Se cumplen 15 años de la firma del protocolo de Kioto, el primer acuerdo internacional que estipula recortes a la emisión mundial de los gases de invernadero, pero ya se vislumbra el final. La fase uno del acuerdo expira el mes próximo pero mientras unos pocos países comenzarán la fase dos, la comunidad internacional no ha logrado encontrar un reemplazo.
Firmado en un clima de júbilo en Japón, el protocolo fue presentado como un gran avance que pondría al mundo en la senda hacia las bajas emisiones. Sin embargo, la muerte que ahora lo acecha fue prevista casi desde el inicio.
Estados Unidos firmó, pero con fuerte oposición en ambas cámaras y nunca lo ratificó. Rusia se negó a ratificarlo durante siete años. Lo echó al olvido hasta un repentino cambio de idea en 2004. Canadá renegó de sus obligaciones y se retiró hace un año. Los países en desarrollo se quejaron de que el protocolo no exigía lo suficiente y que no logró brindarles la ayuda financiera prometida para ayudarlos a recortar emisiones.
Pero el acuerdo no ha muerto. Con todas sus imperfecciones, fue un importante primer paso hacia una política internacional sobre clima. La Unión Europea va camino de lograr su objetivo de 8% de reducción y Japón redujo sus emisiones pero el proceso fue interrumpido por el cierre de plantas nuclearon luego del desastre del Fukushima. Estados Unidos, aunque no forma parte del protocolo logró reducir notablemente sus emisiones.
Naciones Unidas no calculará la reducción exacta de emisiones producida por el tratado por dos años más. Pero el efecto de Kioto logró instalar el problema del cambio climático en la mente de la gente. También inauguró un sistema de intercambio de carbono que, según el World Energy Council, ha sido muy importante para dar con un modelo para los recortes de emisiones.
Instaló también mecanismos mediante los cuales los proyectos para reducir las emisiones en países pobres merecen créditos por cada tonelada de carbono evitada. Esos créditos pueden ser vendidos a países ricos para ayudarlos a cumplir con las metas de Kioto. Hasta la fecha se han generado más de 1.000 millones de créditos que generaron US$ 216,000 para países pobres y ayudan a difundir tecnología de bajo carbono.
En Doha, Los países tratarán de negociar un nuevo tratado global y legalmente obligante para ser firmado en 2015 y puesto en vigor en 2020. El mundo ha cambiado mucho desde 1997 pero las cerradas posiciones de los países – desarrollados versus en desarrollo – parecen no haberlo notado todavía.
En 1997, Estados Unidos era el jugador indiscutido y sin rivales. Era la economía más grande del mundo y la más contaminante. Rusia acababa de asistir a la caída del comunismo. La UE se debatía ante la perspectiva de absorber los ex países del bloque soviético, con sus economías ineficientes y altas emisiones. Desde entonces, muchas de esas posiciones se han invertido.