América latina: perspectivas contradictorias para este año

Joseph Siegel (Wharton) teme que ciertas tendencias políticas perturben a la región y les echa la culpa a “brotes nacionalistas e izquierdistas” Su recomendación: “hacerse amigo del capital para sobrevivir en la economía globalizada”.

10 enero, 2007

Por supuesto, apenas unos pocos países del subcontinente adhieren a la receta. Ello no obsta para que, en verdad, la mayoría de los operadores prefiera fijarse en los tipos de interés norteamericanos, no en las ideologías locales. Al sur del río Bravo, otros analistas estiman que los mercados han descontado una rebaja de la tasa corta (quizá de 5,25 a 5% anual) para este trimestre y eso influye en los movimientos de fondos.

Allende el Atlántico, expertos de la banca suiza Julius Baër –consultados por Wharton@Knowledge- no descartan un horizonte opuesto.”Si la Reserva Federal mantiene esa tasa o suben las largas en ese mercado, habrá movimientos especulativos de capital desde las economías en desarrollo hacia bonos norteamericanos. Eso incluye Latinoamérica”.

Otro grupo de analistas vincula la región con España. Esto refleja las estrategias de diversificación geográfica y sus efectos en las empresas, a las que ponen en posición favorable para hacer frente a cualquier sacudida de los mercados financieros. En verdad, Latinoamérica les depara niveles cada vez mayores de actividad en la economía real o sus servicios. Inversiones como las realizadas por Telefónica de España o Banco Bilbao Vizcaya Argentaria significan acceso a millones de clientes y usuarios potenciales.

Al presente, América latina crece por encima de sus medias históricas, en un contexto de expansión mundial moderada. Verbigracia, el Fondo Monetario Internacional estima que el crecimiento del producto bruto interno (PBI) real ha promediado 4,75% en 2006. Por ende, el trienio 2004-6 marca la mayor cota desde los años 70. Para 2007, la entidad presume alrededor de 4,3%, cifra algo conservadora.

La región avanzó a razón de 2,2% anual promedio en 1995-2003, un lapso arbitrario, con 13,2% anual de inflación primaria. En 2004, el PBI ganó 5,7% y la inflación cedió a +6,5%. En 2005, las cifras respectivas fueron 4,4 y 6,3%. Esos números y los de 2006 les restan peso a los temores políticos de Siegel.

Varios analistas españoles califican de excepcionales las condiciones del área. A diferencia de períodos anteriores, la expansión es ordenada, igual que los indicadores macroeconómicos. La inflación está controlada, el salario real mejora y algunos países tienen superávit fiscal, comercial o ambos. En general, la estructura del endeudamiento público es más sólida, no hay presiones cambiarias y las instituciones financieras son más firmes.

Este diagnóstico es compartido por el experto peruano David Tuesta. “En términos macro, el cuadro es muy positivo. Ante todo, hay claras tendencias a baja inflación. Ello resulta de bancos centrales más autónomos y mejores políticas fiscales. En algunos casos, el crecimiento deriva de reformas efectuadas antes de 1995; en otros, éstas son posteriores a 2000.”

En lo atinente a ciertos países, el FMI es cauto. Respecto de México, por ejemplo, ha disminuido de 3,5 a 3,3% el cálculo de crecimiento para 2007, porque también afloja el de Estados Unidos. No obstante, mantiene 4% para Brasil y ubica en 6% el pronóstico para Argentina. Al respecto, cabe recordar que el FMI preveía 7% para 2006 y la cifra al final fue 8,5%.

Durante este año, pues, el crecimiento latinoamericano estará expuesto a cuanto ocurra en el resto del mundo especialmente si hay más problemas geopolíticos como los actuales. Habrá matices. Así, México, Centroamérica y el Caribe sufrirán si la economía estadounidense se frena más de lo supuesto.

El FMI y el Banco Mundial –contra la RF- apuntan a un posible deterioro en los mercados especulativos mundiales. Por ahora, los precios de bonos soberanos en Latinoamérica, aunque algo bajos (salvo los argentinos), continúan por encima de los históricos pisos registrados hace algunos años. Parte del efecto amortiguador se debe a la liquidez en los mercados centrales. Pero cualquier baja abrupta de esa liquidez o un cambio repentino en la percepción de riesgo entre los inversores generará entornos operativos muchos menos favorables.

