En el boletín N° 15 del Observatorio de la Economía Mundial, Escuela de Economía y Negocios, Universidad Nacional de San Martín, Jorge Remes Lenicov, con la colaboración de Anahí Viola y Patricia Knoll, realizaron un ensayo sobre la pobreza y las metas del milenio, en el que destacan tres conclusiones: a) pese a las mejoras alcanzadas entre 2002 y 2008, la pobreza sigue siendo muy elevada en América Latina; b) el progreso ha sido menor para las mujeres, los jóvenes, los pueblos originarios y las poblaciones rurales; c) si bien mejoró la distribución (el Indice Gini pasó de 0,542 a 0,486 entre 2002 y 2013) sigue siendo muy desigual.
La CEPAL trabaja con el criterio del BM y con el del PNUD, aunque en ambos casos es más exigente al momento de definir la pobreza.
Según el análisis de la pobreza por ingresos, en AL en 2014 el 28,0 % de la población era pobre de los cuales 12,0 % eran indigentes, totalizando 167 millones de personas en estado de pobreza, de los cuales más de 71 millones eran indigentes.
En 1990 ese porcentaje era casi el doble y se mantuvo hasta 2002, año en que comenzó a reducirse hasta casi la mitad, mostrando una muy clara mejora.
Sin embargo, caben los siguientes comentarios: 1) la fuerte reducción de la pobreza se produce entre 2002 y 2008; posteriormente, y hasta 2011, se ralentizó; 2) A partir de 2011 la mejora se detuvo, coincidentemente con el inicio de la caída de los precios internacionales de los productos básicos; 3) como hubo crecimiento demográfico se está observando un aumento absoluto en la cantidad de pobres e indigentes; 4) muchas de las personas que abandonaron la pobreza se encuentran en una situación vulnerable: entre 2000 y 2012 43 millones de personas que dejaron de ser pobres, pasaron a formar parte del grupo en situación vulnerable, sin poder incorporarse a la clase media; 5) hay importantes diferencias entre los países, así por ejemplo en Perú, la mayoría del descenso de la pobreza se trasladó a la clase media mientras que en Bolivia, que es el país donde más se redujo la pobreza, tuvo el mayor incremento de población vulnerable.
En Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay se logró reducir tanto la pobreza como la vulnerabilidad.
Por su parte, la pobreza multidimensional, que incluye indicadores de estándar de vida, vivienda, servicios básicos, (agua, saneamiento, energía), educación, y privaciones en materia de empleo y de protección social, muestra también una significativa mejora pero desde 2005, unos años después en que los precios de las materias primas comenzaron su vertiginoso ascenso.
En 2012 (último dato disponible), el 28 % del total de la población de AL era pobre desde el punto de vista multidimensional, aunque también con diferencias muy dispares entre los países, siendo Nicaragua, Honduras y Guatemala los que presentan los valores más elevados (mayores al 70 %) mientras que los más bajos se encuentran en Chile, Argentina y Uruguay (alrededor del 10 %). Se puede observar que en los países donde se registra la mayor cantidad de pobres también son aquellos donde la pobreza es más intensa, es decir, que esos pobres presentan una mayor cantidad de privaciones.
La pobreza monetaria es el componente más significativo en la pobreza multidimensional y en segundo lugar se presenta la insuficiencia en el logro educativo de los adultos jefes de hogar, motivo por el cual la mayoría de los países latinoamericanos aumentaron sus gastos sociales en materia educativa durante los últimos años.
Tres significados de pobreza
Este enfoque fue seguido por el PNUD, que estableció una serie de criterios de satisfacción de necesidades básicas –esperanza de vida, logros educacionales e ingreso- que son el fundamento del llamado Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Estas tres características forman la base de recursos y habilidades que permiten el “desarrollo humano, definido como el proceso de ampliación de las opciones de las personas y mejora de las capacidades humanas y las libertades”.
Por su parte, el PNUD construye el Índice de Pobreza Multidimensional que mide las carencias superpuestas en materia de salud, educación y nivel de vida.
Este intento de instrumentar el enfoque de A. Sen tiene el problema que deja fuera del análisis a otros componentes esenciales del mismo como la libertad individual o los derechos democráticos.
Porque, como dice A. Sen, “La pobreza económica no es la única que empobrece la vida humana”.
Este enfoque fue sistematizado a comienzos del siglo XX por el británico Seebohm Rowntree que elaboró una serie de conceptos y métodos de medición que pasarían a conformar los instrumentos centrales en prácticamente todos los estudios posteriores sobre el tema.
Entre estos instrumentos se destaca la elaboración de una “línea de pobreza”, que no sólo incluía la alimentación sino además el acceso a la vivienda, a prendas de vestir adecuadas y otros objetos absolutamente necesarios para mantener lo que Rowntree llamó “un funcionamiento puramente físico”.
Esto le permitió definir dos tipos de pobreza, la “pobreza primaria” y la “pobreza secundaria”.
En pobreza primaria vivían aquellas “familias cuyo ingreso total no era suficiente para obtener el mínimo necesario para mantener un funcionamiento puramente físico”.
En pobreza secundaria vivían las familias que podían alcanzar ese mínimo pero no disponían de excedentes.
El Banco Mundial (BM) recoge esta idea y calcula la “línea internacional de pobreza”. Fue fijada en 2 dólares diarios per cápita en términos de poder adquisitivo de 1985, y en 1 dólar para definir la pobreza extrema.
En 2008, la línea de pobreza extrema fue reajustada a 1,25 dólares diarios en términos de poder adquisitivo a precios de 2005. Este método fue adoptado por las Naciones Unidas para definir la primera de las Metas de Desarrollo del Milenio para 2015. 3.
El riesgo de esta forma de medir la pobreza relativa ha sido observado por Amartya Sen, quien hace un llamado a no perder de vista el “núcleo irreductible de privación absoluta en nuestra idea de pobreza”, y evitar “llegar a una relativización total de la pobreza”.
Este indicador es definido a partir de un umbral de ingreso, medido como porcentaje del ingreso medio del país respectivo. Quien utiliza este enfoque es la Unión Europea, donde se llaman pobres o “en riesgo de pobreza” a todos aquellos que disponen de menos del 60 % del ingreso disponible medio.
El problema de esta medición es que no se puede hacer comparaciones entre países porque se puede dar el caso que en una sociedad muy rica haya un porcentaje de pobres superior a una sociedad muy pobre, dependiendo de cuál sea la distribución del ingreso. También puede ocurrir que aumente la pobreza relativa durante épocas de fuerte disminución de la pobreza absoluta, como ocurriera con China que en los últimos 30 años sacó a más de 600 millones de personas de la pobreza absoluta pero como hubo una mayor desigualdad en la distribución del ingreso, aumentó rápidamente el número de pobres relativos.
Con esta medida de la pobreza relativa se podría llegar a considerar al país más pobre de la tierra como un país sin pobres si su distribución del ingreso fuese muy igualitaria.