Marketing de baja tecnología

Las técnicas del llamado marketing de guerrilla ofrecen armas sencillas y accesibles para salir airosos de los combates de una actividad tan competitiva como ingeniosa.

19 mayo, 2004

En una escena de la primera película de la saga de Indiana Jones el héroe
se enfrenta con el villano de lujosas y elegantes espadas y, con la más
absoluta sencillez, suspira y lo mata de un tiro.
Aunque violento, el mensaje no deja lugar a dudas: lo simple es lo mejor.

Muchos bancos enfrentan hoy versiones corporativas de ese hombre de las espadas
cuando tienen frente a sí a competidores que los superan en tecnología
e inversión.

En el agitado mundo de la banca, las técnicas más bajas y simples,
conocidas como marketing de guerrilla, pueden parecer hasta innecesarias.

Después de todo, con una gestión comprometida con tácticas
orientadas al efectivo y basadas en sofisticados libros de texto, ¿por
qué recurrir a los métodos prosaicos que utilizan las empresas
principiantes? Respuesta: porque sus competidores lo están haciendo.

Fue el especialista Jay Conrad Levinson quien acuñó la expresión
marketing de guerrilla cuando en su libro homónimo de 1984 lanzó
la que se convertiría en la táctica de marketing más exitosa
de la historia.

¿Por qué? Porque aunque su nombre evoque imágenes que
a la mayoría de nosotros no nos gustan, el marketing de guerrilla está
íntimamente vinculado con el desarrollo de las relaciones, el servicio
personalizado al cliente y la construcción de relaciones leales capaces
de capear el temporal desatado por los nuevos lanzamientos de productos, las
fusiones y hasta las guerras de precios.

Entonces, por unos minutos, deje de lado su gigantesca base de datos y su gráfico
de torta a cuatro colores y analice los métodos de la guerrilla, de baja
tecnología pero efecto mortal.

En una escena de la primera película de la saga de Indiana Jones el héroe
se enfrenta con el villano de lujosas y elegantes espadas y, con la más
absoluta sencillez, suspira y lo mata de un tiro.
Aunque violento, el mensaje no deja lugar a dudas: lo simple es lo mejor.

Muchos bancos enfrentan hoy versiones corporativas de ese hombre de las espadas
cuando tienen frente a sí a competidores que los superan en tecnología
e inversión.

En el agitado mundo de la banca, las técnicas más bajas y simples,
conocidas como marketing de guerrilla, pueden parecer hasta innecesarias.

Después de todo, con una gestión comprometida con tácticas
orientadas al efectivo y basadas en sofisticados libros de texto, ¿por
qué recurrir a los métodos prosaicos que utilizan las empresas
principiantes? Respuesta: porque sus competidores lo están haciendo.

Fue el especialista Jay Conrad Levinson quien acuñó la expresión
marketing de guerrilla cuando en su libro homónimo de 1984 lanzó
la que se convertiría en la táctica de marketing más exitosa
de la historia.

¿Por qué? Porque aunque su nombre evoque imágenes que
a la mayoría de nosotros no nos gustan, el marketing de guerrilla está
íntimamente vinculado con el desarrollo de las relaciones, el servicio
personalizado al cliente y la construcción de relaciones leales capaces
de capear el temporal desatado por los nuevos lanzamientos de productos, las
fusiones y hasta las guerras de precios.

Entonces, por unos minutos, deje de lado su gigantesca base de datos y su gráfico
de torta a cuatro colores y analice los métodos de la guerrilla, de baja
tecnología pero efecto mortal.

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