Eso es más del total de las emisiones anuales combinadas de los 116 países que menos emiten CO2 y nueve veces la cantidad producida durante los incendios récord en California durante 2018.
Y sin embargo, 400 millones de toneladas no es una cantidad que no tenga precedentes en este momento del año en Australia, donde son frecuentes los incendios de verano y crece el número de días con grave peligro de incendio.
Pero las emisiones distan mucho de acercarse a los niveles pico en Nueva Gales del sur, donde se concentran los incendios este año. más de 5,2 millones de hectáreas se quemaron en ese estado desde el 1 de julio, según un comunicado del Servicio Rural de Incendios local.
El cambio climático no provoca incendios, pero las temperaturas elevadas y la disminución de lluvias seca los árboles, las plantas y el suelo y los convierte en combustible que puede amplificar un incendio una vez iniciado éste.
Un informe publicado en 2018 por la Agencia Australiana de Ciencias y el Bureau of Meteorology concluye que el cambio climático ya ha contribuido a empeorar las condiciones de los incendios y que las temperaturas promedio han subido más de 1Cº. A su vez, esos inmensos fuegos están alimentando el cambio climático. A medida que se queman los árboles y las plantas, desprenden el carbono almacenado en sus troncos, hojas, ramas y raíces. Eso crea un círculo vicioso porque los mismos impactos del cambio climático lo exacerban y complican la posibilidad de solucionar el problema
Efectos devastadores para Australia:
En las últimas semanas se quemaron más de 10 millones de hectáreas.
Han muerto más de 25 personas y cientos han sido evacuados. Miles de familias protestan el manejo que hace el gobierno del desastre.
Miles de hogares destruidos en una superficie de 20 millones de kilómetros cuadrados.
Según la estimación de un profesor de la Universidad de Sidney más de 1.000 millones de animales murieron en los incendios.