En la zona de Semypolky, al noreste de Kiev, están apareciendo los brotes de trigo en al campo de Mykola Gordiychuk. Pero nadie ha estado trabajando el suelo. “Ya debería haber muchas máquinas surcando estos campos en esta época del año”, dice. “Pero no hay nada ni nadie”.
En la granja, donde Gordkychuk cultiva papas y trigo, el trabajo se detuvo por un mes cuando las fuerzas rusas atacaron la zona cercana d Kiev en febrero. Los empleados se dispersaron en busca de refugio. Después de una exitosa contraofensiva ucraniana a finales de marzo, Gordiychuk está ahora lentamente volviendo a trabajar en las dos operaciones. Pero antes de enviar un tractor a rociar con fertilizante, tuvo que llamar a especialistas militares para que inspeccionen el terreno en busca de artillería o bombas sin explotar. Encontraron fragmentos de misiles por todo el terreno, lo que demoró aun más la vuelta al trabajo.
Ahora trabajan contra reloj para remontar las operaciones. “En agricultura, si uno pierde un mes en mayo, pasó el momento para algunos cultivos”, dice. “Si no se planta a tiempo, se pierde el año”.
Gordkychuk es uno de los cientos de agricultores en toda Ucrania intentando salvar lo que pueda de la temporada primaveral de siembra mientras soportan las alteraciones en las cadenas de suministro, escasez de insumos, suba de precios y escasez de trabajadores.
La disrupción de la agricultura afectará la seguridad alimentaria de millones de ucranianos, muchos de los cuales se han quedado sin casa y se preguntan dónde encontrarán la próxima comida. Pero el daño que se está haciendo a la industria agrícola ucraniana tiene consecuencias de hambruna y seguridad alimentaria que van mucho más allá de las fronteras del país.