Rita afecta 30% de la capacidad refinadora y crea debates

El huracán “rebotó” de tipo 5 a 4 e iguala a Katrina. Pero, al amenzar 30% de la capacidad refinadora nacional, empuja los crudos a más de US$ 68 el barril, pero luego cedió a 66,50. Hay más de 1.500.000 evacuados (22-IX).

22 septiembre, 2005

Entretanto, un plan de republicanos conservadores prevé US$ 500.000 millones. No en ayuda, sino en recortes presupuestarios hasta 2015, y dista de contar con gran apoyo en el congreso. Ahora, Rita puede dejar sin sustento los cálculos de esos legisladores.

La llegada del huracán a Galveston, Houston y la zona petrolera sur de Texas –esperada este viernes- llevó los crudos WTI de vuelta a más US$ 68, al menos por dos horas. Dato tan curioso como geopolíticamente sensible: la NASA traspasó el control de operaciones espaciales y satelitales del centro en Houston a su equivalente en Rusia.

Sin mencionar los posibles efectos del nuevo huracán, el curioso plan de los republicanos conservadores incluye una lista parcial de recortes potenciales. En general son tan impolíticos como demorar un año el programa de cobertura médica -medicamentos bajo receta- para viejos y gente de bajos recursos, lo cual les ahorraría US$ 31.000 millones a las arcas federales. También se sugiere eliminar US$ 25.000 millones en proyectos sobre transportes públicos.

En un plano estratégico o más delicado, la lista incluye derogar la “iniciativa Luna-Marte” que la NASA anunció este lunes, por US$ 44.000 millones. También se propone suspender el financiamiento de la Corporación de Emisoras Públicas (CPB es la sigla inglesa) y los subsidios a convenciones nacionales de los partidos.

El paquete completo recién se difundirá la semana próxima y su objetivo clave, típico de conservadores extremos, es evitar que las necesidades de afectados por los huracanes sean financiadas con impuestos federales. En otras palabras, estos legisladores no quieren que paguen los sectores de mayores ingresos, a los cuales representan.

La lista ya levanta duras objeciones entre oficialistas y opositores. Eso ilustras las dificultades de la mayoría parlamentaria, en manos republicanas hasta los próximos comicios de medio término, para llegar a acuerdos mínimos y aceptables para la opinión pública. Máxime mientras de deteriora la imagen del gobierno federal.

Inclusive conservadores como Thomas DeLay (Texas) afirman que demorar el nuevo programa de medicamentos no tiene posibilidades de pasar. Ocurre que el diputado aprovechó sus vínculos con la familia Bush para asegurar a su circunscripción electoral fondos federales por más de US$ 114 millones este año.

El bloque republicano del senado, entretanto, estuvo reunido horas con Joshua Bolton, director de la oficina parlamentaria de Gestión y Presupuesto. Trataban de elaborar una propuesta alternativa sobre gastos relacionados con Katrina y otros huracanes. Todos admiten que el problema es mucho más espinoso de lo que suponían.

La deplorable experiencia de Halliburton en Irak, señalaba Henry Waxman (demócrata, California), “nos obliga a asegurarnos de que los contratos federales eviten el amiguismo gubernamental o la codicia empresaria”. Con un Richard Cheney nos basta”. Similar postura adoptó William Frist (Tenessee, líder oficialista en el senado), exigiendo transparencia a la Casa Blanca.

Sea como fuere, la propuesta conservadora está lejos del consenso, aun en las filas republicanas. Tampoco hay unanimidad en la estimación de gastos por Katrina: mientras ese grupo habla de medio billón, DeLay presume “sólo” US$ 200.000 millones.

Simultáneamente, un nuevo retroceso de George W. Bush en las encuestas (sólo aprueba su gestión 38% de las muestras, un mínimo casi sin precedentes) pone en la mira los crecientes gastos en Irak. Algunos legisladores se preguntan por qué, en vez de sugerir recortes de partidas sociales, no se gestiona una paulatina rebaja del presupuesto bélico, que alcanza US$ 300.000 millones anuales.

Entretanto, un plan de republicanos conservadores prevé US$ 500.000 millones. No en ayuda, sino en recortes presupuestarios hasta 2015, y dista de contar con gran apoyo en el congreso. Ahora, Rita puede dejar sin sustento los cálculos de esos legisladores.

La llegada del huracán a Galveston, Houston y la zona petrolera sur de Texas –esperada este viernes- llevó los crudos WTI de vuelta a más US$ 68, al menos por dos horas. Dato tan curioso como geopolíticamente sensible: la NASA traspasó el control de operaciones espaciales y satelitales del centro en Houston a su equivalente en Rusia.

Sin mencionar los posibles efectos del nuevo huracán, el curioso plan de los republicanos conservadores incluye una lista parcial de recortes potenciales. En general son tan impolíticos como demorar un año el programa de cobertura médica -medicamentos bajo receta- para viejos y gente de bajos recursos, lo cual les ahorraría US$ 31.000 millones a las arcas federales. También se sugiere eliminar US$ 25.000 millones en proyectos sobre transportes públicos.

En un plano estratégico o más delicado, la lista incluye derogar la “iniciativa Luna-Marte” que la NASA anunció este lunes, por US$ 44.000 millones. También se propone suspender el financiamiento de la Corporación de Emisoras Públicas (CPB es la sigla inglesa) y los subsidios a convenciones nacionales de los partidos.

El paquete completo recién se difundirá la semana próxima y su objetivo clave, típico de conservadores extremos, es evitar que las necesidades de afectados por los huracanes sean financiadas con impuestos federales. En otras palabras, estos legisladores no quieren que paguen los sectores de mayores ingresos, a los cuales representan.

La lista ya levanta duras objeciones entre oficialistas y opositores. Eso ilustras las dificultades de la mayoría parlamentaria, en manos republicanas hasta los próximos comicios de medio término, para llegar a acuerdos mínimos y aceptables para la opinión pública. Máxime mientras de deteriora la imagen del gobierno federal.

Inclusive conservadores como Thomas DeLay (Texas) afirman que demorar el nuevo programa de medicamentos no tiene posibilidades de pasar. Ocurre que el diputado aprovechó sus vínculos con la familia Bush para asegurar a su circunscripción electoral fondos federales por más de US$ 114 millones este año.

El bloque republicano del senado, entretanto, estuvo reunido horas con Joshua Bolton, director de la oficina parlamentaria de Gestión y Presupuesto. Trataban de elaborar una propuesta alternativa sobre gastos relacionados con Katrina y otros huracanes. Todos admiten que el problema es mucho más espinoso de lo que suponían.

La deplorable experiencia de Halliburton en Irak, señalaba Henry Waxman (demócrata, California), “nos obliga a asegurarnos de que los contratos federales eviten el amiguismo gubernamental o la codicia empresaria”. Con un Richard Cheney nos basta”. Similar postura adoptó William Frist (Tenessee, líder oficialista en el senado), exigiendo transparencia a la Casa Blanca.

Sea como fuere, la propuesta conservadora está lejos del consenso, aun en las filas republicanas. Tampoco hay unanimidad en la estimación de gastos por Katrina: mientras ese grupo habla de medio billón, DeLay presume “sólo” US$ 200.000 millones.

Simultáneamente, un nuevo retroceso de George W. Bush en las encuestas (sólo aprueba su gestión 38% de las muestras, un mínimo casi sin precedentes) pone en la mira los crecientes gastos en Irak. Algunos legisladores se preguntan por qué, en vez de sugerir recortes de partidas sociales, no se gestiona una paulatina rebaja del presupuesto bélico, que alcanza US$ 300.000 millones anuales.

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