Un grupo de investigadores estadounidenses realizaron un estudio que concluye que la meditación descansa más que las vacaciones tienen efectos más efímeros
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La investigación fue hecha en forma conjunta por la Escuela de Medicina Icahn en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, la Universidad de California en San Francisco y la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.) para evaluar el impacto biológico de la meditación comparado con el de las vacaciones.
Descubrieron que las vacaciones producen un impacto fuerte e inmediato en las redes moleculares relacionadas con el estrés y las vías inmunológicas, además de mejoras a corto plazo en el bienestar. Todo eso, medido según sensaciones de vitalidad y angustia.
Un retiro de meditación, en aquellos que meditan de forma regular, se asoció con redes moleculares caracterizadas por actividad antiviral. La huella molecular de los meditadores a largo plazo era distinta a la de los no meditadores de vacaciones.
Los investigadores recogieron muestras de sangre, y encuestas de todos los participantes, inmediatamente antes y después de su estancia, así como encuestas un mes y diez meses más tarde.
Los resultados del estudio muestran que todos los grupos -meditadores novatos, meditadores experimentados y turistas- tuvieron cambios significativos en los patrones moleculares de la red después de la semana en el complejo, con una huella clara que distinguía la referencia de la biología post-vacacional.
Los cambios más notables en la actividad de los genes estaban relacionados con la respuesta al estrés y la función inmune.
Los investigadores evaluaron las medidas declaradas de bienestar. Aunque todos los grupos mostraron mejoras hasta un mes más tarde, los meditadores novatos tuvieron menos síntomas de depresión y menos estrés mucho más tiempo que los no meditadores.
Los efectos psicológicos parecen ser duraderos y se desconoce cuánto de este beneficio más duradero puede ser debido a la práctica continuada o a cambios duraderos en cómo ve la gente los acontecimientos de sus vidas.