El Crown Estate (Patrimonio Inmobiliario Real), que maneja la cartera de propiedades comerciales de la monarquía (unos 13.400 millones de libras esterlinas) sufrieron cuando los minoristas y las cadenas de restaurantes acusaron el golpe de las cuarentenas.
El grupo era acreedor de Pizza Hut, Casual Dining Group y New Look, todos negocios que debieron buscar acuerdos voluntarios (CVA según siglas inglesas), que son procesos de insolvencia que permiten a las empresas negociar sus deudas con sus acreedores.
La gestión de esas empresas es pública desde hace muchos años. 25% de sus beneficios — el Sovereign Grant o Fondo Soberano – se destina cada año a financiar las actividades de la Familia Real o a mantener sus instalaciones o personal.
El Tesoro británico ya anunció su intención de aportar un presupuesto adicional para compensar las rentas que la Reina ha dejado de recibir por las restricciones de la pandemia.
Pero el financiero no es el único daño que sufrió la reina con la Covid-19. Quien ha visto la serie de Netflix The Crown ha podido comprobar que el trabajo diario de la reina es recibir embajadores, agasajar a jefes de estado, visitar hospitales, presidir actos y estrechar manos por doquier.
Andrew Morton, autor de Diana, her true story, in her own words”, se pregunta en el Daily Telegraph cómo puede realizar su tarea la reina desde la distancia. Para él, el coronavirus ha colocado prácticamente en el trono al Príncipe Carlos.