lunes, 25 de noviembre de 2024

La política cambiaria perjudicó al agro

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Según índice que refleja el aumento de los precios de los commoditiesen comparación con la suba en los insumos necesarios para su obtención, el tipo de cambio real se retrotrajo a la antesala de la convertibilidad, en 2001.

Índices elaborados por Nicolás Bernabé y Nicolás Gatti, de UCEMA, demuestran que la competitividad del sector agropecuario posconvertibilidad se vio afectada notoriamente porque la emisión generada para mantener el tipo de cambio alto determinó aumentos de precios que más que compensaron la devaluación nominal inicial de 2002.

 

“Los argumentos del tipo de cambio alto para mantener la competitividad son difíciles de sostener, ya que por cada punto porcentual que un sector crece, el aumento de la cantidad de dinero genera un mayor impacto sobre la demanda, lo cual hace subir los precios de la oferta que se encuentra fija o creciendo a una tasa moderada”, argumentan.

 

En consecuencia, como Argentina tiene precios similares en dólares a los previos a la devaluación de 2002 en un contexto internacional de fuerte depreciación del dólar e inflación, el trabajo destaca que la expresión nominal en dólares no sería suficiente y se necesita evaluar los precios locales respecto de los internacionales. Es decir, obtener precios relativos definiendo conceptos similares al tipo real de cambio o términos de intercambio que permitan realizar esta comparación.

 

Se trata, en consecuencia de una aproximación al cambio observado en el tipo de cambio real que enfrenta gran parte de la producción argentina, ya que el mayor porcentaje de exportaciones es de bienes primarios y agroindustriales.

 

La obra “La competitividad del sector agropecuario argentino: evidencia para el período posconvertibilidad” contiene en la sección II la explicación de la metodología del índice de términos de intercambio. En la sección III, se presenta la construcción del índice de términos de intercambio nacional y se realiza una aproximación por provincia. Por último, en la sección IV, se concluye.

 

El planteo inicial de los autores es que la situación real de los términos de intercambio para Argentina desmejoró sustancialmente. En primer lugar, la suba del dólar fue lenta en buena parte del período bajo análisis, afirman, si bien reconocen que “es cierto que hubo un aumento importante en los precios internacionales de los bienes exportables”. Advierten, sin embargo, que los aumentos de precios de los insumos han sido muy superiores, deteriorando la competitividad del sector agropecuario.

 

La salida de la convertibilidad mediante una devaluación y los precios externos favorables han sido los factores que favorecieron la recuperación del sector agropecuario/agroindustrial en el país. No obstante, en el largo plazo, se regresó a la situación real de la salida de la convertibilidad.

 

En la medida que el desorden de precios relativos se fue diluyendo, el tipo de cambio nominal debería haberse apreciado, subrayan.

 

La evidencia presentada a partir de los índices sugiere que el tipo de cambio nominal ha permanecido artificialmente elevado y cuasi fijo producto de la emisión monetaria. Esta emisión monetaria redundó en aumentos generalizados de los precios de bienes y servicios no transables que terminó con la competitividad del sector.

 

La reticencia a liberar el tipo de cambio nominal implica que es necesario que haya un aumento de la productividad del sector no transable que morigere el aumento de precios generado por la política monetaria expansiva.

 

Introducción

 

El 2001 fue un punto de inflexión en la economía mundial y local. En septiembre el mundo se conmocionó al ver los sucesivos ataques terroristas sobre Estados Unidos. En diciembre, China ingresó a la OMC, y Argentina comenzó una crisis política y económica sin precedentes.

 

El ataque terrorista sobre una de las potencias mundiales generó una caída de actividad mundial, aunque el ingreso de China al mercado mundial incrementó la demanda de bienes de consumo. Para poder revitalizar la economía, Estados Unidos inició una etapa de política fiscal y monetaria expansiva que se fue sumando a la demanda China por bienes y activos.

 

En tanto, Argentina decidió realizar un default de su deuda, y luego abandonó el tipo de cambio fijo devaluando fuertemente su moneda.

 

En un corto lapso, el valor de la moneda cayó casi un 75% ocasionando graves consecuencias sociales; se intensificó la pobreza y aumentaron las protestas. Al mismo tiempo, luego de una recesión que se aproximaba a cumplir tres años, había una oportunidad para recuperar el terreno perdido.

 

Viento de cola

 

La situación mundial favoreció a la Argentina, ya que muchos de los bienes que el país exporta tienen como unidad de cuenta el dólar que se deprecia constantemente debido a la política monetaria expansiva de USA, y adicionalmente la demanda de nuevos actores como China.

 

El peso argentino depreciado fue una política económica que se caracterizó entre 2002 y 2008. Los argumentos esgrimidos para sostener una moneda devaluada fueron los siguientes: i) permite lograr ventajas competitivas para ciertos sectores de la producción nacional; ii) se favorece la sustitución de importaciones; iii) la acumulación de reservas internacionales es una herramienta para enfrentar la volatilidad de flujos de capitales que han producidos crisis cambiarias en países emergentes reiteradas veces.

 

Sin embargo, este incremento de la competitividad fue provocado por una devaluación nominal del peso. Esta mejora fue sólo transitoria dado que los precios de los productos no acompañaron inmediatamente la devaluación aunque, con el transcurso del tiempo, los aumentos compensaron plenamente la devaluación nominal.

