<p><strong>Desde la isla</strong></p>
<p>Para quienes prefieran alojarse en la isla, hay docenas de alternativas, en todos los barrios y de todos los precios. Comenzando por lujosos 5 estrellas con todos los servicios imaginables.<br />
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Pero abundan soluciones de muy buen gusto, precio razonable y excelente ubicación.<br />
Una de ellas es el hotel Jen (representación del ideograma que encierra el concepto de amor y buena voluntad), con una excelente vista del puerto Victoria desde el distrito occidental.<br />
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Allí es donde se alojó inicialmente la delegación periodística que visitó Hong Kong. En medio de una tradicional zona de negocios y restaurantes, es un sinónimo de elegancia en sus 28 pisos con 280 habitaciones (por diseño y espíritu, el equivalente al hotel boutique nuestro). Con un bar mirador desde el último piso con vistas envidiables y con precios razonables para un turista argentino. (Jen forma parte de la red de World Hotels y se pueden hacer averiguaciones y reservas en Buenos Aires, 011 5252 1011).<br />
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Una elección difícil</strong></p>
<p><strong>Hitos que el visitante no puede dejar de ver</strong></p>
<p>Los expertos en vinos le llamarían un curioso blend. La gravitación enorme de 150 años de poder británico, combinado con la ancestral cultura china de miles de años, convierte a Hong Kong en un raro crisol, de fascinantes resultados que da gusto observar.</p>
<p><img src="../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1102_19_3.jpg" alt="" /> </p>
<p>Como ayuda, el turista puede recurrir a las divisiones geográficas. De un lado está la isla de Hong Kong, otras 160 islas (algunas de gran tamaño como la de Lantau), y finalmente la península de Kowloon y los llamados “nuevos territorios” que llegan hasta el límite con la República de China. <br />
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Este año, en los primeros nueve meses, de enero a septiembre, habían ingresado más de 21 millones de visitantes (2,8% menos que a igual fecha del año pasado). Casi 13 millones venían de China comunista. Cerca de cinco millones de distintos países de Asia. De todo el continente americano, 1.120.000 turistas (especialmente de Estados Unidos y Canadá). <br />
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Esa es la razón por la que el Board de Turismo de la isla redobla sus esfuerzos para captar turistas de otros destinos, como el Cono Sur.<br />
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Si se comienza la recorrida turística desde la propia isla de Hong Kong, es preciso decir esto: a) el color dominante es el verde, ya que la vegetación es extensa; b) hay zonas montañosas, de baja altura (no más de 500 metros) desde cuyas cimas se advierte todo el litoral, el puerto y el mar circundante; c) la inmensa concentración de edificios y de personas se da especialmente en la costa, en la zona del puerto de Victoria, pero además en todas las localidades vecinas al agua.<br />
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Para los turistas latinoamericanos hay una atracción capaz de hacer olvidar a las demás. Los numerosos mercados callejeros y las calles comerciales, donde los negocios están pegados unos a otros. Un recorrido por Ladies Market, Graham St. Market, el mercado de las flores o el de los pájaros, las calles de Kowloon abarrotadas con comercios que despachan todo tipo de productos electrónicos. En algunos, con el privilegio del regateo.<br />
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Es agotador el paseo –que insume horas– a la caza de relojes, carteras, remeras o cualquier indumentaria, todo de marca, aunque casi siempre sean réplicas.<br />
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Para descansar, nada como tomar un barco (hay un hermoso junco, réplica de las embarcaciones del siglo 19) y pasear lentamente algo más de 20 minutos –saboreando una copa– por todo el puerto. Desde las 20 horas, todas las noches. <br />
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Es un espectáculo inolvidable. Animados por la música que escucha el visitante, los edificios de ambos lados del Victoria Harbour (de la isla y de Kowloon) “hablan” de múltiples maneras a través de juegos de luces. Algunos rascacielos, más atrevidos, disparan flechas de rayos láser que al impactar, ponen en marcha respuestas y contrapuntos.<br />
