<p>La escuela de negocios Wharton se valió de un hecho histórico para dar una clase de liderazgo. El tema fue la batalla de Agincourt, que en 1415 ganó el rey inglés Enrique V frente al ejército francés en el norte de Francia.<br />
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Enrique está decidido a reivindicar lo que considera suyo por derecho de nacimiento, la corona de Francia, tal y como hiciera su bisa­buelo Eduardo III más de medio siglo antes. Para esta campaña Enrique contaba aproximadamente con unos 6.000 hombres. Los franceses, liderados por los duques de Borbón y Orleáns y por el condestable de Francia, Charles de Albret, habían reunido un ejército que, como mínimo, triplicaba las cifras de los combatientes ingleses. Según el historiador que se tome como referencia, tenían entre 30.000 y 60.000 soldados, muchos de ellos caballeros con armadura preparados para pelear a pie y a caballo. Las filas inglesas no tenían ni armaduras ni caballos y venían agotadas luego de dos meses de travesía por Francia tratando de llegar a lo que entonces era el puerto inglés de Calais. <br />
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Pero tuvieron lo que finalmente resultó una ventaja decisiva; las habilidades de liderazgo de Enrique V y su capacidad para convertir sus desventajas en ventajas ganadoras. Además, antes de que comenzara la batalla, pronunció una de las arengas más famosas de la historia, al menos según la inventara la pluma de William Shakespere casi dos siglos más tarde en su drama Enrique V.<br />
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Esa arenga estuvo en los labios de los soldados que en 1945 cruzaban el canal de la Mancha rumbo a Normandía durante la Segunda Guerra Mundial; se la repite en los vestuarios deportivos cuando algún equipo ha perdido el primer tiempo y se prepara para ganar el segundo.<br />
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Así es como ganó Enrique: detuvo a su ejército en un campo que estaba flanqueado por bosques a ambos lados, obligando al ejército francés a avanzar por un estrecho corredor neutralizando así la superioridad numérica del enemigo. Aprovechó la ventaja de la lluvia que había embarrado el campo de batalla y que resultaría desastrosa para las pesadas armaduras de los franceses.<br />
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Además, en lugar de usar ballesta, Enrique eligió el arco largo, que podía disparar flechas con mayor alcance. Enrique equipó a sus hombres con picas más largas que las que usaban los franceses, lo cual permitió a los ingleses ganar en el combate mano a mano pues el primer golpe era de ellos y casi siempre mortal. Y recurrió a una innovación: ordenó plantar estacas filosas en la tierra justo en el lugar del encuentro entre ambos bandos. Los caballos franceses, al cargar, se ensartaban en las estacas y caían al suelo aplastando a sus jinetes y bloqueando el camino a los de atrás. Cuando acabó la lucha, los franceses habían perdido 6.000 hombres y los ingleses 450. <br />
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Carol y Ken Adelman, fundadores de <em>Movers & Shakespeares,</em> un grupo que usa al más grande dramaturgo de todos los tiempos para enseñar habilidades gerenciales a ejecutivos, participaron de un seminario en Wharton titulado “El viaje hacia el liderazgo”.</p>
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Esta “banda de hermanos”</strong><br />
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Enrique estaba dispuesto a innovar, reconociendo, por ejemplo, la superioridad del arco largo y asegurando que sus hombres estuvieran bien entrenados en cómo usarlo. Antes de Agincourt, el ejército inglés era 80% soldados de a pie y 20% arqueros. Después de Agincourt, era 20% soldados de a pie y 80% arqueros. <br />
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Pero tal vez el capital más grande del ejército inglés fue la arenga del rey a sus hombres justo antes de entrar en batalla, que incluye la oración famosa: “todo está listo si la mente está lista”. (Las palabras son de Shakespeare, el texto de la arenga real no existe.) <br />
Algunos extractos de aquel discurso, según Shakespeare:</p>
<p><em>“A quien no tenga estómago para esta pelea,<br />
Dejadle partir; dadle pasaporte<br />
y poned monedas en su bolsa:<br />
No queremos morir junto a un hombre<br />
Que teme caer con sus camaradas…<br />
Los viejos olvidan: olvidarán todo,<br />
salvo las hazañas que hicieron este día. <br />
Nosotros pocos, felices pocos, nosotros, banda de hermanos; <br />
Pues quien hoy vierta conmigo su sangre <br />
Será mi hermano por villano que sea, <br />
Este día le hará de noble rango: <br />
Y muchos caballeros de Inglaterra que ahora duermen en su cama <br />
Se dirán malditos por no haber estado aquí, <br />
Y sentirán mísera su valentía cuando hable alguno <br />
De los que hoy pelee con nosotros en el día de San Crispín.</em></p>
<p>William Shakespeare – Enrique V. Acto IV.</p>
Historia, Shakespeare y lecciones de liderazgo
Las palabras que el dramaturgo isabelino pone en boca del rey inglés Enrique V momentos antes de la histórica batalla de Agincourt podrían usarse en un manual de educación de líderes. Es considerada por muchos la más grande batalla de todos los tiempos.