Sin embargo, ambas instituciones y el Banco Interamericano de Desarrollo subrayan que “la región es menos vulnerable que en años anteriores, a raíz de mejores resultados financieros, superávit en cuenta corriente –algo que Estados Unidos está a eones de tener- y deudas mejor estructuradas”. Empero, el FMI insiste en aperturas y reformas recomendadas por los mercados especulativos. Como Siegel, la entidad sostiene que “Latinoamérica se retrasa respecto de otras zonas en desarrollo más favorables a los capitales”. Por supuesto, sus analistas se desvelan por los efectos a mediano plazo de “políticas nacionalistas en materia de combustibles lanzadas por Bolivia, Ecuador y Venezuela”. El Fondo no menciona que Saudiarabia tiene sistemas similares.

Las tres entidades citan tres áreas necesitadas de reformas. Primero, impuestos y aduanas (se recauda poco y eso afecta los presupuestos). Pero la relaciòn entre ingresos tributarios y PBI no es tan dramática: 23% en 2005, contra 26% en el conjunto de economías en desarrollo. Segundo, se requieren sistemas políticos más estables y menos corruptos o clientelistas. A menudo, el crecimiento queda comprometido por estados débiles, cuyos poderes judiciales son frágiles, toleran la delincuencia organizada, la evasión fiscal o los sectores en negro.

En tercer lugar, estas instituciones sostiene que varias economías deben encara reformas que generen sistemas financieros solventes en los sectores público y privado. Pero algunos analistas agregan un matiz poco simpático al FMI: librar a la región de la inequidad social. Cuando se trata de pobreza, hay situaciones extremas (Haití, Guatemala, Paraguay, las ex Guayanas), si bien las tasas medias están bajando. En 2006, es probable que más de 205 millones de personas viven bajo el umbral de pobreza (dos dólares diarios) y eso equivale a 38,5% del total de habitantes.

Pero los extremadamente pobres (menos de un dólar por cabeza) ascienden a 79 millones, o sea 14,7%. Recientes sucesos en villas miseria de San Pablo y Río de Janeiro subrayan una situación que azota al país más grande y poblado de la zona, pero no es única. Por el contrario, Argentina y Venezuela están mejorando sus indicadores sociales, algo que el próspero Chile o el ambicios o México no logran.

Por supuesto, apenas unos pocos países del subcontinente adhieren a la receta. Ello no obsta para que, en verdad, la mayoría de los operadores prefiera fijarse en los tipos de interés norteamericanos, no en las ideologías locales. Al sur del río Bravo, otros analistas estiman que los mercados han descontado una rebaja de la tasa corta (quizá de 5,25 a 5% anual) para este trimestre y eso influye en los movimientos de fondos.

Allende el Atlántico, expertos de la banca suiza Julius Baër –consultados por Wharton@Knowledge- no descartan un horizonte opuesto.”Si la Reserva Federal mantiene esa tasa o suben las largas en ese mercado, habrá movimientos especulativos de capital desde las economías en desarrollo hacia bonos norteamericanos. Eso incluye Latinoamérica”.

Otro grupo de analistas vincula la región con España. Esto refleja las estrategias de diversificación geográfica y sus efectos en las empresas, a las que ponen en posición favorable para hacer frente a cualquier sacudida de los mercados financieros. En verdad, Latinoamérica les depara niveles cada vez mayores de actividad en la economía real o sus servicios. Inversiones como las realizadas por Telefónica de España o Banco Bilbao Vizcaya Argentaria significan acceso a millones de clientes y usuarios potenciales.

Al presente, América latina crece por encima de sus medias históricas, en un contexto de expansión mundial moderada. Verbigracia, el Fondo Monetario Internacional estima que el crecimiento del producto bruto interno (PBI) real ha promediado 4,75% en 2006. Por ende, el trienio 2004-6 marca la mayor cota desde los años 70. Para 2007, la entidad presume alrededor de 4,3%, cifra algo conservadora.

La región avanzó a razón de 2,2% anual promedio en 1995-2003, un lapso arbitrario, con 13,2% anual de inflación primaria. En 2004, el PBI ganó 5,7% y la inflación cedió a +6,5%. En 2005, las cifras respectivas fueron 4,4 y 6,3%. Esos números y los de 2006 les restan peso a los temores políticos de Siegel.

