<p><strong>Inversiones en serio</strong></p> <p>De pronto comenzaron las novedades de verdad. La china Petroleum & Chemical Corporation (Sinopec) anunció que pagará US$ 2.450 millones por una unidad local de Occidental Petroleum. Poco antes, la National Offshore Oil Corp. compartía con Bridas la compra de 60% de Pan American Energy en manos de la británica BP. Una operación por US$ 7.000 millones. <br /> Sinopec, una compañía estatal –como todas en China- señaló que “la adquisición será clave para consolidar lazos económicos e industriales con Argentina”. Se trata de la primera incursión regional de la compañía, dedicada a explotación de crudos y gas natural. <br /> Hasta marzo de este año, la mayor inversión china en Argentina era en una mina de hierro (Sierra Grande) y ascendía a apenas US$ 85 millones. Hoy, el volumen de colocaciones en hidrocarburos ha cambiado de raíz el mapa de los negocios sínicos. Como en otros lugares, el alto grado de regulación imperante en el país o en Brasil no preocupa a Beijing.</p> <p><strong>Con el petróleo como objetivo</strong></p> <p>Al presente y como en el África subsahariana, la inversión china se ha concentrado en hidrocarburos y minería; vale decir, recursos no renovables pero estratégicos. Existe, sí, un caso tan temprano como raro: el emprendimiento conjunto de 1984 con Brasil (Embraer) para fabricar satélites de comunicaciones. Beijing aporta 70% del financiamiento anual y la tecnología. Amén de eso, hay tres grandes proyectos cupríferos en Perú y compañías chinas participan masivamente en la industria petrolera ecuatoriana.</p><br /> <br /><p>Pero lo que realmente preocupa en Washington y Londres es la apuesta de Beijing por Caracas, Hugo Chávez, los crudos y las arenas bituminosas del Orinoco. El banco chino de desarrollo (ChDB) ha aportado dos tercios del capital en un fondo conjunto por US$ 12.000 millones, destinado a proyectos esencialmente petroleros.</p><br /><p>En el continente negro las inversiones petroleras y mineras chinas, mucho más altas y amplias, ha generado en Occidente acusaciones sobre presunto tendido de cabezas de puente neocoloniales. Pero en Latinoamérica, una región más desarrollada y menos violenta, pese a todo, Beijing es apenas un inversor entre otros. Aparte, tras algunos errores iniciales sus empresas han aprendido a entender y manejar matices locales, ayudadas por una característica positiva: bastan dos idiomas, castellano y portugués, bastante inteligibles entre sí. En África, algunos países hablan una docena de lenguas muy disímiles.</p>
<p>Sin embargo, varios expertos temen que China cause en Latinoamérica una “re-especialización” en productos primarios, similar a la imperante hasta mediados del siglo 20, en detrimento de la industria, fuente real de valor agregado. Sus importaciones, en efecto, se concentran en materias primas apenas procesadas. <br />
Así, porotos de soja y mineral de hierro representan 67% de las ventas brasileñas a China y los crudos aportan otro 10%. A la inversa, las exportaciones a EE.UU. se componen mayoritariamente de manufacturas. Por supuesto, la re-especialización no es negativa por sí misma. Pero, a medida como las industrias orientales desplacen a sus rivales latinoamericanas, estos deberán mejorar calidad, precio y otros factores de competencia.<br />
Relaciones con una megapotencia</p>
<p>¿Cómo serán las relaciones con China? Nunca fáciles con una potencia de esta envergadura. Sería interesante analizar lo que puede ocurrir en caso en un eventual conflicto. Petróleo extraído localmente que se pretenda exportar a China puede ser demorado o limitado por el gobierno argentino, debido a necesidades estratégicas locales.<br />
¿Qué pasaría entonces si China suspende las compras de soja, aunque sea por unos pocos meses?<br />
La capacidad de respuesta china es inmensamente superior al poderío exhibido por cualquiera de las multinacionales petroleras occidentales.<br />
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Hay un detalle interesante a tener en cuenta. China abastece al mundo de 17 elementos escasos (prácticamente es el único productor mundial) de materiales como scandium, yttrium o dysposium, abasteciendo a 97% del mercado global. Todos recursos vitales para la industria high tech mundial. China mantuvo suspendidos los embarques de todos esos materiales necesarios por ejemplo para fabricar convertidores catalíticos, teléfonos inteligentes, turbinas de viento, vehículos eléctricos e incluso el sistema de guía de misiles.<br />
Súbitamente todas esas industrias tomaron conciencia de su vulnerabilidad. Que era por otra parte lo que China pretendía. Por ahora los embarques se han reanudado.</p>
<p>Durante varios días se especuló con la naturaleza de los anuncios, de su envergadura y de las distintas etapas del plan del desembarco de la nueva megapotencia mundial por estas latitudes. <br />
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Según los funcionarios que dejaban trascender la información, se trataba de la mayor inversión extranjera en décadas. Beijing pensaba invertir en construcción de caminos, viviendas, puesta en marcha de ferrocarriles, turismo y telecomunicaciones, amén del campo energético.<br />
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Todo estaba previsto para la llegada del presidente chino, Hu Jintao. Ese sería el momento de los anuncios formales. El entusiasmo era desbordante: el presupuesto de inversión chino en obras era 20 veces mayor que el previsto por el ministerio de Planificación.<br />
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Con vehemencia se afirmaba que "no hay condicionamientos" de China para la millonaria inversión en la Argentina que impliquen ceder recursos naturales, como había denunciado Elisa Carrió. <br />
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Sí estaba previsto que el acuerdo implicaría por parte de la Argentina la provisión de materias primas que los asiáticos necesitarían en las próximas tres décadas, ya que la Argentina tiene un gran potencial para producir commodities (productos sin valor agregado). <br />
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La información explicaba que las áreas en las que invertiría China era la siguiente: <br />
• Obras de infraestructura en el área energética <br />
• Construcción y puesta en marcha de un tren de alta velocidad entre Buenos Aires con Rosario y Rosario con Córdoba. Otros proyectos para ferrocarriles en el norte y en el sur del país. <br />
• Construcción de 350.000 viviendas en los próximos cinco años desde la firma del acuerdo. <br />
• En turismo: se prevía que China establecería un cupo de turismo para que los chinos vengan a la Argentina, que pasará a tener la categoría de "país admitido". <br />
• Construcción de caminos en todo el país <br />
• Telecomunicaciones: China manfiestaba interés en entrar en el negocio de la telefonía. <br />
La esperada visita se produjo, pasó y ningún anuncio fue formulado. Las fuentes chinas ignoraban el presunto plan o lo minimizaban. Varias semanas después el tema entró en un piadoso olvido, aunque su secuela fueron –durante mucho tiempo- bromas ácidas sobre “el cuento chino de Néstor Kirchner”.</p>
<p><strong>Una política manifiesta</strong></p><p>Más allá de las fantasías, pronto comenzó a ser evidente que la nueva potencia mundial tenía un vasto proyecto globalizador que pivoteaba sobre África, pero que no descuidaba a nuestra región. Estos movimientos reflejan una necesidad objetiva: colocar los excedentes financieros de una economía cuyo producto bruto interno superará 7,8% este año y 9% en 2010. Pero ello también implica buscar recursos naturales no renovables. <br /><br />Beijing continuará aplicando sus US$ 2,12 billones (millones de millones) disponibles en divisas para profundizar su presencia exterior vía colocaciones, participaciones y adquisiciones. El primer ministro Wen Jiabao ha planteado una estrategia apoyada en firmas chinas. Las inversiones directas del país han ido ascendiendo de US$ 145 millones en 2002 a US$ 41.000 millones en 2009 y, quizá, 65.000 millones en 2010.<br /><br />El subcontinente y ex patio trasero de Estados Unidos se vuelca especialmente hacia China. También hacia India, Irán, Rusia, etc. “Se aleja de Europa occidental. Un ejemplo (apunta The Economist) basta: hacia 2012, Perú empezará a exportar cobre vía Shanghai de una mina desarrollada por Chinalco a un costo de US$ 2.200 millones”.<br /><br />En los primeros seis meses del año pasado, China se convirtió en el mayor mercado para las exportaciones brasileñas. En mayo, el presidente Luiz Inácio de Silva (Lula) y su colega Hu Jintao firmaban un acuerdo por el cual el banco de desarrollo chino (BDCh) y Sinopec, una petrolera, prestarán a la estatal Petróleos Brasileiros (Petrobras) US$ 10.000 millones. El monto será a cambio de hasta 200.000 barriles diarios de crudo durante 10 años, a precio actual, provenientes de las enormes reservas frente al litoral sudoriental, recién descubiertas.<br /><br />Semanas antes, Beijing había convenido con Buenos Aires un trueque monetario que involucra el uso bilateral de reales y yüan, no ya de dólares, también por US$ 10.000 millones. Entretanto, compañías chinas –naturalmente, estatales– compraban áreas petroleras en Ecuador y Venezuela. Hace dos meses, National Petroleum Corp. (NPC) y Chinese National Offshore Oil Co. (CNOOC) formularon una oferta conjunta por no menos de US$ 17.000 millones por 84% de la española Repsol YPF.</p>