<p>Así, EE.UU. ha ido postergando la consolidación presupuestaria y otras reformas estructurales (inversiones de capital, educación, cambios en política energética), necesarias para reconstruir tasas potenciales de crecimiento. En cuanto a la Eurozona, insiste en negar el hecho de que algunos de sus miembros son insolventes –sucede también en la Unión Europea- e incapaces de sobrevivir en un contexto de unión monetaria. Esto podía hacer crisis este mes en Grecia.<br />
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Por su lado, China se aferra a una moneda subvaluada (insisten Washington y Londres). En ese caso, para sostener un modelo de “capitalismo darwiniano” basado en alto ahorro y demanda baja. Ahora, la “santa alianza” yüan-yen replantea la relación Beijing-Tokio y no en favor de Occidente.<br />
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En las cuatro instancias, interactúan factores geopolíticos muy diversos. Por ejemplo, un año electoral en EE.UU. y Francia o una transición en los altos mandos chinos. Ambos componentes obran sobre un trasfondo de crisis en la UE, a su vez centrado en los diecisiete socios de la Eurozona. <br />
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Todo ello subraya severas dificultades para coordinar esquemas coherentes en un trasfondo volátil. Como le ocurre a la canciller alemana Angela Merkel, también presionan internas parlamentarias tras un año de comicios desfavorables. Esta conjunción de síntomas lleva a que los dirigentes de los principales países en la Eurozona eviten problemas cortoplacistas y costos políticos de decisiones cuyos beneficios recién se percibirán a mediano término.<br />
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Según un trabajo interno de Harvard, cuyo departamento de economía incluye a Kenneth Rogoff, esta gama de contradicciones se hará patente a medida como avance el año. Patear la pelota adelante se evidenciará como un juego de suma cero. <br />
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Si la demanda interna es insuficiente o las constricciones estructurales deterioran el consumo público y privado, los países claves optarán por mantener divisas débiles. Por supuesto, si unas monedas son vulnerables, las restantes deberán ser fuertes. Ello conducirá a guerras cambiarias y, luego, comerciales.<br />
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Por tanto, este año la mezcla de tensiones en los mercados y conflictos de orden político tornará más difícil seguir pateando la pelota adelante. Algunos miembros de la Eurozona y la UE podrían apelar coercitivamente a restructurar deudas o hasta considerar salir de ambas entidades. Entretanto, una desaceleración en China-Japón arriesgará aterrizajes forzosos (obsesión de Washington).<br />
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Sin duda, si las principales economías continúan pateando pelotas adelante, creen en Harvard, esos proyectiles se harán más grandes y pesados. Hacia 2013 como mucho, sobrevendrá la tormenta perfecta: una recesión en W (EE.UU.), un escenario desordenado en la UE y un aterrizaje forzoso en Oriente. La Eurozona se mantiene, por lejos, como la mayor fuente de vulnerabilidad sistémica. <br />
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La UE precisa una nueva constitución, otro tratado, presupuesto único, regulación, integración y un banco central verdadero. Vale decir, estilo banco de Inglaterra o Reserva Federal. Toda integración substancialmente más estrecha posiblemente implique excluir algunos socios menos desarrollados, al menos hasta que alcancen grados económicos más altos. En realidad, también hay “subdesarrollados” fuera de los diecisiete (Chipre, Malta, Rumania, Bulgaria). Pero la influencia de Francia, por ahora, torna inaceptable para Bruselas cortar el nudo a lo gordiano. <br />
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Eventualmente, la propia realidad obligará a salidas drásticas, máxime si Nicolas Sarkozy pierde las elecciones francesas y Markel debe negociar con la oposición. Mientras, las cosas quedan en manos del Banco Central Europeo, cuyos instrumentos no pasan del mediano plazo. <br />
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Se agota el tiempo para quienes toman decisiones
Durante los últimos años, las mayores economías del planeta Estados Unidos, China, Eurozona- no han abandonado una irritante costumbre: patear la pelota adelante. O sea, eludir las decisiones para encarar problemas socioeconómicos y financieros.