Varios analistas españoles califican de excepcionales las condiciones del área. A diferencia de períodos anteriores, la expansión es ordenada, igual que los indicadores macroeconómicos. La inflación está controlada, el salario real mejora y algunos países tienen superávit fiscal, comercial o ambos. En general, la estructura del endeudamiento público es más sólida, no hay presiones cambiarias y las instituciones financieras son más firmes.

Este diagnóstico es compartido por el experto peruano David Tuesta. “En términos macro, el cuadro es muy positivo. Ante todo, hay claras tendencias a baja inflación. Ello resulta de bancos centrales más autónomos y mejores políticas fiscales. En algunos casos, el crecimiento deriva de reformas efectuadas antes de 1995; en otros, éstas son posteriores a 2000.”

En lo atinente a ciertos países, el FMI es cauto. Respecto de México, por ejemplo, ha disminuido de 3,5 a 3,3% el cálculo de crecimiento para 2007, porque también afloja el de Estados Unidos. No obstante, mantiene 4% para Brasil y ubica en 6% el pronóstico para Argentina. Al respecto, cabe recordar que el FMI preveía 7% para 2006 y la cifra al final fue 8,5%.

Durante este año, pues, el crecimiento latinoamericano estará expuesto a cuanto ocurra en el resto del mundo especialmente si hay más problemas geopolíticos como los actuales. Habrá matices. Así, México, Centroamérica y el Caribe sufrirán si la economía estadounidense se frena más de lo supuesto.

El FMI y el Banco Mundial –contra la RF- apuntan a un posible deterioro en los mercados especulativos mundiales. Por ahora, los precios de bonos soberanos en Latinoamérica, aunque algo bajos (salvo los argentinos), continúan por encima de los históricos pisos registrados hace algunos años. Parte del efecto amortiguador se debe a la liquidez en los mercados centrales. Pero cualquier baja abrupta de esa liquidez o un cambio repentino en la percepción de riesgo entre los inversores generará entornos operativos muchos menos favorables.

Sin embargo, ambas instituciones y el Banco Interamericano de Desarrollo subrayan que “la región es menos vulnerable que en años anteriores, a raíz de mejores resultados financieros, superávit en cuenta corriente –algo que Estados Unidos está a eones de tener- y deudas mejor estructuradas”. Empero, el FMI insiste en aperturas y reformas recomendadas por los mercados especulativos. Como Siegel, la entidad sostiene que “Latinoamérica se retrasa respecto de otras zonas en desarrollo más favorables a los capitales”. Por supuesto, sus analistas se desvelan por los efectos a mediano plazo de “políticas nacionalistas en materia de combustibles lanzadas por Bolivia, Ecuador y Venezuela”. El Fondo no menciona que Saudiarabia tiene sistemas similares.

Las tres entidades citan tres áreas necesitadas de reformas. Primero, impuestos y aduanas (se recauda poco y eso afecta los presupuestos). Pero la relaciòn entre ingresos tributarios y PBI no es tan dramática: 23% en 2005, contra 26% en el conjunto de economías en desarrollo. Segundo, se requieren sistemas políticos más estables y menos corruptos o clientelistas. A menudo, el crecimiento queda comprometido por estados débiles, cuyos poderes judiciales son frágiles, toleran la delincuencia organizada, la evasión fiscal o los sectores en negro.

En tercer lugar, estas instituciones sostiene que varias economías deben encara reformas que generen sistemas financieros solventes en los sectores público y privado. Pero algunos analistas agregan un matiz poco simpático al FMI: librar a la región de la inequidad social. Cuando se trata de pobreza, hay situaciones extremas (Haití, Guatemala, Paraguay, las ex Guayanas), si bien las tasas medias están bajando. En 2006, es probable que más de 205 millones de personas viven bajo el umbral de pobreza (dos dólares diarios) y eso equivale a 38,5% del total de habitantes.

Pero los extremadamente pobres (menos de un dólar por cabeza) ascienden a 79 millones, o sea 14,7%. Recientes sucesos en villas miseria de San Pablo y Río de Janeiro subrayan una situación que azota al país más grande y poblado de la zona, pero no es única. Por el contrario, Argentina y Venezuela están mejorando sus indicadores sociales, algo que el próspero Chile o el ambicios o México no logran.

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