“Los vuelos espaciales comerciales son una de las últimas tendencias entre los súper ricos”, dice Liam Bailey, director de Knight Frank, una agencia que ha identificado a más de 70 ultra rico , o sea personas con más de US$ 30 millones de activos netos, que invierten en viajes espaciales comerciales.
En los últimos años la tecnología necesaria ha llegado a manos de un grupo de jóvenes tecnológicos multimillonarios y contratistas privados. Sus startups tienen las ambiciones más audaces.
Hay unas diez empresas privadas trabajando en el transporte espacial; dos de ellas son SpaceX, creada por el cofundador de PayPal Elon Musk, y Blue Origin, fundada por Jeff Bezos, CEO de Amazon.
El turismo espacial se propone dar a los súper acaudalados una demostración de cómo es ser un astronauta, enviándolos al espacio suborbital.
A bordo del SpaceShipTwo, de Virgin Galactic, por ejemplo, los pasajeros verán algo que solo unas 500 personas han visto hasta ahora en la realidad: la curvatura de la tierra contra el telón negro del espacio. El viaje durará dos horas, llevará dos pilotos y seis pasajeros para recorrer 70 millas en el espacio experimentar durante unos cinco minutos la ausencia de gravedad antes de dar la vuelta para aterrizar.
Para gozar de ese privilegio habrá que pagar un boleto de US$ 250.000.
Ya han pagado unas 700 personas, entre ellas, Leonardo DiCaprio, Stephen Hawking, Justin Bieber y los hermanos Candys. Lady Gaga también reservó y, si todo sale según el plan, el año que viene se convertirá en la primera cantante en actuar en el espacio exterior.