<p>En lo formal, Isabel II le entregó al mandatario un premio y hubo conversaciones con el primer ministro David Cameron. Entre una cosa y otra, saltó la liebre vía dos exposiciones públicas y una reunión de prensa, donde Gul puso en primer plano un tema incómodo para toda la Unión Europea y, en particular, Alemania. <br />
“Bruselas, Berlín y otros centros políticos –afirmó- debieran preguntarse qué quieren verdaderamente de Turquía. En realidad ¿les agrada o no ver un país de 75 millones que emerge como una democracia y le marca el camino a la región?”. Naturalmente, el presidente y su primer ministro, Recep Tayip Erdögan, albergan serias dudas al respecto. <br />
<br />
Por razones diplomáticas, Gul no las tornó explícitas. Pero sí recordó que, “tras decenios exhortándonos a adoptar reglas democráticas y economía de mercados, dos factores no necesariamente complementarios, varios miembros de la UE tienen ahora posturas ambiguas sobre nuestros progresos. Pero Turquía tiene puntos de vista propios y claros”. <br />
<br />
Según apuntan medios franceses e italianos, “todo era más fácil cuando Angora era un régimen represivo dominado por militares y económicamente retrasado”. Por entonces, se limitaba a ser miembro incondicional –desde 1963- de la OTAN, hoy a su vez decadente. Algo sigue en pie: Turquía es una potencia regional, pero con aliados musulmanes sunníes al este o sudeste (repúblicas de habla turcomana) y buenas relaciones con Irán y sus 70 millones de shiíes.<br />
<br />
A pesar de todo, Gul insistió en las ambiciones europeístas. Sin embargo, el gobierno del partido islámico Libertad y Justicia (AKP) últimamente se ha vuelto al este e interviene en “su” bloque étnico de Asia central. Otros síntomas inquietantes son el distanciamiento de un aliado histórico, Israel (por sus excesos en Gaza), y el voto en la ONU contra sanciones a Teherán. En otro plano, el estilo del canciller Ahmet Davutöglü resulta demasiado “otomano” para Polonia, Rumania, Grecia, Serbia o Hungría. Todos ellos pelearon contra el fenecido imperio desde el siglo XIV en adelante.<br />
<br />
Pero Gul desecha viejas historias de sultanes y jenízaros. Su prioridad es reactivar los contactos con la comisión europea, congelados por años con el pretexto de insuficiencias técnicas. Amén de que varias podrían habérseles aplicados a Grecia, Chipre, Bulgaría, Rumania o Malta (todas son subdesarrolladas), no cabe duda de que el meollo de las trabas es político. <br />
<br />
Por un lado, el gobierno de Nicosia -controla dos tercios de Chipre- sigue bloqueando buena parte de las 36 cláusulas del tratado provisorio, que debe volver a debatirse en diciembre. Esto presenta una arista poco racional: Nicolas Sarkozy, presidente francés de origen húngaro, se ha puesto al frente de una “santa alianza” con Alemania, Polonia y algunos países balcánicos para frenar a Turquía. <br />
<br />
En vena más preocupante, Alemania acaba de abandonar un compromiso histórico con la diversidad étnica, cuya muestra fundamental son quince millones de turcos y sus descendientes en el país. Uno de ellos, nacido en Berlín, podría ser alcalde.</p>
{Geopolítica} Turquía se planta firme ante la vieja Europa
Curiosamente, Berlín es un banco de pruebas que asusta a Angela Merkel: Cem Özdemir, alemán hijo de turcos, encabeza el partido Verde y aspira a la intendencia de la capital. En Londres, mientras, el presidente Abdullá Gul hizo una pregunta incómoda.