ninguna función como no sea la de hacer que el robot se vea más
humano. Los allegados a la industria coinciden en pronosticar robots con ruedas
o con vías para deslizarse.
El robot humanoide tiene, además, otro obstáculo a superar: el recelo
de la gente. Kishore Rao, deTrident Capital, dice que los consumidores no van
a adoptar plenamente el concepto del robot humanoide hasta que no tengan la seguridad
de que no encierran un peligro. Películas como Terminator y otras
máquinas que buscan dominar la raza humana han hecho que la gente no se
entusiasme demasiado con la idea de tener un robot en casa.
Este tema será protagónico próximamente en una película
adaptada del libro “Yo, Robot” de Isaac Asimov, que trata sobre un autómata
con forma humana implicado en un asesinato. La película deja la incómoda
sensación de que los robots no son confiables.
Satoshi Amagai, jefe de la división robótica de Sony, dice que los
fabricantes deben trabajar para superar esas ideas insistiendo en que los robots
son confiables, no van a desplazar gente de los empleos y no serán ni difíciles
de usar ni peligrosos.