El mercado laboral está necesitando gente con habilidades que la escuela actual no brinda. Por ejemplo, en ningún momento de la historia de Estados Unidos hubo más niños inscriptos en la educación formal. Gracias a compromisos globales y a movimientos como el Millennium Development Goals and Education For All, más de 90% de todos los niños en edad de educación primaria van a la escuela.
Pero todos los esfuerzos realizados para ampliar la educación de los niños sólo han servido para oscurecer el sigiloso aumento de una crisis educativa global. Se calcula que unos 650 millones de niños no alcanzan las metas fundacionales de desarrollo y aprendizaje: 200 millones de menores de 5 años no alcanzan los indicadores de crecimiento socio-emocional y cognitivo; 250 millones (la mitad de esta cantidad asiste a la escuela) carece de las habilidades básicas de alfabetización o matemáticas; y otros 200 millones de jóvenes no poseen las habilidades básicas con la lectura y los números que necesitan para trabajar.
La educación y la adquisición de habilidades es fundamental para resolver algunos de los problemas más graves del mundo. La educación es un derecho básico que fomenta otros derechos como el de la salud y la participación cívica. Es también fundamental para liberar el potencial de desarrollo de los niños, las comunidades y los países.
Una fuerza de trabajo educada puede contribuir a sacar a la gente de la pobreza, reducir la mortalidad prematura, fortalecer la igualdad de género y promover la participación cívica. Los niños deben aprender también habilidades que puedan ser flexibles y adaptables en una era de incertidumbre y cambio económico.
Los trabajadores necesitarán amplitud de habilidades como lecto-escritura y aritmética además de la capacidad para pensar con criterio propio y resolver problemas en grupo. En la era digital, los ciudanos deben estar preparados para los desafíos que presenta la globalización, el cambio climático, las epidemias de salud y la incertidumbre económica.
El mundo necesita con urgencia repensar la forma en que se está educando, de qué manera se la brinda y las habilidades que van a necesitar los niños en la era digital para convertirse en miembros saludables y productivos de la sociedad.
Los términos del debate
Muchos coinciden en que la forma en que se educa a niños marginados debe mejorarse. Sin embargo, no coinciden en cómo hacerlo para que refleje de la mejor manera posible los desafíos y oportunidades que afrontan los jóvenes de hoy y en por qué los sistemas educativos no lograron adaptarse y asegurar que todos los niños reciban el apoyo y las oportunidades de aprendizaje que necesitan. Las respuestas a la crisis global de aprendizaje deben dar cuenta de tres preguntas clave.
Primero, ¿qué deben aprender los niños?
Hay una creciente desconexión entre lo que se espera que aprendan los niños y los tipos de oportunidades laborales que van a tener. Tomemos el Ãfrica subsahariana y el Sudeste asiático, donde una explosión de población joven hará probable que, entre los trabajadores no calificados que entren al mercado laboral para el año 2020, 58 millones de los entrantes sean “sobrantes”, o sea, no deseados.
En la otra cara de la moneda vemos que las proyecciones dicen que esas regiones van a tener un déficit de 44 millones de trabajadores calificados. Además, según la más grande encuesta de empleadores de países desarrollados y en desarrollo, muchos tienen dificultad para encontrar talento con las competencias adecuadas para su lugar de trabajo, como trabajar en equipo, resolver problemas y buena comunicación. Los jóvenes deben estar equipados para adaptarse a una fuerza laboral en permanente cambio y a enfrentarse a la modernización del trabajo rutinario.
Incluso algunos de los “trabajos pensantes”, como la contabilidad o el ensamblaje avanzado en el sector manufacturero ya se están automatizando. En lugar de obreros tradicionales los empleadores van a salir a buscar una fuerza laboral que tenga habilidades analíticas e interpersonales.
Segundo, ¿cómo se puede reducir disparidades?
Es un derecho de todos los niños recibir oportunidades de aprendizaje que les brinden la amplitud de habilidades que necesitan para convertirse en miembros sanos y productivos de la sociedad. Sin embargo, persisten las desigualdades educativas, como lo evidencia una brecha de 100 años entre las regiones desarrolladas y en desarrollo, con respecto a terminación educativa y resultados de aprendizaje. También hay creciente desigualdad educativa en el interior de los países.
La buena noticia es que hay un renovado consenso global para mejorar la equidad. Las Metas de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas, adoptadas por 193 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015, reclaman acciones concertadas para ayudar a niños y jóvenes a desarrollar las habilidades que necesitan desde la primera infancia hasta la adolescencia.
Tercero, ¿cómo fundar sistemas que ofrezcan habilidades en la era digital?
Se puede explicar que los niños no están aprendiendo las habilidades que necesitan, al menos en parte porque los métodos convencionales de educar no son eficaces para fomentar una amplitud de habilidades. Un aspecto central de este debate es cómo aplicar la tecnología de la mejor manera posible para el aprendizaje y para la práctica.
La creciente conectividad está cambiando la forma en que se transmite el conocimiento. Las bibliotecas se están digitalizando. Las clases y los materiales de estudio, accesibles antes solamente a los ricos o los que tenían buena conexión, ahora están al alcance de todos en un teléfono. Y sin embargo en las escuelas, la tecnología, en la mayoría de los casos, no ha logrado transformar sistemáticamente el aprendizaje y el entorno educativo.
Un estudio reciente realizado en las escuelas estadounidenses muestra que esto se debe en parte a que la tecnología sigue funcionando más o menos como un sustituto caro de los textos y los pizarrones. Los nuevos avances en tecnología e inteligencia artificial tienen la posibilidad de brindar personalización masiva y fomentar interesantes ambientes de aprendizaje, pero esto va a requerir reorganizar las aulas y aprovechar el tiempo que los jóvenes pasan fuera de la escuela.
