Obama enfrenta la otra crisis

El riesgo que plantea el cambio climático es de una magnitud diferente y mucho mayor al del marasmo financiero, como así también serán las consecuencias de manejarlo mal o de ignorarlo. EE.UU. tiene una oportunidad única de actuar sobre la realidad y de sentar las bases para una nueva ola de crecimiento basado en tecnologías para una economía de bajo carbono.

27 abril, 2009

Hasta hace poco, parec&iacute;a imposible imaginar que las naciones m&aacute;s poderosas del mundo se unieran para enfrentar el calentamiento global. Al Protocolo de Kioto, firmado en 1997, se le encontraban cada vez m&aacute;s defectos. Ni siquiera los pa&iacute;ses que lo hab&iacute;an firmado lograban las metas de reducci&oacute;n de emisi&oacute;n de di&oacute;xido de carbono que se hab&iacute;an fijado. Estados Unidos ni siquiera lo hab&iacute;a ratificado. Los m&aacute;s grandes emisores del planeta, China e India, obtuvieron ese a&ntilde;o una especie de &ldquo;pase libre&rdquo; .<br />
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Sin embargo, a pocas semanas de asumir como presidente, Barack Obama dio vuelta la situaci&oacute;n y puso a su pa&iacute;s al frente del esfuerzo clim&aacute;tico internacional. Volvi&oacute; as&iacute; la esperanza de lograr un acuerdo internacional. Todd Stern, el negociador de Obama en este tema, ha prometido que Estados Unidos tendr&aacute; fuerte participaci&oacute;n en la negociaci&oacute;n de un nuevo tratado, a firmarse en Copenhague en el mes de diciembre.<br />
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La meta es que ese acuerdo implique algo m&aacute;s que reducir las emisiones de gases de invernadero e incluya mecanismos financieros para ayudar a los pa&iacute;ses en desarrollo a enfrentar el cambio clim&aacute;tico.<br />
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En esta oportunidad, la percepci&oacute;n de que Estados Unidos va en serio en esto ha generado entusiasmo en la diplomacia mundial. &ldquo;La lecci&oacute;n de Kioto es que si Estados Unidos no lo toma en serio, no hay motivo para que los dem&aacute;s lo hagan&rdquo;, dijo Bill McKibben, director de una fundaci&oacute;n ecologista.<br />
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Pero para llegar a un tratado global, habr&aacute; que superar numerosos obst&aacute;culos, en Washington y en todo el mundo. Las negociaciones mostrar&aacute;n hasta qu&eacute; punto est&aacute;n dispuestos los pa&iacute;ses &ndash; Estados Unidos incluido &ndash; a introducir cambios para abordar el cambio clim&aacute;tico en un momento de colapso econ&oacute;mico. <br />
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Treintaisiete pa&iacute;ses desarrollados, entre ellos Jap&oacute;n, Australia y naciones en la Uni&oacute;n Europea, ratificaron su apoyo al tratado en 1997, lo cual implicaba que aceptaban reducir o limitar el aumento de las emisiones de di&oacute;xido de carbono en determinadas cantidades. El ex Presidente George W. Bush, presionado por el Senado, rechaz&oacute; el acuerdo argumentando que pa&iacute;ses como China no se somet&iacute;an tambi&eacute;n a niveles obligatorios de emisi&oacute;n. China e India tampoco ratificaron el protocolo.<br />
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<strong>La mitad no ha cumplido</strong><br />
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De los pa&iacute;ses que firmaron, m&aacute;s de la mitad no va siquiera camino de cumplir con sus metas, de acuerdo con datos de Naciones Unidas del 2008. Es el caso de Alemania, Irlanda y Canad&aacute;.<br />
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Italia y Canad&aacute; dicen que con la debacle econ&oacute;mica les ser&aacute; dif&iacute;cil limpiar industrias para cumplir con las metas que se les adjudic&oacute; en Kioto. Otros dicen que es justamente ahora, cuando los pa&iacute;ses est&aacute;n listos para gastar enormes cantidades en estimular sus econom&iacute;as, el momento justo para crear conciencia global y combatir el calentamiento. <br />
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Pero China e India siguen siendo importantes emisores de di&oacute;xido de carbono. Para que el nuevo tratado sirva para algo, dicen quienes est&aacute;n en el tema, todas las naciones tendr&iacute;an que aceptar l&iacute;mites a las emisiones. &ldquo;Si una parte del mundo act&uacute;a y la otra no, esto en realidad no genera un beneficio clim&aacute;tico&rdquo;, se&ntilde;al&oacute; de Boer, responsable de organizar las reuniones de diciembre.<br />
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Es probable que los pa&iacute;ses desarrollados reciban metas num&eacute;ricas obligatorias, y que a aquellos pa&iacute;ses en desarrollo que fueron eximidos en Kioto tambi&eacute;n se les imponga metas.<br />
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Un tema m&aacute;s complejo es si los negociadores retendr&aacute;n el sistema de intercambio de cr&eacute;ditos de carbono que es clave en el Protocolo de Kioto, una especie de mercado global de commodities para el carbono. Ese sistema permite a los pa&iacute;ses desarrollados que producen m&aacute;s que la parte que les corresponde de emisiones, equilibrarla invirtiendo en proyectos de reducen las emisiones en otras partes, Esos proyectos podr&iacute;an incluir, por ejemplo, limpiar una planta alimentada a carb&oacute;n en China, plantar &aacute;rboles en &Aacute;frica o convertir bosta de cerdos en electricidad en los Pa&iacute;ses Bajos.<br />
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El nuevo tratado, dicen expertos, deber&aacute; ir m&aacute;s all&aacute; de las emisiones industriales para abarcar tambi&eacute;n actividades como el transporte a&eacute;reo, una de las grandes fuentes de emisi&oacute;n de carbono.

