Por Danila Terragno<br />
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“<em>De ahora en adelante, el Mundo se dividirá en rápidos y lentos</em>.”, sentenció Alvin Toffler hace ya 19 años en su libro El cambio del poder. Pronosticaba de esta forma el reemplazo de las dicotomías que se planteaban hasta entonces –países ricos y pobres, capitalismo y comunismo, Norte y Sur– por esta nueva clasificación, que para los países menos desarrollados podía implicar una profundización de su exclusión mundial (si mantenían sus economías lentas y primarias), o bien una renovada posibilidad para acoplarse a los países más desarrollados en la generación de riqueza y poder (si aceleraban su reacción y acompañaban la demanda global).<br />
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<em>“En las economías rápidas,</em>”, explica Toffler, <em>“la tecnología avanzada acelera la producción. Pero esto es lo menos importante. Su ritmo viene determinado por la velocidad de las transacciones, el tiempo necesario para tomar decisiones (en especial con respecto a inversiones), la velocidad a la que se crean las nuevas ideas en los laboratorios, el ritmo al que se aplican en el mercado, la velocidad de los flujos de capital y, sobre todo, la velocidad con la que los datos, la información y el conocimiento fluyen a través del sistema económico. Las economías rápidas generan riqueza –y poder– más de prisa que las lentas”</em>.<br />
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<strong>El club de los rezagados</strong><br />
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Salvo contadas excepciones –como en el sector agroindustrial, que tanto en el plano estatal como privado reaccionó rápido en la adopción de nuevas tecnologías–, la Argentina tiende a ubicarse en el casillero de los rezagados y no en el de los <em>first movers</em>. Incluso con respecto a países vecinos, como ilustra la Dra. Graciela Ciccia, experta en innovación y desarrollo tecnológico y directiva de Fundación Mundo Sano: “Mientras que Brasil ha alcanzado 1% de inversión del PIB en ciencia, tecnología e innovación (CTI), y Chile está en el orden de 0,75%, la Argentina no logra superar la barrera de 0,54%, nivel que se alcanzó en los años 90 cuando se pasó de 0,3% a 0,5%”. El desafío que se ha planteado el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva es llegar a 1% el año que viene.<br />
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Si bien mejor posicionados que la Argentina, los países vecinos a su vez también están rezagados con respecto a otros países emergentes. En un informe publicado por el Banco Mundial titulado “Innovación en la Argentina”, la oficina del economista en jefe para América latina y el Caribe muestra cómo los países latinoamericanos están a años luz de alcanzar los niveles de inversión en CTI de Corea, Israel, Finlandia, China e India.<br />
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El caso de la República de Corea es tal vez el más sorprendente que, con 6.295 patentes otorgadas en EE.UU. en 2007, ocupa el cuarto lugar solo después de Estados Unidos, Japón y Alemania.<br />
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Tomando como medida de éxito de la innovación la cantidad de patentes otorgadas por el registro de patentes de EE.UU., el informe del Banco Mundial concluye que “la Argentina tiene una deficiencia histórica de alrededor de 80%”. <br />
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Contrasentido económico</strong><br />
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Según el citado informe, “gran parte de la creciente brecha entre países pobres y ricos se debe no a diferencias en las inversiones de capital, sino a los avances en el área tecnológica.” El informe resalta el gran costo de oportunidad en el que se incurre por no innovar, teniendo en cuenta que la rentabilidad económica que arroja la I+D en países con ingresos similares a los de Argentina alcanzan niveles de hasta alrededor de 55%.<br />
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Es habitual que se cargue al Estado con la responsabilidad por los atrasos en innovación, pero es interesante notar que en la Argentina la mayor parte de la inversión en CTI está a cargo del sector público, mientras que en países desarrollados o emergentes bien posicionados, la ecuación es exactamente a la inversa: el sector privado invierte 2/3 del total en CTI, mientras que el sector público invierte 1/3.<br />
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Por supuesto que influyen las políticas de promoción e incentivo –que son responsabilidad estatal–, en despertar el interés del sector privado. Pero, con vistas a la rentabilidad que podría obtenerse, ¿por qué no hay más iniciativa para la innovación en el sector privado?
