En el sector petrolero, puja entre privados y empresas estatales

Hay nexos obvios entre petróleo y economía. Para los ortodoxos del negocio, hidrocarburos bajos implican menores costos de producción. Pero, en buena parte del mundo, el consumo sigue elevado pese a precios –este año- entre US$ 67 y 89 el barril.

19 diciembre, 2010

<p>Desde hace tiempo, por otra parte, Latinoam&eacute;rica, Asia oriental y meridional superan en ese punto a las econom&iacute;as centrales. Pero la clave de la futura prosperidad reside en desarrollar fuentes alternativas sostenibles y baratas. Vale decir, capaces de sustituir a los combustibles f&oacute;siles que contaminan el ambiente v&iacute;a emisiones de mon&oacute;xido y di&oacute;xido de carbono.<br />
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Hace poco en Bruselas, durante una cumbre mixta, ministros de energ&iacute;a y combustibles &ndash;no siempre son la misma cosa- debat&iacute;an esos temas con ejecutivos del negocio. Hilo conductor: los sectores p&uacute;blicos y privados deben actuar juntos en pos de un equilibrio entre gobiernos, tendiente a nuevas reglas de juego. No sin cierta ingenuidad, se habl&oacute; de definir cuantos de energ&iacute;a requeridos en el futuro. <br />
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Por supuesto, las empresas comparten un planteo t&iacute;pico: &ldquo;invertiremos si nos ofrecen incentivos fiscales capaces de aguantar mucho, mucho tiempo&rdquo;, sostiene Royal Dutch/Shell por boca de Peter Voser, su director ejecutivo. Lo mismo pide Thomas Waters, su colega de Exxon-Mobil. Ambos olvidan un detalle hist&oacute;rico: desde 1973/5 la alianza grandes compa&ntilde;&iacute;as-exportadores de Levante llev&oacute; los crudos desde US$ 10 a un pico de 147 por barril (2007), obteniendo ganancias siderales sin que los m&aacute;ximos estados importadores interviniesen. <br />
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Ya empezando el siglo XXI y &ldquo;aun apelando a todas las fuentes de hidrocarburos disponibles, los d&eacute;ficit de oferta ser&aacute;n inevitables&rdquo;, afirma Alyexandr Miedy&eacute;diev, ex vicepresidente de Gazprom &ndash;el mayor monopolio estatal del mundo-, hoy presidente de la Federaci&oacute;n Rusa, primer exportador de gas natural. <br />
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<p>“La demanda industrial en Europa del oeste –estima el dirigente-, tomando cifras conservadoras, llegará a medio billón de metros cúbicos hacia 2030. Eso equivale a 500.000 millones de m3 anuales. Sumando las capacidades de los poliductos Nabucodonosor, corrientes norte y sur, etc., subsistirá una apreciable brecha entre demanda y oferta. Por ende, es preciso invertir hoy para no ensanchar esa diferencia a futuro”. <br />
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Sólo un flujo sostenido de capital, particularmente en infraestructura, puede ir cerrando aquella brecha. En el corto plazo, los cimbronazos de la crisis sistémica 2006/09 y el endeudamiento de la Unión Europea a partir de 2009/10, las inversiones exigirán estímulos estatales que, por supuesto, ahora piden las empresas privadas. <br />
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En esta materia, Miedvyédiev es claro: ¿dónde están esos buenos muchachos, dispuestos a colocar miles de millones a cambio de retornos regulados? Esto es clave porque, sin inversiones en infraestructura, ésta no aparecerá”.<br />
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Naturalmente, los gigantes petroleros detectan problemas de escala, vinculados a costos para reconvertir las propias estructuras de hidrocarburos a combustibles limpios originados en recursos renovables. Menos atado al negocio convencional, Gazprom señala que “el desarrollo sostenible exige una mezcla adecuada de combustibles y niveles aceptables de inversión. Hasta entonces, el gas natural parece lo más apropiado para hacer frente a los dilemas más urgentes”. <br />
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En cambio, Voser cree que la caña de azúcar en Brasil y Argentina podría ser una fuente viable de etanol, como el azúcar de remolacha en Estados Unidos o el maíz en los tres casos. Pero el directivo de Royal Dutch/Shell opone un reparo: los biocombustibles demandarán mucho más que los cinco o diez años que publicitan sus promotores (naturalmente ajenos al negocio petrolero). Sin embargo, en Bruselas no abordaron otra cuestión básica: hacia 2030 ya se sentirá el agotamiento de reservas petrolíferas y, por tanto, el mundo habrá cambiado radicalmente.</p>

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