Se fue Bossi y su reemplazante presiona a Berlusconi

Bossi remitió desde una clínica de Lugano, Suiza, la renuncia como ministro de la Reforma. El senador ha optado por irse al Parlamento Europeo y dejar sólo a Silvio Berlusconi. Su sucesor exije la autonomía regional ya mismo.

21 julio, 2004

Pese a refirmarse la “eterna amistad” entre el senador (jefe de la Liga Norte) y el amo de Forza Italia, Bossi lo deja sólo con un aliado veleta: Gianfranco Fini, de Alianza Nacional. El tercer miembro de la troika, Marco Follini (Unión de Centro), casi no pesa en votos.

A su vez, Roberto Calderoli –instrumento de Fini- exigió acelerar la autonomía de la “Transpadania” o, de lo contrario, renunciará. Precisamente mientras el acosado Berlusconi llama la “unidad nacional”. Por supuesto, el nuevo ministro de la Reforma no dijo “restituzione” –la palabra italiana correcta-, sino un anglicismo, “devolution”, tan inútil como inconsistente con el ideo neofascista de la Liga y sus aliados. Quienes lo usan también le dicen “Bankitalia”al banco central. Cabe recordar que la Liga pretende volver a la Italia previa a la unificación (1861).

Días antes, por presiones dentro y fuera del país, Berlusconi desistía de retener la cartera económica. Pero se limitó a poner un hombre de Giulio Tremonti, titular anterior. El presidente del consejo –primer ministro, para decirlo claramente- se limitaba a resolver un problema urgente, pero el nombramiento de Domenico Siniscalco (hasta ahora director administrativo, incondicional de Tremonti) como ministro interno simplemente posterga definiciones. Una ha sido la dimisión de Bossi).

Todavía hoy, nadie entiende exactamente por qué desató la crisis de gabinete que acabaría con Tremonti, pero no con su poder en Economía. Así, la Liga calificaba de “ministro clon” a Siniscalco. Naturalmente, Fini, cuyo objeto real es desplazar a Berlusconi y ocupar su sillón, mantiene el oportunismo de siempre. O sea, apoya a su propia tropa (Siniscalco, títere de Tremonti).

Pero la movida del “premier” resultaba, a su vez, de un fracaso. En efecto, primero le ofreció Economía a Follini, que no quiso aceptar.

Entonces, con la Liga anunciando “la próxima crisis”, es obvio que los aliados de FI buscan la manera menos traumática de quitarse a Berlusconi de encima. Pero su grupo sigue siendo el mayor subbloque parlamentario y, aun con el reciente retroceso electoral, el que cuenta con más votos dentro de la coalición derechista. Eso no detiene a Tremonti, aspirante al cargo del Cavaliere. Anoche, la coalición opositora pedía nuevamente su renuncia y, de todos modos, sólo la prensa conservadora cree que llegue a 2006.

Pese a refirmarse la “eterna amistad” entre el senador (jefe de la Liga Norte) y el amo de Forza Italia, Bossi lo deja sólo con un aliado veleta: Gianfranco Fini, de Alianza Nacional. El tercer miembro de la troika, Marco Follini (Unión de Centro), casi no pesa en votos.

A su vez, Roberto Calderoli –instrumento de Fini- exigió acelerar la autonomía de la “Transpadania” o, de lo contrario, renunciará. Precisamente mientras el acosado Berlusconi llama la “unidad nacional”. Por supuesto, el nuevo ministro de la Reforma no dijo “restituzione” –la palabra italiana correcta-, sino un anglicismo, “devolution”, tan inútil como inconsistente con el ideo neofascista de la Liga y sus aliados. Quienes lo usan también le dicen “Bankitalia”al banco central. Cabe recordar que la Liga pretende volver a la Italia previa a la unificación (1861).

Días antes, por presiones dentro y fuera del país, Berlusconi desistía de retener la cartera económica. Pero se limitó a poner un hombre de Giulio Tremonti, titular anterior. El presidente del consejo –primer ministro, para decirlo claramente- se limitaba a resolver un problema urgente, pero el nombramiento de Domenico Siniscalco (hasta ahora director administrativo, incondicional de Tremonti) como ministro interno simplemente posterga definiciones. Una ha sido la dimisión de Bossi).

Todavía hoy, nadie entiende exactamente por qué desató la crisis de gabinete que acabaría con Tremonti, pero no con su poder en Economía. Así, la Liga calificaba de “ministro clon” a Siniscalco. Naturalmente, Fini, cuyo objeto real es desplazar a Berlusconi y ocupar su sillón, mantiene el oportunismo de siempre. O sea, apoya a su propia tropa (Siniscalco, títere de Tremonti).

Pero la movida del “premier” resultaba, a su vez, de un fracaso. En efecto, primero le ofreció Economía a Follini, que no quiso aceptar.

Entonces, con la Liga anunciando “la próxima crisis”, es obvio que los aliados de FI buscan la manera menos traumática de quitarse a Berlusconi de encima. Pero su grupo sigue siendo el mayor subbloque parlamentario y, aun con el reciente retroceso electoral, el que cuenta con más votos dentro de la coalición derechista. Eso no detiene a Tremonti, aspirante al cargo del Cavaliere. Anoche, la coalición opositora pedía nuevamente su renuncia y, de todos modos, sólo la prensa conservadora cree que llegue a 2006.

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