<strong>Releyendo a Drucker </strong><br />
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El rol primordial en la innovación que cumplen tanto los <em>entrepreneurs </em>como los <em>intrapreneurs </em>(en las grandes empresas) fue una de las obsesiones del “padre del management” Peter Drucker. En Tiempos de desafíos – tiempo de reinvenciones, que escribió junto con Isao Nakauchi, Drucker es enfático: <br />
<em>“Sabemos, primero, que enfrentamos dos desafíos paralelos pero separados. Necesitamos nuevos empresarios que puedan iniciar negocios al margen de las compañías establecidas. (…) Necesitamos gente como Honda, como Morita Akio de Sony, y muchos otros: la gente que creó la economía y la sociedad japonesa de hoy, y que lo hizo levantando empresas al margen del sistema existente. También es necesario que incorporemos a las empresas existentes la capacidad de innovar. Si estas no aprenden a ser emprendedoras e innovadoras, enfrentaremos grandes trastornos sociales”</em>.<br />
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Para cuando escribió este libro, Drucker ya había llegado a sus conclusiones. Hacía 22 años, cuando publicó <em>Innovation and Entrepreneurship</em>, la curiosidad lo había llevado a buscar las razones detrás de un misterio que plantea al inicio del libro: ¿cómo puede ser que en Estados Unidos entre 1965 y 1985 –con inflación, crisis del petróleo, despidos masivos en el Gobierno y en algunas industrias– se crearan 40 millones de empleos nuevos? La respuesta, por supuesto, estaba en el título. <br />
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<strong>Prioridades </strong><br />
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El Gobierno nacional, a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, puso el foco en algunas industrias y en septiembre de 2008 obtuvo $150 millones del Banco Mundial para el Programa para Promover la Innovación Productiva. Dicho programa apoya la expansión de la capacidad argentina de generar innovación productiva en la industria del conocimiento, por medio de la creación de capital humano altamente calificado y de nuevas empresas basadas en el conocimiento; de la mejora de la infraestructura de investigación y del fortalecimiento de la estructura regulatoria general; y del fomento de la colaboración privada-pública en áreas prioritarias de las tecnologías de la comunicación y la información (TIC), la nanotecnología y la biotecnología. <br />
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<strong>Emprendedores e innovación</strong><br />
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En noviembre de 2008, <em>Mercado </em>estuvo presente en la entrega de premios Naves que organiza anualmente el IAE de la Universidad Austral. De los 160 proyectos que se presentaron a la competencia, cuatro resultaron ganadores. El primer y el segundo premio fueron para emprendimientos en las áreas de nanotecnología y biotecnología respectivamente. En la categoría social, se premió un proyecto TIC. <br />
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Por supuesto que esto no puede ser resultado del programa de promoción nacional lanzado solo dos meses antes, pero sí demuestra que hay un germen de innovación en esas áreas que no por nada fueron elegidas como prioritarias. Otra institución que premia emprendimientos universitarios con base tecnológica y potencial para la internacionalización es Nexo Emprendedor del Santander Río. En 2007, los cinco premios otorgados estaban vinculados con las áreas prioritarias de tecnología.<br />
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Siguiendo el razonamiento de Drucker, se necesitan más emprendedores para lograr resultados extraordinarios en los mercados, a pesar de las crisis y de las ineficiencias estatales. Si además estos emprendedores surgen de las áreas con mayor potencial futuro, más cerca se estará de lograr la velocidad que pregona el otro gran gurú y futurólogo, Toffler.<br />
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<strong>Grandes empresas e innovación </strong><br />
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Si bien Drucker insiste mucho en el rol clave que juegan los emprendedores, le asigna igual importancia a la innovación que se genere dentro de las empresas establecidas. ¿Existen sectores en la Argentina donde se estén generando procesos de innovación dinámicos? <br />
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El informe del Banco Mundial, <em>Innovación en Argentina,</em> analiza cuáles son los sectores que producen la mayor proporción del total de patentes del país en relación con la proporción de esos sectores en las patentes registradas a escala mundial. Para este fin, utilizando datos de patentes de cada sector construye lo que denomina índice de “ventaja comparativa revelada.” Cuando un determinado sector tiene un valor mayor que uno en este índice, significa que el país tiene una ventaja comparativa en materia de innovación en ese sector. <br />