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Por la mañana, hay otro destino imperdible. Subir el monte Victoria. Un lugar que durante muchos años fue residencia exclusiva de funcionarios y comerciantes ingleses. Y que hoy hospeda a los numerosos millonarios de Honk Kong. No hace falta ir en automóvil.<br />
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La mejor manera es el viejo sistema del tramway (en verdad, un tranvía impulsado por un cable), cuya instalación data de 1885. El pico Victoria tiene más de 500 metros, con sus laderas cubiertas de bosques espesos. La vista es soberbia. Todo el litoral a lo largo de varios kilómetros puede escudriñarse desde el mirador.<br />
Hacia el atardecer, especialmente si se está cansado de fatigar otra vez mercados populares, lo mejor es embarcarse hacia la isla de Lamma a 30 minutos de distancia por ferry. Es el lugar ideal para probar todo tipo de mariscos, incluso previa selección que puede hacer uno de sus preferencias. Los moluscos y crustáceos están todos en piletones de agua fresca que se remueve constantemente. A pesar de las prevenciones, los costos en moneda local son accesibles incluso para los bolsillos de los que ganan en pesos.</p>
<p><strong>Ngong Ping y el Buda gigante</strong><br />
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La isla de Lantau, la más grande del archipiélago, tiene dos atractivos complementarios. Primero un viaje de 25 minutos en cable carril que cruza un brazo de mar, permite observar el nuevo aeropuerto internacional, trepar empinadas colinas para terminar su recorrido cuando tiene a la vista la estatua de Buda de Tian Tan (muchas de las cabinas del cable carril tienen piso de vidrio, lo que permite una visibilidad notable). <br />
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La segunda atracción es el Buda gigante de casi 30 metros y 200 toneladas, que se alza sobre una elevación que domina el monasterio budista de Po Lin. Seguramente para no molestar a los monjes hay también una especie de villa con atracciones y variedad de negocios y restaurantes.</p>
<p><strong>Toronto, la escala placentera</strong></p>
<p>Desde Buenos Aires, una de las maneras de arribar a Hong Kong es vía Toronto (con escala en Santiago de Chile) utilizando los servicios de Air Canada (que por cierto tiene una business class ultramoderna y muy confortable).<br />
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Como hacer todo de un tirón insume más de 30 horas, lo mejor es hacer una escala de uno o más días en Toronto, circunstancia contemplada por la aerolínea. <br />
Aunque la parada sea breve, habrá tiempo suficiente para ascender a la Torre CN, presencia emblemática para la ciudad, con una altura de 553 metros. Se sube en un ascensor de vidrio que dejar ver cómo crece la ciudad a medida que se asciende. Arriba hay un restaurante excelente que gira lentamente, 360º, mientras uno almuerza o cena, con lo que la vista cambia constantemente.<br />
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Vale la pena echar un vistazo a la Casa Loma, un castillo de 98 habitaciones, con torres y con túneles misteriosos. Es imperdible el mercado St. Lawrence. La arquitectura está logrando marcas excepcionales. Los restaurantes abundan y son de primera calidad.</p>
<p>Fue una de las más obvias consecuencias de la Guerra del Opio. Los británicos compraban de todo lo exótico que encontraban en el viejo imperio chino. Pero a los chinos nada occidental parecía interesarles. En consecuencia, y en términos económicos de hoy, había déficit comercial para los comerciantes de Inglaterra.<br />
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Era preciso encontrar un producto que los chinos quisieran comprar y estuvieran dispuestos a pagar bien por él. Desde los campos de cultivos de la India, los comerciantes y aventureros británicos inundaron China con opio.<br />
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Cuando el Gobierno de Pekín reaccionó, hubo que mandar la flota a “negociar”. Tras el armisticio, en 1841 la bandera de la Union Jack comenzó a flamear en una isla pequeña al sur de la provincia de Canton.<br />
