Francois Balloux, un microbiólogo de University College, Londres, es uno de los muchos científicos que están investigando las propiedades y genética del nuevo coronavirus. “Va a llevar algunos años, en el peor de los casos unos diez, para que el virus deje de ser grave y se convierta en una simple gripe”. Según él, lo único que se puede decir con certeza es que “el virus se quedará entre nosotros. No nos vamos a librar nunca más del SARS-CoV-2”.
Aunque el nuevo coronavirus circula desde hace poco tiempo ya es uno de los patógenos mejor analizados de todos los tiempos. Los investigadores han decodificado más de 50.000 secuencias genómicas y las subieron a un banco global de datos llamado GISAID (Global Intiative on Sharing All Influenza Data). Con ayuda de esa secuencia de genes los expertos están investigando qué puntos del patógeno podrían ser vulnerables a drogas o vacunas. También están analizando cómo está cambiando el SARS-CoV-2 y cómo se propaga el virus.
Los primeros genomas datan de diciembre 2019 en Wuhan, China. De ahí, el árbol familiar se abre en cientos de ramas, cada una marcando una o más mutaciones en el genoma del patógeno. “Casi todas son insignificantes y no tienen efectos sobre la contagiosidad o gravedad del virus, pero nos dan una idea de cómo se propaga el virus”, dice Richard Neher, de la Universidad de Basilea.
En promedio, los expertos registran dos mutaciones por mes en cada rama del árbol familiar del virus. La mayoría son las que llaman “silenciosas” y no tienen efectos sobre las propiedades del virus. Pero otras se destacan y eso es lo que interesa a los científicos.
Un equipo de investigadores guiados por Bette Korber en el Los Alamos National Laboratory (Estado de Washington) dice que la mutación apareció a principios de febrero y desde entonces se difundió de manera “alarmante”. Los científicos sospechan que las mutaciones dan al virus una ventaja en solidez evolutiva con respecto al virus original en Wuhan. El número de agujas es cuatro a cinco veces mayor (recuérdese la forma del coronavirus: una pelota con agujas). Y ese es el requisito ideal para la propagación rápida.
De todas maneras hay incertidumbres sobre si eso significa que el virus se vuelve más infeccioso de lo que ya es.
La única manera de especular sobre el futuro del SARS-CoV-2 en este momento es observar la conducta de otros virus. El virus del SARS, que dejó 800 víctimas en todo el mundo entre 2002 y 2003, perdió una pequeña parte de su genoma durante la epidemia, y eso lo debilitó. “La virulencia también se puede perder durante la adaptación a los humanos