Si bien los dispositivos baratos como celulares han llegado a mucha gente, hoy casi 2.000 millones de personas siguen fuera de la tecnología digital, lo que pone en evidencia que esa conectividad no es ni una panacea para solucionar el desafío del aprendizaje global ni debería ser la principal prioridad educativa.
Lo que hay que tener en cuenta
Los sistemas educativos en muchos países, de altos y bajos ingresos, no han logrado brindar adecuadamente las habilidades que los niños van a necesitar en la era digital. Hay varias maneras de infundir el cambio en los sistemas de educación.
La amplitud de habilidades es una de las claves para combatir la brecha.
Las nuevas demandas de las sociedades exigen cultivar la amplitud de habilidades, que refiere a una gama de tareas que incluyen las áreas básicas que ofrecen hoy muchos sistemas educativos: lectura, escritura y aritmética; pero también prioriza la necesidad de desarrollar alfabetización en información, flexibilididad y solución de problemas en colaboración con otras personas.
Esa amplitud de habilidades no se va a lograr agregando contenido o materias nuevas al currículum. Lo que se necesita es una forma diferente de enseñar las materias académicas que ya son prioritarias en la currícula de cualquier país. De esta forma los jóvenes pueden dominar simultáneamente el contenido de las materias y las habilidades.
La educación debe hacerse en forma dinámica, relevante y aplicada.
El lazo entre aprendizaje aplicado y práctico con mejores resultados de desarrollo, está apoyado en la ciencia. Pero también apela a nuestro sentido común: los chicos aprenden mejor cuando participa el cerebro. Este método se aparta de las clásicas formas en que vemos hoy el aula, donde a los niños se les pide que ingieran material a través de la memorizacón y la pedagogía didáctica.
Lo que se necesita en cambio son esfuerzos para poner al alumno y no a la institución (por ejemplo, la escuela) en el centro de la transformación del sistema educativo. El aprendizaje aplicado y práctico resuelve problemas prácticos con relevancia en el mundo real. Por ejemplo, se podría hacer a los alumnos esta pregunta . “¿Por qué llueve? Pero en lugar de recitar y memorizar una serie de pasos para explicar por qué ocurren las precipitaciones, el maestro les podría pedir que trabajen en grupos para presentar un informe que aplique habilidades de pensamiento crítico, creatividad y trabajo en equipo para realizar la tarea.
Están bien equipados para responder a desafíos de la vida real porque se concentran en integrar y ligar desafíos complejos a soluciones de la vida real.
La forma de un ecosistema adaptable e inclusivo.
Si bien es el gobierno el que en última instancia tiene la responsabilidad de asegurar que todos los niños puedan ejercer su derecho a una educación igualitaria, la educación no es solamente un problema de ministerios de educación. Es, más bien, un ecosistema que consiste en una constelación de actores del gobierno, de la sociedad civil y del sector privado que están encargados de educar a los niños en una variedad de contextos.
Los ecosistemas deben también fomentar un entorno donde la educación se adapte a las necesidades de la sociedad, donde la evidencia se use para probar nuevos métodos y mejorar y donde todos los actores, incluyendo los niños y sus familias, puedan ofrecer su experiencia.
El sector privado, incluyendo las ONG, además de las escuelas privadas y pagas, juegan un papel de creciente importancia en el servicio de entrega de educación en el mundo en desarrollo. Algunas escuelas descubren maneras novedosas de recortar costos y mejorar resultados. Sin embargo, queda para el gobierno la obligación de adoptar el rol principal en asegurar que se produzca la innovación de manera de mejorar la igualdad y no lo contrario. Esos factores son fundamentales para desarrollar un sistema ágil, capaz de adaptarse a lo que sea que nos depare el futuro.
¿Qué es lo que viene?
En la era digital, gobiernos, maestros, padres y niños van a necesitar adaptarse a los rápidos avances en tecnología y a los grandes cambios en el mundo del trabajo para resolver desafíos complejos. Es un perjuicio para los niños continuar con un método incremental de mejoras en la escolaridad, como hasta ahora.
Las mejoras incrementales son insuficientes para generar los cambios transformacionales en la currícula y en la pedagogía que son necesarios para obtener mejores resultados. Dicho de manera simple, en la era de Google, los sistemas educativos de muchos países todavía siguen suponiendo que la información es escasa. Ese supuesto, a la larga, va a fallarles espectacularmente a los niños. Para que todos los niños reciban las oportunidades de aprendizaje y las habilidades que necesitan y merecen, debe producirse un cambio transformacional en la forma en que se concibe y se imparte la educación. Ese cambio es esencial para los 193 países que intentan lograr la meta global de asegurar una educación de calidad y de aprendizaje permanente para todos para 2030.
(Este informe, publicado en octubre de 2016 por la Brookings Institution de Washington D.C., fue elaborado por tres autoridades en el tema educación: Rebecca Winthrop, directora del Center for Universal Education y Senior Fellow del Global Economy and Development Program de la Brookings Institution; Timothy Williams, Postdoctoral Fellow de la Harvard School of Education y Eileen McGivney, investigadora asociada del Center for Universal Education, también de la Brookings Institution. Les preocupa ?y se ocupan de ofrecer sugerencias superadoras? la crisis mundial de educación que, en mayor o menor grado, viene gestándose desde hace años en casi todos los países del planeta.