<p>Por entonces, se calculaba que Tíber contenía alrededor no menos de tres millones de barriles de crudo. Vale decir, seis meses el consumo nacional. Descubierto mediante imágenes sísmicas, se halla a 9,6 kilómetros bajo el lecho del mar, en un punto dónde éste tiene kilómetro y medio de hondo.<br />
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Para acceder, BP y su contratista, Transocean, debieron abrir el pozo más profundo jamás encarado (más de 11 km), tarea que cumplió la plataforma DH (costaba US$ 365 millones), cuya superficie equivale a dos canchas de fútbol americano. Su tripulación era de 130 personas y el alquiler insumía US$ 500.000 diarios. <br />
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Pero la DH no permaneció en la zona lo bastante como para extraer petróleo. Este monstruo autopropulsado partió rumbo a la exploración siguiente, en el bloque 52, sobre el cañón submarino del Misisipi. Ahi explotó, se hundió, causó once muertes y un derrame que continúa avanzando hacia las costas de Luisiana, Nueva Orleáns incluida.<br />
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La operación respectiva, Macondo, era menos compleja que Tíber. Igual, quedó fuera de control y, al viernes pasado, había dejado escapar casi 750.000 litros de crudos. Este fin de semana, una mancha de 6.500 km2 sigue boyando hacia el norte. Si en efecto llega al litoral, provocará daños ecológicos superiores a los del buque tanque Exxon Valdez en el sur de Alaska (1989). Amén de arrasar áreas donde se crían muchas especies, pondrá en peligro la frágil barrera forestal que frena los huracanes.<br />
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Si fallan los intentos de sellar los dos restantes agujeros, el volumen de petróleo derramado alcanzará 60.000 barriles por hora, doce veces la cifra inicial. Pero, como la corriente del golfo hace un rulo, roza Florida y pasa por la costa oriental de EE.UU, la consiguiente catástrofe será la peor en la historia del país.<br />
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Hay otro riesgo. La Deepwater Horizon estalló el 20 de abril, justo cuando la política petrolera federal se inclinaba claramente en favor de promover y subsidiar perforaciones submarinas. Tras años de debates, Barack Obama y los demócratas se habían rendido al cabildeo de las compañías, abandonando su oposición a una actividad potencialmente dañina. El 31 de marzo, se propuso reiniciar perforaciones en la costa oriental, el golfo y Alaska. Loco de entusiasmo, el departamento de energía y combustibles predijo que, para 2035, la producción de hidrocarburos submarinos habrá subido 80% y representará 38% del total.<br />
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Ya no sucederá así, sea cual fuere la suerte del derrame ocasionado por British Petroleum. Por de pronto, el gobernador de California, Arnold Schwarzeneger, no quiere que haya más perforaciones en la costa pacífica. Ha pedido una reunión con sus colegas de Oregon, Washington, Alaska y Columbia británica (Canadá) para concertar políticas. Y esto no parará ahí.</p>
British Petroleum, desastre que amenaza toda la actividad
La historia empieza en septiembre último, cuando BP resuelve encarar un nuevo yacimiento en el golfo, Tíber. Hoy, el hundimiento de la Deepwater Horizon compromete el futuro del otro proyecto y el de todo el negocio submarino en EE.UU.