Burbujas, desequilibrios y disparidades en la Eurozona

La resistencia francesa a la constitución y la grave derrota electoral de Gerhard Schröder son nuevos riesgos para la Eurozona. Además, las disparidades entre los doce adherentes a la moneda común planteaban ya serias disyuntivas.

23 mayo, 2005

Lejos de la homogeneidad, los oapises donde circula el euro como moneda exclusiva muestran amplias diferencias en niveles de consumo, actividad industrial, fortaleza económica y expectativas sociales. Irlanda, cuyo producto bruto interno cerec a razón de 5% anual, poco tiene que ver con Italia, donde este año el PBI podría ser negativo. Un estado que vive de la especulación financiera y la banca “offshore”, como Luxemburgo, está a años luz de Alemania o Francia, cuyas economías reales, pese a sus problemas, son tan voluminosas como diversificadas.

Este caleidoscopio le crea severos dolores de cabeza al Banco Central Europeo (Fráncfort; en realidad, producto del Bundesbank germano), que debe manejar las tasas de interés para doce de los veinticinco miembros de la Unión Europea. La entidad sabe lo complejo que es armar o aplicar una política monetaria capaz de funcionar tan bien en Finlandia como en Grecia, una economia virtualmente subdesarrollada.

Así, desde hace meses el BCE viene señalando que quiere un alza de tipos básicos. Pero teme causar estragos –recesión abierta, entre ellos- en países como Alemania, Holanda o Italia. Por otra parte, España vive una sensación de prosperidad apoyada en abundancia de crédito barato. Especialmente el hipotecario, que va generando una burbuja similar a las de Gran Bretaña y Estados Unidos. Por ende, el público se endeuda para especular con bienea raíces, y, por supuesto, comprar o alquilar vivienda en grandes ciudades es prohibitivo.

En cuanto al euro en sí, ha demostrado ser tan flexible como resistente desde su estreno en 1999. Así, ha desorientado a quienes esperaban que una moneda colectiva sería inherentemente débil y vulnerable a sacudones exógenos. Pero ha asimilado inclusive al alza de precios petroleros y ha adquirido prestigio, mientras el dólar perdía antiguos brillos Pero las crecientes divergencias dentro de la Eurozona reactivasn temores sobre el futuro de la unión monetaria. Máxime con Gran Bretaña, Dinamarca y Suecia afuera o con incógnitas sobre los diez nuevos socios de la UE.

Esas fisuras pueden acentuarse tras la desastrosa derrota local que acaba de sufrir el oficialismso alemán en Renania norte-Westfalia (producto de la recesión industrial y el desempleo en la zona) y un eventual NO en el plebiscito constitucional francés del domingo 29. Con 11,8% de desocupados, los galos podrán aprovechar el voto constitucional para manifestar su enjo ante el gobierno de Jacques Chirac.

Los españoles, más optimistas, aprobaron la futura carta europea por amplio margen (aunque con escasa concurrencia) en febrero. Pero algunos escépticos sostienen que el valoz aumentos de precios inmobiliarios, en la península ibérica y otros puntos de la Eurozona, prenuncian otros riesgos. Por ejemplo, una explosión de endeudamientis causada por la sobremonetización del sistema. Por de pronto, la vivienda ha salto 158% en 1999-2004 y está 20% sobreluada.

A pesar de ello, los expertos financieros dudan de que el país arriesgue una licuación de bienes raíes como la japonesa a partir de 1991. Los más probable, señalan (o esperan dado que trabajan para bancos) es que los precios toquen un techo y, luego, vayan replegándose gradualmente. Pero esos niveles continúan por una senda vertiginisa y los analistas serios ya hablan abiertamente de “burbuja”. Algunas manías “crecen más rápido de cuanto se piensa y se derrumba todavía más rápido”, señala José Manuel Campa (universidad de Navarra).

El auge español, no limitado a lo inmobiliario, está fomentado por las tasas más bajas desde la última posguerra, pues el BCE mantiene desde 2003 el tipo básico en apenas 2% anual, contra 4,75% en Gran Bretaña, 4,5% en Suiza o 3% en EE.UU. “En este país –revela aquel docente-, hay gente que coloca su dinero en Londres o Ginebra y gana más del doble que en cualquier banco español”.

Dicho de otro modo, España necesitaría un tipos básico superior. Pero Alemania está en el polo opuesto. Con 11,8% de desempleo y un PBI avanzando a menos de 1% anual, por precios se han achatado o hasta han disminuido en los últimos años. Inversores del exterior compran propiedades germanas porque las ven muy baratas. A la inversa, los bienes raíces suben a más de 10% anual en Francia, España e Irlanda.

“La inflación inmobiliaria es un primer indicio de que la poolñitica monetaria es por demás expansiva”, observa Jörg Krämer (HypoVereinsBank, Múnich). “Las burbujas en este sector, como en cualquier otro, corren alto riesgo de pincharse”. Al respecto, hay un curioso datos, soslayado en los análisis convencionales: el desempleo español se acerca al 9%. Parece bajo sólo porque –hace algún tiempo- estaba en 24%.

No obstante, el informe mensual del BCE no hace ya alusión a los precios inmobiliarios ni a la conveniencia de elevar tasas. Tras una andanada de síntomas recesivos en Alemania e Italia, ahora su preocupación dominante es el estancamiento de la Eurozona. En clima tan frágil, las tasas probablemente sigan a como están todo el año. Obviamente, los riesgos recesivos en Alemania e Italia –que juntas aportan 40% del PB en la Eurozona- sontrapesas largamente el peligro de la burbuja española.

