Un norteamericanizado dirigirá The Economist

Se trata de John Micklethwait. Inglés en realidad, su experiencia periodística es estadounidense. También sus ideas, menos aferradas al mercantilismo que las de su antecesor, William Emmott.

25 marzo, 2006

Recibido en Oxford, el nuevo director del semanario ortodoxo pasó por el Chase Manhattan Bank, hoy JP Morgan Chase. Experto en finanzas, ingresó a la revista en 1987. Fue corresponsal en Los Ángeles y Nueva York y finalmente pasó a manejar la edición para la América anglosajona.

Micklethwait es el décimo sexto director de la publicación, fundada en 1843 por James Wilson. Como era habitual en el siglo XIX, el semanario se inició como un instrumento de “lobby” (cabildeo), porque Wilson asumía los intereses de libre comercio –mercantilismo-, contra la legislación británica que gravaba importaciones de granos.

A criterio de algunos expertos, la etapa verdaderamente global de “The Economist” empezó con Emmott, en 1993. Bajo su égida, la revista ha llegado a vender un millón de ejemplares, de los cuales casi 800.000 fuera de las islas británicas, donde su orientación es mal vista por el público, particularmente en el norte de Inglaterra, Escocia, Gales, Ulster e Irlanda.

Emmott no se quedaba en medias tintas cuando atacaba a su selecto grupo de “chicos malos”. En especial, a Silvio Berlusconi (Italia), Vladyímir Putin (Rusia), Jacques Chirac (Francia), Kofi Annan (ONU) y casi todos los autócratas africanos e islámicos.

A criterio de observadores españoles y mejicanos, el ex director no sentía simpatía alguna por Latinoamérica, salvo Chile. Pero, en el fondo, detestaba la Unión Europea –sobre todos en su forma ampliada- y reivindicaba el mantenimiento de la libra como divisa rival del euro. Posiblemente, la gestión de Micklethwait sea menos polémica y provocadora, más atlántica y moderada. Quizás eso reduzca las ventas.

Recibido en Oxford, el nuevo director del semanario ortodoxo pasó por el Chase Manhattan Bank, hoy JP Morgan Chase. Experto en finanzas, ingresó a la revista en 1987. Fue corresponsal en Los Ángeles y Nueva York y finalmente pasó a manejar la edición para la América anglosajona.

Micklethwait es el décimo sexto director de la publicación, fundada en 1843 por James Wilson. Como era habitual en el siglo XIX, el semanario se inició como un instrumento de “lobby” (cabildeo), porque Wilson asumía los intereses de libre comercio –mercantilismo-, contra la legislación británica que gravaba importaciones de granos.

A criterio de algunos expertos, la etapa verdaderamente global de “The Economist” empezó con Emmott, en 1993. Bajo su égida, la revista ha llegado a vender un millón de ejemplares, de los cuales casi 800.000 fuera de las islas británicas, donde su orientación es mal vista por el público, particularmente en el norte de Inglaterra, Escocia, Gales, Ulster e Irlanda.

Emmott no se quedaba en medias tintas cuando atacaba a su selecto grupo de “chicos malos”. En especial, a Silvio Berlusconi (Italia), Vladyímir Putin (Rusia), Jacques Chirac (Francia), Kofi Annan (ONU) y casi todos los autócratas africanos e islámicos.

A criterio de observadores españoles y mejicanos, el ex director no sentía simpatía alguna por Latinoamérica, salvo Chile. Pero, en el fondo, detestaba la Unión Europea –sobre todos en su forma ampliada- y reivindicaba el mantenimiento de la libra como divisa rival del euro. Posiblemente, la gestión de Micklethwait sea menos polémica y provocadora, más atlántica y moderada. Quizás eso reduzca las ventas.

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