<p>Según señalaba Giulio Tremonti, ministro italiano de economía, “este deterioro es crítico para el futuro del euro, la Unión Europea y el resto de Occidente”. A juicio de JPMorgan-Chase, “los desequilibrios griegos y los problemas de Dubai son señales tempranas de hasta dónde los mercados puede ser adversos al riesgo”.<br />
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En efecto, si España no pone en marcha un plan creíble para recortar el déficit presupuestario, las dudas de los inversores sobre la solvencia soberana irán más allá de los países periféricos en danza (tres de la Eurozona, tres de la UE). Semejante proceso llevaría a eventuales ceses de pagos, dislocación del euro y, como represalia, a una ola de proteccionismo mundial.<br />
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La idea de que España pudiera entrar en insolvencia y recurrir –como contempla Grecia- a un rescate a cargo de otros miembros de la Eurozona cae muy mal en aquel país. Ya en febrero, el ministro de infraestructura, José Blanco, denunciaba (en el mejor estilo argentino o venezolano) “una conspiración internacional vía editoriales apocalípticos en medios extranjeros”. En verdad, la inteligencia estatal estaba investigando “ataques especulativos contra nuestra economía por la prensa escrita en inglés”.<br />
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No obstante, se trata de actores marginales en ese escenario. De acuerdo con Franklin Allen (escuela de negocios Wharton), “el estallido de una enorme burbuja inmobiliaria es responsable de los acuciantes problemas que afronta España. Promovido por fondos de desarrollo y tasas bajas, tras la adopción del euro (1999), el auge de la construcción duró nueve años. Hacia 2006, el sector representaba más de 15% del producto bruto interno”.<br />
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Cuando la recesión occidental (2007/9) eliminó la demanda de viviendas y las inversiones en propiedades comerciales, España se encontró con un gran agujero económico, muy difícil de llenar. Según señala otro analista de Wharton, Mauro Guillén, “la burbuja iba mucho más allá de los bienes raíces, desbordando sobre lo infraestructural: caminos, ferrocarriles, puentes, etcétera”.<br />
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Todo eso se convirtió en parte relevante de la economía. A tal punto que, en 2007, casi 45% de la construcción en la Eurozona se llevaba a cabo en España. Pero el país representaba quizá menos de 15% en el PB regional. Ya en 2009, el PBI español se contrajo 3,6%, mientras el desempleo actual oscila alrededor de 20%, el doble que en 2007. Ante un contexto político muy duro para el jefe de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, las posibilidades de recuperación en 2011 y después dependen de medidas tendientes a reducir un impresionante déficit fiscal (11,4% del PBI en 2009). Esta cifra siembra dudas sobre la capacidad financiera española.<br />
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Como condición para integrar la Eurozona (pacto de Maastricht, 1992), el rojo de un miembro debe mantener un techo de 3% en términos de PBI. Para 2013, España ha de volver a esa cota, que pocos socios de la zona cumplen. Si bien el país tuvo superávit hasta 2007, ahora le costará revertir el retroceso posterior.<br />
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Ante las críticas, el gobierno replica subrayando un hecho: España eludió trampas en las que cayeron otras economías occidentales durante la crisis sistémica. Así, sus bancos no estaban expuestos a activos tóxicos. En otro plano, al endeudamiento público, como porcentaje del PBI, se halla bastante por debajo del promedio zonal (60%).<br />
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Lo que pone nerviosos a los mercados es, por el contrario, el enorme pasivo del sector privado. De acuerdo con la consultoría McKinsey, la suma de deudas –privada, pública, familiar-, en relación con la economía total, supera las de los países desarrollados, salvo Gran Bretaña y Japón. Por eso, varios observadores temen que España no pueda repagar deudas a tiempo. “A diferencia de Grecia u otros eventuales rescates chicos -subraya Witold Henisz en <em>Knowledge@Wharton</em>-, España es la cuarta economía de la Eurozona y la magnitud de un salvamento sería traumática”.<br />
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Para empezar, “llevaría otra fase de la crisis financiera occidental, en cuyo curso varios países –Italia sería uno- no podrían cubrir rojos presupuestarios. Ello arriesgaría ceses de pagos. En determinad punto, la viabilidad del euro quedaría en tela de juicio, surgiría el aislacionismo y todo convergiría en una espiral proteccionista”. Obviamente, Henisz cree en ciertos fantasmas.<br />
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Penas españolas: ¿qué significan para la Eurozona y más allá?
La rápida declinación, de economía dinámica en una de las más castigadas, le plantea una incógnita a España:¿cómo un ejemplo de integración y sus beneficios súbitamente cae a los niveles de Grecia, Portugal e Irlanda o Estonia, Letonia e Islandia?