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Así comenzó la colonia de Hong Kong. La rapiña fue oficializada por los posteriores tratados de Nanking en 1842 que cedieron la isla en perpetuidad a la Corona británica. En 1860, tras otra “guerra”, los chinos cedieron todas las islas alrededor de Hong Kong y la península de Kowloon. Finalmente en 1898, los británicos consiguieron la cesión de los “nuevos territorios” por un plazo de 99 años.<br />
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Entonces comienza la historia moderna de la posesión colonial. Con una superficie de 1.100 km2 era más fácil desarrollar actividades económicas que en los 80 km2 originales de la isla de Hong Kong (la ciudad de Buenos Aires tiene una superficie de 202 km2).<br />
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Hasta después de la Segunda Guerra Mundial (luego de una breve ocupación japonesa) la colonia crecía regularmente, con inmigrantes de la China continental (especialmente después de la Revolución de 1911 y de la toma del poder por los comunistas en 1949) y de otras partes de Asia –como India, Singapur y Filipinas–.<br />
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El embargo comercial contra la China comunista obligaba a buscar nuevos destinos. Así apareció una poderosa fuerza industrializadora, comercial y exportadora, que insinuaba lo que luego se llamaría el milagro de los tigres asiáticos, capaces de crecer a tasas no conocidas.</p>
<p><strong>Una nación, dos sistemas</strong><br />
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Finalmente, la hora de la verdad llegó en 1997. Tras arduas negociaciones, Gran Bretaña acordó el traspaso del poder a Beijing. Pero se convino un régimen especial. Una sola soberanía y dos sistemas. Hong Kong era parte de China pero retendría un estatus especial hasta 2047 (región administrativa especial), en que pasará a ser otra dependencia administrativa de la república.<br />
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Mientras tanto sigue siendo un enclave capitalista de excepción con amplios márgenes de autonomía y con un gobierno local que más parece el directorio de una sociedad anónima.<br />
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Está considerado uno de los lugares con mayor libertad económica del mundo. Existe una gran facilidad para establecer empresas en el territorio y para mover dinero de Hong Kong al exterior. Estas facilidades económicas, unidas a la existencia de un sistema legal de origen británico muy escrupuloso en el respeto de la propiedad privada, sentaron las bases del actual crecimiento.<br />
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Unos años antes del traspaso a China, hubo una fuga masiva de capitales y millares de emigrantes iniciaron una nueva vida en Canadá, Australia, Gran Bretaña (tenían pasaportes británicos) provocando oleadas de inversiones en distintas actividades.<br />
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Pero ahora, el temor ha desaparecido. Muchos han vuelto. Y la economía del enclave disfruta de una prosperidad nunca antes conocida.<br />
No hay ya más industria (esa actividad queda para los hermanos del continente). Hong Kong es el gran vendedor en todo el mundo, el gran importador (para el resto de China), un poderoso centro financiero internacional, campeón en el campo de los servicios. Pero además ha logrado consolidarse como centro turístico de excepción.<br />
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La economía se centra en el sector de servicios, que representa 88% de la actividad económica en Hong Kong. Los servicios financieros son una de las áreas principales. La bolsa de la isla es el segundo mayor mercado de valores de Asia, solo por detrás de la bolsa de Tokio (y el séptimo del mundo). El PBI per cápita es de US$ 38.000, el mayor de Asia y el quinto del mundo.<br />
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Aunque la distribución del ingreso no es tan armoniosa como podría suponerse. No hay otro lugar en el mundo con tan alta concentración de millonarios.</p>
