El cultivo tradicional consume 1/3 de la provision mundial de agua y genera la misma cantidad de gases de invernadero que la industria aérea antes de la pandemia.
Solamente en los países en desarrollo, más 3.500 millones de personas dependen del arroz para cubrir más de 20% de sus necesidades calóricas. Sin embargo, el método tradicional de cultivar arroz consume casi un tercio de la reserva de agua dulce y produce enorme cantidad de gases de invernadero. Un problema central es la producción de gas metano debido a la costumbre de mantener los campos inundados durante el período de crecimiento de la planta. Ese gas contribuye de manera significativa al calentamiento global. El cultivo de arroz es el segundo generador de metano después de la cría de ganado.
Numerosos grupos de investigadores están estudiando cómo obtener nuevas variedades de arroz de alto rendimiento que puedan ser sembradas directamente en suelo seco. Además, buscan un nuevo método de cultivo para los arrozales que permita reducir las emisiones de gases de invernadero. Lo que está en estudio es un método que alterne tierra mojada con tierra seca en lugar de mantener el arrozal permanentemente bajo el agua. Mucho menos metano se produce cuando se drenan los campos y la materia orgánica no se pudre bajo el agua.
También se está fomentando entre los agricultores la costumbre de usar prácticas diferentes, como la de nivelar los campos con rayo láser para que los arrozales sean más planos, lo que a su vez permite a los agricultores usar menos agua y fertilizantes.
La Sustainble Rice Platform, que promueve el método “húmedo-seco”, es una asociación que comenzó en 2015 y que ya reúne a 500.000 agricultores en 21 países. Según la SRP, los proyectos piloto han reducido el uso de agua un promedio de 20% y 50% de los gases de invernadero. Pero esos ensayos cubren menos de 1% de la producción arrocera mundial. Llevará seguramente mucho tiempo convencer a números importantes de agricultores y gobiernos para se comprometan a buscar eficiencias ambientales y de costos.
El arroz no se comercializa internacionalmente en la misma proporción que otros productos, como la soja, el maíz o el café. Por eso atrae menos la atención de los grupos de presión preocupados por el medio ambiente o los derechos de los trabajadores.
Pero a medida que crece la demanda del arroz junto con la población mundial, y que vaya creciendo la importancia de la sustentabilidad en las agendas de las empresas y los gobiernos, la huella de carbono de los commodities gradualmente irá generando más interés.