viernes, 22 de noviembre de 2024

La ropa influye en el aire que respiramos

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La etiqueta debería nombrar los productos que componen la tela.

 Una investigación realizada por científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana y de la Universidad de Dinamarca (EPFL) sugiere que hay cada vez más pruebas de que la ropa nos expone diariamente a partículas que podrían provocar problemas serios en la salud. Hace falta entonces cuantificar esa exposición para poder desarrollar estrategias que mitiguen esos riesgos.

 

Las prendas de vestir, si bien actúan como barrera protectora de agresiones externas, pueden también liberar productos químicos y partículas biológicas tóxicas. Algunos de esos tóxicos pueden desaparecer cuando la ropa se lava, se seca y se guarda correctamente pero otras se asientan allí y se vuelven difíciles de erradicar. Los ejemplos más comunes incluyen residuos de nicotina, microbios de los animales domésticos o partículas que se desprenden de productos agrícolas, médicos o industriales.

 

Dusan Licina, profesor de la EPFL, considera que la ropa debería etiquetarse no solo con el nombre del material sino con las sustancias utilizadas en su fabricación. “Pero actualmente no existe ninguna ley ni regulación sobre esto”, dice.

Licina viene investigando y escribiendo sobre este tema desde hace varios años. Entre 2016 y 2018 realizó investigaciones en Estados Unidos analizando la calidad del aire en una unidad de cuidados intensivos para bebés prematuros. Medía cómo llegaban las partículas hasta el interior de la unidad y también hasta el interior de las incubadoras. Descubrió que cuando las enfermeras entraban a la unidad, aumentaba 2,5% la concentración de partículas en el aire y que algunas de esas partículas provenían de las batas que las enfermeras usaban para circular por el hospital. Esas partículas podían tener un papel importante en el desarrollo de los sistemas inmunológicos de los bebés.

Hace falta, dice, muchísima más investigación sobre este tema. De todos modos, dice, “la investigación ya demostró que la ropa de un individuo puede transportar partículas potencialmente tóxicas que pueden exponer a la gente en cercanía.

El científico apela a biólogos y químicos, desde una perspectiva de salud pública, para trabajar más estrechamente con los ingenieros ambientales y comprobar los efectos sanitarios de la ropa que usamos. 

 

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