Lejos de la homogeneidad, los oapises donde circula el euro como moneda exclusiva muestran amplias diferencias en niveles de consumo, actividad industrial, fortaleza económica y expectativas sociales. Irlanda, cuyo producto bruto interno cerec a razón de 5% anual, poco tiene que ver con Italia, donde este año el PBI podría ser negativo. Un estado que vive de la especulación financiera y la banca “offshore”, como Luxemburgo, está a años luz de Alemania o Francia, cuyas economías reales, pese a sus problemas, son tan voluminosas como diversificadas.

Este caleidoscopio le crea severos dolores de cabeza al Banco Central Europeo (Fráncfort; en realidad, producto del Bundesbank germano), que debe manejar las tasas de interés para doce de los veinticinco miembros de la Unión Europea. La entidad sabe lo complejo que es armar o aplicar una política monetaria capaz de funcionar tan bien en Finlandia como en Grecia, una economia virtualmente subdesarrollada.

Así, desde hace meses el BCE viene señalando que quiere un alza de tipos básicos. Pero teme causar estragos –recesión abierta, entre ellos- en países como Alemania, Holanda o Italia. Por otra parte, España vive una sensación de prosperidad apoyada en abundancia de crédito barato. Especialmente el hipotecario, que va generando una burbuja similar a las de Gran Bretaña y Estados Unidos. Por ende, el público se endeuda para especular con bienea raíces, y, por supuesto, comprar o alquilar vivienda en grandes ciudades es prohibitivo.

En cuanto al euro en sí, ha demostrado ser tan flexible como resistente desde su estreno en 1999. Así, ha desorientado a quienes esperaban que una moneda colectiva sería inherentemente débil y vulnerable a sacudones exógenos. Pero ha asimilado inclusive al alza de precios petroleros y ha adquirido prestigio, mientras el dólar perdía antiguos brillos Pero las crecientes divergencias dentro de la Eurozona reactivasn temores sobre el futuro de la unión monetaria. Máxime con Gran Bretaña, Dinamarca y Suecia afuera o con incógnitas sobre los diez nuevos socios de la UE.

Esas fisuras pueden acentuarse tras la desastrosa derrota local que acaba de sufrir el oficialismso alemán en Renania norte-Westfalia (producto de la recesión industrial y el desempleo en la zona) y un eventual NO en el plebiscito constitucional francés del domingo 29. Con 11,8% de desocupados, los galos podrán aprovechar el voto constitucional para manifestar su enjo ante el gobierno de Jacques Chirac.

Los españoles, más optimistas, aprobaron la futura carta europea por amplio margen (aunque con escasa concurrencia) en febrero. Pero algunos escépticos sostienen que el valoz aumentos de precios inmobiliarios, en la península ibérica y otros puntos de la Eurozona, prenuncian otros riesgos. Por ejemplo, una explosión de endeudamientis causada por la sobremonetización del sistema. Por de pronto, la vivienda ha salto 158% en 1999-2004 y está 20% sobreluada.

A pesar de ello, los expertos financieros dudan de que el país arriesgue una licuación de bienes raíes como la japonesa a partir de 1991. Los más probable, señalan (o esperan dado que trabajan para bancos) es que los precios toquen un techo y, luego, vayan replegándose gradualmente. Pero esos niveles continúan por una senda vertiginisa y los analistas serios ya hablan abiertamente de “burbuja”. Algunas manías “crecen más rápido de cuanto se piensa y se derrumba todavía más rápido”, señala José Manuel Campa (universidad de Navarra).

El auge español, no limitado a lo inmobiliario, está fomentado por las tasas más bajas desde la última posguerra, pues el BCE mantiene desde 2003 el tipo básico en apenas 2% anual, contra 4,75% en Gran Bretaña, 4,5% en Suiza o 3% en EE.UU. “En este país –revela aquel docente-, hay gente que coloca su dinero en Londres o Ginebra y gana más del doble que en cualquier banco español”.

Dicho de otro modo, España necesitaría un tipos básico superior. Pero Alemania está en el polo opuesto. Con 11,8% de desempleo y un PBI avanzando a menos de 1% anual, por precios se han achatado o hasta han disminuido en los últimos años. Inversores del exterior compran propiedades germanas porque las ven muy baratas. A la inversa, los bienes raíces suben a más de 10% anual en Francia, España e Irlanda.

“La inflación inmobiliaria es un primer indicio de que la poolñitica monetaria es por demás expansiva”, observa Jörg Krämer (HypoVereinsBank, Múnich). “Las burbujas en este sector, como en cualquier otro, corren alto riesgo de pincharse”. Al respecto, hay un curioso datos, soslayado en los análisis convencionales: el desempleo español se acerca al 9%. Parece bajo sólo porque –hace algún tiempo- estaba en 24%.

No obstante, el informe mensual del BCE no hace ya alusión a los precios inmobiliarios ni a la conveniencia de elevar tasas. Tras una andanada de síntomas recesivos en Alemania e Italia, ahora su preocupación dominante es el estancamiento de la Eurozona. En clima tan frágil, las tasas probablemente sigan a como están todo el año. Obviamente, los riesgos recesivos en Alemania e Italia –que juntas aportan 40% del PB en la Eurozona- sontrapesas largamente el peligro de la burbuja española.

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