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<p><strong>Arte y cultura</strong><br /><br />El cantonés es el dialecto más extendido entre la población china de Hong Kong. La lengua hablada en el entorno familiar es cantonés vernáculo más o menos puro. El inglés, hablado por la comunidad de origen extranjero y parte de la población china, es un idioma oficial junto al chino.<br /><br />En Hong Kong se practican todas las religiones tradicionales chinas. El culto a los ancestros es predominante, mientras que el cristianismo es practicado por 10% de la población. La comunidad cristiana se divide a partes aproximadamente iguales entre católicos y protestantes. Se estima que hay también alrededor de 70.000 musulmanes en Hong Kong, y entre 2.000 y 3.000 judíos.<br /><br />Los habitantes de la ex colonia tienen una particularidad: por la influencia inglesa, son los más accidentalizados de Asia. Pero también son depositarios de una cultura y tradición china que supera a las de otras regiones del país del cual ahora forman parte.<br /><br />Ese rasgo explica el surgimiento de una fuerte cultura popular, con una industria cinematográfica pujante (aunque ahora en retroceso) y una intensa presencia musical. <br /><br />Alrededor de 95% de los habitantes de Hong Kong tienen ascendencia china Han. La población de origen europeo representa 1,5% del total. También hay una comunidad importante de origen indio que se estableció en el territorio durante la época colonial británica, y una gran comunidad filipina, formada sobre todo por mujeres jóvenes que trabajan como empleadas domésticas.</p> <p><strong>Arquitectura y escenario natural</strong><br /><br />Quien busque resabios de la vieja cultura china en la isla se sentirá frustrado. Acaso algunos templos de menos de 200 años de antigüedad (como el taoísta de Man Mo). Tampoco habrá premio para quien busque arquitectura colonial inglesa. Poco es lo que queda en pie.<br /><br />La escasez de territorio y la presión por espacio para oficinas y viviendas hace que los edificios busquen el cielo en franca competencia por ver quién mide más. Especialmente en el skykine de la costa.<br /><br />Porque a pesar de la alta densidad de población, Hong Kong es una de las ciudades con más espacios verdes en Asia. La mayor parte de sus habitantes reside en edificios altos de apartamentos, lo cual concentra a la población en las zonas urbanizadas, mientras la mayor parte del territorio consiste en parques y bosques. La cantidad de islas y las costas sinuosas dotan al territorio de muchísimas bahías y playas poco accesibles. <br /><br />Hay edificios de los años 60 y hasta de los 70, que ya están amenazados de muerte. Los desarrolladores, con tenacidad, los vacían, proceden a demolerlos, y en su lugar levantan atrevidas torres de enorme altura. Para muchos locales, la era de la gran arquitectura comenzó con Norman Foster y su edificio en el distrito Central para el HSBC. Allí se desató la emulación y la competencia. <br /><br />Hoy día, la isla de Hong Kong se ha convertido en una de las capitales mundiales de la arquitectura moderna. Tras la ciudad de Nueva York, Hong Kong es la segunda ciudad del mundo con mayor número de rascacielos. Gran parte de ellos se concentran alrededor del distrito Central de la isla.</p> <p><strong>Desde Kowloon</strong></p> <p> <img src="../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1102_19_3.jpg" alt="" /></p> <p>Si el visitante se aloja en la península de Kowloon, pero también cerca del agua de Victoria Harbour, la vista sobre el despliegue arquitectónico de la isla que está enfrente, es fascinante, especialmente de noche.<br /><br />La delegación periodística se alojó en el Harbour Plaza Hong Kong, un hotel cinco estrellas espectacular por su tamaño, su decoración y sus vistas. Desde el Waterfront Caffé, sobre la promenade por donde todo el mundo camina o hace jogging, se reconocen los principales atractivos de varios distritos de Hong Kong que están del otro lado del espejo de agua. Emplazado en Whampoa Garden (un viejo astillero) hoy la zona es favorita para sede de residencias y restaurantes del más alto nivel.<br /><br />El hotel tiene 506 habitaciones y suites, incluyendo dos suites presidenciales (70% de las habitaciones miran al mar).La superficie de los cuartos varía de 36 a 104 metros cuadrados. En el último piso hay una pileta de natación con bellísimas vistas de la ciudad, bar y el fitness centre. <br /><br />El hotel dispone de siete restaurantes, de distintas especialidades. Está emplazado estratégicamente, cerca de los ferries, de shopping centres, cafés y restaurantes.<br /><br />Según la época del año, el tipo de habitación y la existencia de ofertas especiales, los precios pueden ser accesibles. (Este hotel forma parte de la red de World Hotels y se pueden hacer averiguaciones y reservas en Buenos Aires, 011 5252 1011).<br /> </p><br />