El lenguaje neutro sobre los logros de la administración en el empleo y la inflación que llevó ayer al Capitolio el presidente de la Reserva Federal de EE.UU. (Fed), Ben Bernanke, preanuncia que continuará por unos meses más con la compra mensual de 85.000 millones de dólares en deuda pública e hipotecaria, al tiempo que mantendrá los tipos de interés entre el 0% y el 0,25%.
El acta de la última reunión de la Reserva Federal muestra la falta de consenso interna sobre el momento. Varios miembros son partidarios de empezar a moderar el estímulo ya en la próxima reunión del 19 junio. Bernanke dijo ante el Congreso que se necesitan varios encuentros para analizar los datos que llegan de la economía y poder decidir. En cualquier caso, los participantes comparten que el plan de salida debe ser flexible.
Al igual que en el comunicado del 1 de mayo, la intervención inicial de Bernanke mencionó un crecimiento moderado, que el consumo avanza con solidez y que el empleo mejora aunque la desocupación sigue muy alta. También se señala que el sector de la vivienda contribuye al crecimiento y que la inflación está contenida.
Aprovechó su exposición para advertir que una retirada prematura de los estímulos puede acarrear el riesgo de “frenar†o “acabar†la recuperación económica. En respuesta a las preguntas de los congresistas, Bernanke reconoció que “en algún momento” habrá que poner fin a la compra de activos. Pero indicó que este no es un proceso automático y que en el seno del consejo se “están discutiendo varios pasos”. “Tenemos diferentes instrumentos para hacerlo de acuerdo con nuestra mandato”, remarcó.
El mensaje neutro de Bernanke se apoyó en dos premisas. La primera, que la creación de empleo en EE.UU. sigue débil. La segunda, que la inflación baja después que los precios cayeran cuatro décimas en abril. En el primer caso, la referencia es un desempleo por debajo del 6,5%, que no se ve hasta bien entrado 2014. En el segundo, la inflación no debe superar el 2,5%.
El presidente de la Fed se vio forzado, como cuando pasara en febrero por el Capitolio, a defender la estrategia monetaria y, en concreto, los resultados de la compra de deuda. Por un lado, se cuestiona su efecto en la economía real. Por otro, se teme que esté creando burbujas. “Somos conscientes de que un período prolongado de bajos tipos de interés tienen costes y riesgosâ€, admitió.
La comunicación en este proceso, como dijo el propio Bernanke, será clave para evitar sobresaltos. De hecho, Wall Street pide más claridad sobre el camino que va a seguir, y John Williams, presidente de la Fed de San Francisco, es de los que defiende en público que el ajuste del programa de compra de bonos se produzca ya este verano.
El gran objetivo de la Fed es reducir los 3,35 billones que acumula en balance y llevarlo a los 900.000 millones previos a la crisis, pero el banco central sigue viendo puntos de incertidumbre y necesita que el mercado laboral cree cerca de 200 mil empleos netos durante varios meses para dar un mensaje más convincente. Y como entonces, reitera que todo dependerá de cómo la economía haga frente a lastre fiscal.
Bernanke aseguró que la Fed está haciendo lo posible para enfrentar estas preocupaciones y que está reforzando la vigilancia. Su táctica fue pedir, otra vez, a los políticos que hagan su trabajo.
“La política fiscal será determinante en la marcha de la economíaâ€, recordó, por eso dijo que es “importante†rompan con el impasse actual en la negociación para reducir el déficit.