 

Desde 2004 en adelante, el Banco Central compró dólares para esterilizar la emisión monetaria con el fin de lograr la estabilidad de precios.

 

Frente al temor de la pérdida de competitividad del tipo de cambio, se recurre a la emisión monetaria para mantenerlo nominalmente alto, situación que dilataría el reacomodamiento de precios hasta 2007, cuando comenzó a expresarse en inflación reprimida (Cavallo, 2008).

 

El debate actual sobre el tipo de cambio real se centra en cómo evitar una apreciación real del mismo. Sin embargo, este fenómeno no es inesperado, sino que es propio de una tendencia de largo plazo.

 

En este sentido, existen diversas explicaciones sobre el comportamiento del tipo de cambio real.

 

Rodriguez y Sjaastad (1979) mencionan que el tipo de cambio real no es un fenómeno monetario sino que al ser este un precio relativo, su nivel de equilibrio será determinado por los sectores reales de la economía, entre los que deben mencionarse la oferta de exportaciones, la demanda de importaciones y el flujo de la balanza internacional de capitales.

 

Asimismo, Rodriguez (1980) afirma que el flujo de comercio afecta tanto al nivel como a la evolución futura del tipo de cambio real.

 

Cualquier modificación en el tipo de cambio real es completamente predecible por los agentes económicos con lo cual se espera que estos ajusten las tenencias de su cartera de activos volviendo a la situación real original.

 

Mundlak (2000) señala que la apreciación del tipo de cambio real es un proceso natural del crecimiento económico. Si el producto transable es capital intensivo, baja su precio respecto del trabajo intensivo (no transable) con lo cual existe una tendencia a la apreciación del tipo de cambio real. Esto es cierto siempre y cuando ambos productos sean bienes normales y la magnitud de los cambios dependerá de la intensidad de uso de los factores y las elasticidades ingreso. En línea con lo anterior, Balassa (1964) y Samuelson (1964) señalan que el cambio tecnológico se da más rápidamente en la producción de commodities, principalmente transables, que en la producción de no transables. Si bien ambos autores trabajaron con datos de países desarrollados, existe nueva evidencia que permite extender estos resultados para países en desarrollo (Choudhri y Khan, 2005) y nueva evidencia para países desarrollados (Bahmani-Oskooee y Abm 2005; Egert, Halpern y McDonald, 2006).

 

Por otra parte, Harberger (2001) también argumenta que no siempre los aumentos de productividad están relacionados con una apreciación del tipo de cambio real. Esto es cierto cuando la productividad del sector transable es la que se incrementa y se puede hallar el resultado exactamente opuesto si el incremento en productividad ocurre sobre el sector doméstico.

 

En el trabajo, presenta evidencia para Argentina en los últimos años de la convertibilidad. El autor explica que en el país existe históricamente una reticencia a modificar el tipo de cambio nominal, con lo cual sostener la convertibilidad en equilibrio necesitaba de una mejora continua de la productividad del sector transable. La devaluación del dólar, la rigidez de los salarios y las presiones deflacionarias generaron un tipo de cambio real de equilibrio imposible de alcanzar mediante incrementos en la productividad lo que derivó en la salida de la regla monetaria.

 

Fernández y Fernández (2007) mencionan que ante la dificultad de sostener las restricciones al comercio en una economía globalizada, ha tomado cada vez más vigencia asociar la competitividad con una política dedicada a sostener un tipo de cambio real alto que genere el superávit primario para comprar el excedente de dólares que genera la cuenta comercial o simplemente para atender el servicio de la deuda.

 

Asimismo, ponen de relieve que la falta de coordinación en las políticas de metas de inflación entre países desarrollados y no desarrollados puede generar cambios en el tipo de cambio real.

 

Otra explicación complementaria sobre el comportamiento del tipo de cambio real proviene de los ciclos electorales. Streb, Lema y Garofalo (2012) presentan evidencia para los países de Latinoamérica y encuentran que los gobiernos posponen ajustes sobre el tipo de cambio real para después de las elecciones. Esto sugiere que existe una manipulación de la política monetaria que conlleva una pérdida de reservas de los bancos centrales de estos países.

 

Los desajustes de las devaluaciones generadas por los gobiernos derivan en depreciaciones del tipo de cambio real posterior a la cita electoral.

 

Desde el punto de vista de la firma, un comportamiento errático del tipo de cambio real afecta la rentabilidad de las empresas que producen commodities.

 

En este sentido, Peretti (1999) analizó la competitividad del sector agropecuario realizando comparaciones de márgenes brutos, para empresas de la zona núcleo-pampeana. Entre los resultados destaca que los precios relativos, y no otras medidas de competitividad, son los que influyen en la rentabilidad. Para el período post devaluación, Torres Carbonell et al (2009) menciona que el aumento generalizado de precios acumulado y la apreciación del tipo de cambio real generaron una caída en la rentabilidad de las empresas agropecuarias del sudoeste bonaerense.

 

Asimismo, los resultados empeoran si se considera la vulnerabilidad de las empresas agropecuarias que llevan adelante su actividad en ecosistemas frágiles.

 

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