<strong>Un nuevo modelo de capitalismo</strong><br /> <br /> Para Jeffrey Sachs, director del Earth Institute de la Universidad de Columbia, “el presidente Barack Obama se propone realizar un impresionante acto de malabarismo político: convertir la crisis económica en el desencadenante de una nueva era de desarrollo sostenible.”<br /> <br /> En un reciente ensayo dice que “El nuevo presidente no ha dejado pasar una sola oportunidad para hacer notar que la crisis económica no demorará, sino más bien acelerará, la muy necesaria transformación para la sostenibilidad. <br /> <br /> El paquete de estímulo fiscal sentará las bases de una reforma general que seguramente tomará una generación y abarcará el sector energético, la eficiencia energética de los edificios, el transporte público y privado y mucho más. En estos esfuerzos, Estados Unidos está rezagado treinta años con respecto al resto del mundo. Sin embargo, con la pericia tecnológica del país y el compromiso fundamental de su presidente, seguramente podrá dar un salto y pasar a la vanguardia.”<br /> <br /> Luego de analizar y valorar el equipo presidencial en el tema del ambiente (“cuenta con un equipo de asesores científicos y tecnológicos de primera línea, integrado por dos Premios Nobel (Steven Chu y Harold Varmus) y líderes consagrados en clima, energía, ecología y tecnologías de última generación”), Sachs hace la afirmación más rotunda:<br /> “La ideología del mercado libre es un anacronismo en una era de cambio climático, estrés hídrico, escasez de alimentos e inseguridad energética. Los esfuerzos público-privados para orientar el rumbo de la economía hacia un puerto tecnológico seguro serán la consigna de la nueva era. En consecuencia, lo que está tomando forma es nada menos que un modelo de capitalismo para el siglo XXI, comprometido con el doble objetivo del desarrollo económico y la sostenibilidad y organizado para orientar las tecnologías hacia la consecución de estas dos metas.”

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