El impacto de la pandemia sobre todos los sectores de la economía también se manifestó en las industrias del conocimiento.
En términos generales han podido soportar el impacto de las nuevas condiciones, manteniendo su nivel de producción en medio de una violenta caída de actividad general, como señala el informe anual de Argencom.
Sin embargo, los efectos de la “nueva normalidad” recién están comenzando a observarse ya que la pandemia produjo una enorme transformación en los hábitos sociales y de consumo que se profundizará en los próximos meses, y que implica una aceleración en el grado de digitalización de productos, servicios y procesos.
Está ocurriendo un “salto hacia lo digital” que transforma la cadena de valor de toda la economía, y agudiza las demandas sobre las industrias del conocimiento. El impacto de la pandemia fue concurrente con un panorama macroeconómico nacional muy complejo en el que se combinaron la suspensión y posterior reforma de la Ley 27.506 de Economía del Conocimiento, la vigencia durante todo el año de derechos de exportación que gravaron los servicios basados en conocimiento, una brecha cambiaria que por momentos llegó a superar el 70%, el crecimiento de un mercado laboral irregular y una nueva ley de teletrabajo.
La combinación de todos estos efectos constituyó un entorno hostil para la sustentación de las empresas. En el plano internacional se observó el aumento de la competencia directa de países que en base a propuestas de política pública muy agresivas atraen a empresas de origen argentino para que se radiquen en sus territorios.
Este fenómeno de “fuga de empresas” se extendió a una significativa fuga individual de profesionales que, renunciando a su trabajo en empresas locales, pasaron a ser contratados directamente desde el exterior a través de “plataformas freelance” constituyendo un mercado laboral informal, al margen de las normas impositivas, previsionales y cambiarias.
Esta tendencia afecta el empleo de varias industrias del conocimiento -como la informática- haciendo cada vez más complicado el desarrollo de las fuentes de talento. El resultado agregado de los factores antes mencionados resultó en una caída anual del nivel de exportaciones del 6,5 % y de la población ocupada del 4,2%, datos que continúan la tendencia iniciada en 2018.
Van diez trimestres consecutivos de caída de exportaciones. Esta situación es particularmente preocupante dado que la tendencia regional y global se mantiene positiva, con crecimientos sostenidos del orden del 6 al 8% anual en los países referentes, lo que enfatiza la oportunidad que estamos desaprovechando para posicionar a la EdC como un vector de desarrollo económico inmediato.
El dato más duro de este estancamiento es la pérdida de ingreso de divisas que Argentina experimentó en la década que, de haber evolucionado nuestras exportaciones al ritmo de la media mundial, hubieran representado un ingreso incremental de US$ 12.500 millones.