En esencia, ambos sopesan el destino de las especulaciones inmobiliarias en un período de hidrocarburos baratos. En 2002, el promedio para el Consejo de Cooperación del Golfo (GCC en la sigla inglesa) rondaba apenas US$ 25 el barril.<br />
El grupo lo forman Saudiarabia, Omán, Kuwait, Bahrain, Qatar y la Unión de Emiratos. Entre ese precio y los US$ 147,50 (+ 690%), el producto bruto del grupo pasó de US$ 350.000 millones a más de un billón (millón de millones) anual (proyección del Fondo Monetario Internacional a diciembre).<br />
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Hidrocarburos y bienes raíces</strong><br />
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Durante el mismo lapso, el superávit fiscal del CCG acumuló US$ 1,5 billones y financió, en parte, la diversificación económica en algunos integrantes. Sobre todo, proyectos infraestructurales públicos. Por supuesto, los sectores dominantes fueron extracción de hidrocarburos, energía y transportes. El sector privado, ligado a los clanes reinantes, se dedicó a turismo y bienes raíces.<br />
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Dos empresas de Dubai –un emirato hoy en problemas-, Emaar y Nakheel, hicieron punta con la torre más alta del mundo, un hotel siete estrellas, una isla artificial y hoteles dignos de las “Mil noches y una noche”. Pero el ciclo auge-contracción, con crudos a mínimos de US$ 37 (casi los de 2002 a dólares constantes), tiene sus costos.<br />
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Los peores efectos golpean fuerte a Dubai. Varios analistas ofrecen una explicación: ese emirato pasó de una economía comercial a una inmobiliaria. Pero eso implicó un sistema de créditos apalancados, sin el cual era imposible ganar dinero. Dubai, el miembro más poblado de la UEA, debió ser rescatado por el más extenso Abu Dhabi, cuyo modelo financiero es más prudente.<br />
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<strong>Bolsillos agujereados</strong><br />
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Mientras duró, era una fiesta. Los gobiernos canalizaban sus superávit a fondos inversores soberanos, que llegaron a tomar participaciones en bolsas occidentales. Entretanto, empresas semiestatales y privadas (o sea, familiares) acudían al mercado internacional en pos de financiamiento, confiando en que sus faltriqueras aguantarían. Ahora, algunos jeques se tambalean. <br />
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Apostar a fáciles negocios inmobiliarios estaba a la orden del día y los valores se inflaban a ritmo febril. Un sector que se suponía mero complemento de la diversificación se volvió su clave. Hacia enero de 2008, los proyectos faraónicos en gestación o en marcha totalizaban US$ 1,6 billones. Al año, la burbuja alcanzaba 2,54 billones, 70% de los cuales en Saudiaraba y la UEA<br />
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Pero la crisis occidental de liquidez congelaba mercados desde octubre y la plata dulce se evaporaba. Levante no es China ni India, economías emergentes que resisten bien. La caída de 75% en precios petroleros deterioró la confianza de prestamistas, inversores y especuladores. Este invierno boreal vio esfumarse el turismo, castigado tanto en su origen (las economías centrales) como en los rumbosos destinos del golfo. De un enero a otro, a liquidez se hizo humo.<br />
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Dado el exceso de proyectos y obras, el veloz declive de hidrocarburos congela o pone en crisis los negocios inmobiliarios. Si bien los grandes bancos occidentales en general no quedaron pegados a esos créditos, el resto de los actores nunca imaginó una caída de precios petroleros tan fulminante como la iniciada a mediado de julio.<br />
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<strong>Tres causas</strong><br />
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Tres factores, señala Knowledge@Wharton-“Khaleej Times”, explican por qué las cosas se desbarrancaron en la península arábiga. El desinfle en bienes raíces elimina puestos laborales, provoca la emigración de mano de obra libre y deteriora la demanda real. Sólo quedan trabajadores sujetos a la “gleba petrolera”, que no compran casi nada.<br />
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A todo esto, la política monetaria pesa. En Estados Unidos, el gobierno puede emitir billones sin respaldo, apoyados en la segunda economía mundial y en la compra de deuda externa (bonos) por parte de un “cuarteto de fierro”: China, Japón, Surcorea, Taiwán. Ni esos rasgos ni el manejo discrecional de tasas son posibles en el golfo Pérsico. Por ello se producen cese de pagos como el de Dubai.<br />
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Sin duda, la masa de activos destruida en la región, inclusive vía bursátil (US$ 600.000 millones en 2008), aleja a los inversores. Una rescate masivo financiado desde fuera es difícil, pues casi todas las monarquías locales son políticamente impresentables.<br />
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Según el FMI, el producto bruto interno del CCG subirá apenas 3%, mucho menos que en 2008 (7%). Sólo en bienes raíces y servicios financieros, el área afronta vencimientos por US$ 40.000 millones este año. Mientras, los gobiernos debe ir substituyendo al endeble sector privado –que enmascara intereses de los propios emires-, si ha de salvar proyectos u obras de pronto ilíquidas.<br />