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Vemos así que la Argentina tiene ventajas comparativas en innovación, principalmente en equipamiento agrícola y de procesamiento de alimentos, algunos productos químicos, maquinaria eléctrica y equipos de construcción y mineros. <br />
Los desarrollos tecnológicos más significativos en las áreas prioritarias definidas por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva –recordemos: biotecnología, nanotecnología y TIC– se dan en las grandes empresas asociados a estas industrias en las que el país presenta ventajas comparativas. <br />
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La mayoría de las más de 80 empresas biotecnológicas argentinas se dedican a dos actividades: productos biotecnológicos para la salud humana y semillas. Las empresas o bien son Pyme, alrededor de un invento o dos, o empresas grandes que no se dedican exclusivamente a la I+D en biotecnología.<br />
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Según una investigación que realizó el INTI en 2003, más de 80% de las empresas del sector son de origen nacional, dentro de las cuales la mayoría opera como empresa independiente y otras –las más grandes– pertenecen a grupos económicos. En general, las firmas nacionales de tamaño medio desarrollan además de productos biotecnológicos, otras actividades como la producción de semillas o medicamentos convencionales y tienen una clara inserción internacional. En cambio, las firmas locales más pequeñas acotan la actividad económica al negocio biotecnológico. En cuanto a las subsidiarias de empresas multinacionales se destacan en la adaptación al medio local de los desarrollos realizados por su casa matriz. La investigación muestra cómo estas empresas tienen una fuerte vocación innovadora: la inversión en I+D sobre ventas en 2003 era de 5,3%, ampliamente superior al promedio de todas las actividades de la industria nacional en su conjunto, que representaba 0,26%.<br />
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En el caso de la nanotecnología, el sector se encuentra en un estadio anterior de evolución. Son alrededor de 20 empresas, mayormente Pyme encabezadas por profesores y estudiantes, muy vinculadas a las universidades y a los programas estatales. Las aplicaciones industriales van desde recubrimientos que evitan la corrosión del acero –como el que desarrollaron y patentaron en forma conjunta el Conicet y Siderca recientemente–, hasta piezas para futuras generaciones de satélites, como las que diseña el equipo de Maximiliano Fischer, un ingeniero aeronáutico egresado de la Universidad Nacional de La Plata, quien aprendió microtecnología en universidades estadounidenses.<br />
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El sector de las TIC es más abarcativo que los anteriores, incluyendo cientos de empresas –desde Pyme que desarrollan software especializado hasta grandes empresas que automatizan procesos. Desde sistemas de trazabilidad, bases de datos, medios de pago electrónico, hasta sensores remotos, simulación y modelización robotizada, las empresas del sector TIC aumentan la productividad de las otras industrias. Para potenciar la innovación siguiendo el modelo de Silicon Valley, en los últimos años los Gobiernos provinciales y municipales están promoviendo ciertas áreas para el desarrollo de polos tecnológicos. Los hay en Tandil y en Córdoba, y de manera incipiente en Parque Patricios en la Ciudad de Buenos Aires.<br />
Los pasos están dados. La pregunta que queda por responder es si la marcha será rápida, asumiendo riesgos y aprovechando oportunidades; o si será lenta, con trabas burocráticas y recelos para la cooperación. De la velocidad que se le imprima a las áreas tecnológicas que han sido detectadas como prioritarias –tanto por el sector público como por el privado–, dependerá el lugar de la Argentina en el mundo. <br />
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Desafíos a la innovación en la Argentina</strong><br />
• En la Argentina el gasto de las empresas en investigación y desarrollo es de 0,14% del PBI, mientras que en Brasil es de 0,36% y en Chile de 0,3%.<br />
• En la Argentina el gasto de las empresas en La industria de capital de riesgo es de US$ 25 millones comparado con US$2.000 millones en España.<br />
• En la Argentina el número de investigadores por millón de habitantes es de 768 en la Argentina, menor que en Chile (823) y más aún que en Australia (4.098) o Canadá (3.921), países que han exitosamente agregado valor a sus recursos naturales.<br />
• En la Argentina la industria de tecnología de información y comunicación prevé un déficit de 19.000 trabajadores calificados en el sector para los próximos cinco años.<br />
Fuente: Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva.