Kuwait, Dubai y otros emiratos siguen replanteando estrategias

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La fase históricamente más larga de crudos caros ofrece dilemas y oportunidades a quienes forman el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Manejado por Saudiarabia, lo completan Omán, Kuwait, Qatar, Bahrein y la Unión de Emiratos Árabes.

<p>Por un lado, deben diversificar una econom&iacute;a atada al petr&oacute;leo, modernizando los contextos sociales. Por el otro, empero, varios de ellos prefieren invertir en todo tipo de activos occidentales y Dubai es la clave de esta proyecci&oacute;n financiera. En particular, por sus crecientes nexos con el negocio burs&aacute;til europeo.</p>
<p>Ahora bien &iquest;puede el CCG cambiar de orientaci&oacute;n? Los esc&eacute;pticos sostienen que, en realidad, los altos precios de sus hidrocarburos les crean trabas a las reformas. Al respecto, recuerdan que la Organizaci&oacute;n de Pa&iacute;ses exportadores de Petr&oacute;leo (Opep) nunca puso traducir los auges de 1973/5 y 1979/81 en transformaciones sociales cualitativas. Los optimistas tienen otra visi&oacute;n: las presiones internas y una poblaci&oacute;n joven sin salida laboral obligar&aacute; a emplear los ingresos petroleros como catalizador para quebrar los ciclos de auge y ca&iacute;da en precios, t&iacute;picos de la actividad.</p>
<p>Por cierto, la inversi&oacute;n externa directa (IED) en el CCG ha subido de algo menos de US$ 2.000 millones en 2001 a m&aacute;s de 33.000 millones en 2007. Hay en marcha alrededor de un bill&oacute;n en inversiones infraestructurales, monto que podr&iacute;a alcanzar US$ 3 billones hacia 2010. Si bien el &aacute;rea ha registrado en a&ntilde;os recientes tasas reales de 7% anual en el producto bruto de cada socio (s&oacute;lo superadas por China, India y pocos m&aacute;s), la expansi&oacute;n nominal promedia casi 20% anual (2003-7). Para estas econom&iacute;as, las cifras nominales importan m&aacute;s que las reales, pues &eacute;stas computan el alza de ingresos petroleros como inflaci&oacute;n. Ello no tiene presente que la mayor parte de esas entradas es en d&oacute;lares, una divisa en franca decadencia.</p>
<p>Durante los auges en los a&ntilde;os 70, los estados del golfo carec&iacute;an de instituciones sociales capaces de absorber ingresos que llegaron a sextuplicarse en breve lapso. Su car&aacute;cter feudal era y es un gran obst&aacute;culo. En la actualidad, existen reg&iacute;menes fiscales relativamente disciplinados y pol&iacute;ticas para reducci&oacute;n de deuda externa en divisas, un efecto parad&oacute;jico de la bonanza petrolera.</p>
<p>Entre 2002 y 2006, las entradas anuales del CCG fueron subiendo m&aacute;s del triple, de US$ 100.000 a 325.000 millones. En igual per&iacute;odo, el gasto p&uacute;blico avanz&oacute; &ldquo;apenas&rdquo; 74%, o sea, de US$ 119.000 a 207.000 millones. En general, para financiar salud, educaci&oacute;n y adiestramiento laboral.</p>
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<p>Paralelamente, el CCG contiene una de las poblaciones jóvenes más grandes y en mayor crecimiento del mundo. A saber, 61% de los saudíes tiene menos de 25 años, contra 50% en India o Brasil, 40% en China y 30% en la Unión Europea. Los adolescentes afrontan un futuro de bajo empleo. Un sistema educativo aferrado a la cerril ortodoxia sunní (salvo el ismaelita Qatar) no los prepara para competir con mano de obra inmigrante.</p>
<p>La península arábiga está inundada de efectivo –excepto Yemen-, mas sus mercados de capitales son débiles. Así, es difícil que los fondos lleguen a pequeñas y medianas empresas no ligadas a clanes aristocráticos. Pero se trata de dos sectores críticos para innovar, diversificar, crecer y generar puestos laborales de calidad. Por el contrario, los sistemas financieros canalizan liquidez a empresas estatales y negocios dominados por grandes familias.</p>
<p>En este punto, aparecen los especuladores occidentales. En particular David Rubenstein, uno de los más influyentes en Washington. Con demasiados contratos militares en su haber, el numen del Carlyle Group corteja a los jeques. Su apellido no le impide buscar oportunidades en Dubai y otros miembros de la UEA.</p>
<p>Según un informe de Lehman Brothers, el CCG reunía, a fines de 2007, reservas en divisas por alrededor de US$ 3,67 billones. Pero, a diferencia de lo habitual entre la posguerra y el desplome del dólar, en esta década los petrodólares ya no afluyen automáticamente a la economía estadounidense. Esto se debe a la extrema debilidad de la divisa referencial y a un euro que llegó a costar US$ 1,60 dos veces en julio.</p>
<p>Por tanto, mientras los emires invierten cada vez más en activos occidentales –aunque no norteamericanos-, financistas como Rubenstein buscan colocarse en la región. Esto tiene un costado muy peligroso: buena parte de esos dineros se origina en aportes jubilatorios. Carlyle, varios fondos de cobertura (derivados) y de capital extrabursátil juegan el futuro de potenciales retirados norteamericanos en el tapete islámico.</p>
<p>Managers de compras apalancadas y bancas de Wall Street se han largado a invertir fuerte en transportes, infraestructura civil, bienes raíces y hasta privatización de empresas en el CCG. Pero el abuso de fondos jubilatorios puede dificultar las ya complejas relaciones de EE.UU. y esos países. Esta fiebre inversora llega, por cierto, en un momento delicado. El congreso cuestiona cada día más el uso de aportes jubilatorios para especular. Parte de la inquietud deriva de malas apuestas hipotecarias que afectan a fondos de cobertura donde participan fondos de retiro cuyos asociados no pueden defenderse de tiburones como Carlyle.</p>
<p>Ahora bien ¿cuál es el poder financiero de los jeques? Según la consultoría Dealogic, las colocaciones exteriores de Saudiarabia y otros estados en la península, salvo Yemen, han saltado de US$ 30.800 millones a fin de 2006 a 64.000 millones a fin de 2007. O sea, 107,8%.</p>
<p>Meses atrás, la bolsa de Dubai, controlada por el emir, tomaba 19,9% de Nasdaq Group y le compraba a la misma sociedad el 28% que tenía en la bolsa de Londres. Entretanto, un fondo qatarí adquiría otro 20% en la LSE y Abu Dhabi absorbía 7,5% … de Carlyle. No es para menos: la liquidez en manos árabes es varias veces superior a la de los fondos de capital privado occidentales.</p>
<p>Por supuesto, esta fiebre puede acabar en el congreso norteamericano, como le sucedió a un intento (Dubai, nuevamente) de comprar seis puertos estratégicos. En ese momento, un grupo bipartidario de legisladores sostuvo que Dubai es títere de Saudiarabia, una de cuyas familias más influyentes se llama bin Laden. Rubenstein lo sabe. El ex presidente George H.W.Bush y su secretario de estado, James Baker, fueron asesores de Carlyle y, entre los aportes iniciales de capital obtenidos por el dúo, estaba el de los bin Laden.</p>
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