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A diferencia del anterior auge petrolero (1974/81), los estados del CCG han invertido sólo un tercio de sus ingresos y podrían apelar a políticas fiscales anticíclicas para salir del brete. También los ayuda su escasa deuda pública, salvo el caso de Dubai.<br />
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Sea como fuere, en algunos países el énfasis para desplazarse de lo inmobiliario a la infraestructura y la educación, o sea sectores no petroleros ni turísticos, al menos en el largo plazo. Por ejemplo, instituciones terciarias tecnológicas, sistemas de transporte masivo e industrias propiamente dichas. Esto es, creación de valor agregado.<br />
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Así, Abu Dhabi proyecta un subterráneo de 130 km. en la capital, Dohá. Por su parte, Omán –el reino más antiguo de la península-, Saudiarabia y Qatar avanzan en proyectos eléctricos, petroquímicos y de servicios civiles. Pero los inversores del exterior son cautos. Para ellos, el modelo era Dubai –en teoría, un ejemplo de emprendimientos innovadores-, hasta su crisis financiera actual, que puede perjudicar a los fondos soberanos.<br />
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<strong>Fondos soberanos en la picota</strong><br />
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Aun sin Dubai, la crisis sistémica en las economías centrales y algunas emergentes (Turquía, Irán y Pakistán en el área) pone en tela de juicio el papel o la eficacia de los fondos soberanos (FS). Son enormes cajas controladas por el estado, pero suelen contener activos mixtos. En términos de producto bruto interno, parte de los mayores reside en el CCG.<br />
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Su muestra típica es la autoridad inversora de Abu Dhabi (ADIA en la sigla inglesa), con activos por US$ 875.000 millones a fin de 2008. Tanto ella como otras similares en la región han dejado de invertir o se han tornado remisas al riesgo. <br />
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Por tanto, se han vuelto hacia dentro de sus economías en peligro y reducen la compra de activos en el exterior. La necesidad de expandir el gasto público para moderar los efectos de la crisis y la baja de hidrocarburos -amén de los menores ingresos por exportación- absorbe casi todos los excedentes fiscales. <br />
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Históricamente inversores pasivos poco inclinados a interactuar con los propios objetos de sus colocaciones, los fondos soberanos musulmanes han tendido a estrategias conservadoras y de largo plazo. Pero, como se sabe, el manejo de reservas en dólares, o en letras del tesoro norteamericano, por parte de los bancos centrales del CCG ha generado pérdidas.<br />
Sin embargo, el modelo de los fondos jubilatorios (60% en acciones, 40% en bonos) solía ser más rentable que la opción anterior Hasta la crisis desatada desde Estados Unidos. Los fondos soberanos que emularon este modelo han tenido mejores retornos, no lejos de las colocaciones vinculadas a los hidrocarburos. <br />
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No obstante, las presentes turbulencias ponen en evidencia que los FS conservadores –que invirtieron en activos más líquidos y seguros- se desempeñan mejor, en estas circunstancias, que las carteras más audaces. En síntesis, la mayoría de los fondos soberanos en el área del golfo Pérsico, como sus equivalentes en otros lugares del planeta, tal vez hayan perdido 30% de sus activos durante la precipitada licuación de los mercados accionarios.<br />
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<strong>Geopolítica<br />
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Este proceso recién ahora da señales de revertirse, aunque a ritmo moderado, especialmente en Kuwait, Qatar y Abu Dhabi. Éste es el único de los tres que integra la Unión de Emiratos Árabes. Son en realidad siete, pero sólo Abu Dhabi y Dubai pesan. <br />
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En cuanto al porvenir, parece prematuro formular pronósticos sobre flujos de capital, evolución de los crudos y situación de economías como la de Dubai. Además, surgen en el golfo Pérsico dos factores geopolíticos.<br />
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Uno es el paulatino retiro de tropas norteamericanas en Irak, con la consiguiente normalización de actividades a mediano plazo en lo que fuera el cuarto exportador del mundo. Otro es la posibilidad de menos tensiones entre Irán y Estados Unidos. <br />
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La reaparición de Irak y su mayoría shi’ita es un problema para Kuwait, pues Bagdad nunca desistió de sus reclamos territoriales (el emirato era parte de la provincia de Basora en tiempos del imperio Otomano). También se complicará la posición hegemónica de Saudiarabia en el golfo Pérsico.
La vida en el Oriente medio después del derrumbe petrolero
El 13 de julio pasado, los crudos tocaron US$ 147,50 el barril. Por entonces, florecían los fondos soberanos en la península arábiga. El último trimestre de 2008, esa burbuja se pinchó. El desinfle en bienes raíces elimina puestos laborales, provoca la emigración de mano de obra libre y deteriora la demanda real. Ahora, hay que entender el nuevo contexto.